La ruptura de la negociaciones entre Grecia y sus acreedores y la posibilidad de que el país incurra en el impago de su deuda, a medida que se acerca el día en que tiene que pagar al Fondo Monetario Internacional (FMI) 1.600 millones de euros o, incluso, se produzca su salida del euro, han puesto los mercados patas arriba. El miedo está provocando la salida de los inversores de la renta fija europea, especialmente la periférica, en favor de los activos refugio como elbund alemán o el treasury estadounidense.
Y es que el mercado considera que, a pesar del fuerte desplome de los bonos, el Banco Central Europeo (BCE) no va a actuar. No en vano, su presidente, Mario Draghi, ya avisó en la reunión del pasado 3 de junio que el mercado se tiene que acostumbrar a convivir con la volatilidad y los analistas se han tomado esas palabras al pie de la letra.
Así, el 97% de los expertos consultados por Bloomberg aseguran que el banco central no tomará ninguna medida para frenar la caída del precio de los bonos soberanos. Y es que, en el fondo, “el mayor beneficiado del reciente repunte de las rentabilidades es el propio BCE, en tanto que su programa de compra de deuda a razón de 60.000 millones de euros mensuales dentro del QE sigue en marcha”, aseguran fuentes del sector a Cotizalia.
Dependerá de si los bonos suben o bajan
De esta manera, las turbulencias griegas ha provocado un punto de inflexiónen la historia del programa de expansión cuantitativa de un billón de euros puesto en marcha por el BCE y que ha llevado a varios países de la Eurozona -entre ellos, España- a financiarse con tipos negativos.
Sin embargo, aunque el consenso apuesta a que el reciente aumento de la volatilidad no va a ser motivo suficiente para que el regulador monetario intervenga, los analistas de Bank of America Merrill Lynch se desmarcan y aseguran que “el BCE tiene el dedo en el gatillo por si algunos de los recientes movimientos del mercado se vuelven más persistentes de lo que ha anticipado”, afirman en su último informe.
En este sentido, el mercado está pasando por alto que existe una gran diferencia entre que el BCE se abstenga de actuar en un escenario en el que la volatilidad va en las dos direcciones o en uno en el que la volatilidad sólo va en un sentido: hacia el desplome del precio de la deuda soberana. Basta con echar un vistazo rápido a la gráfica de los principales bonos europeos para entender que la situación comienza a trascender las fluctuaciones técnicas de ida y vuelta propias de un escenario como el que teníamos hasta ahora.
Así, el precio del bono español a diez años ha caído un 10% desde sus máximos históricos del pasado mes de marzo, con lo que la rentabilidad (que se mueve a la inversa) se ha disparado más de un 100% desde entonces. En los mismos términos se encuentran Italia, con un repunte del 87% de la rentabilidad desde entonces, y Portugal, para el que el interés del papel con vencimiento en 2025 ha subido un 106%. Incluso Francia y Alemania, que desde sus mínimos de abril, cuando el Bund soñó con los tipos negativos, han visto dispararse la rentabilidad un 260% y un 990%, respectivamente.
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