En los últimos días se han publicado los primeros indicadores macroeconómicos posteriores al referéndum del 1-O en Cataluña. Todos los datos, tanto a nivel nacional como autonómico, reflejan la inercia positiva de la economía española, que vive un momento de confianza de todos los agentes que retroalimenta el crecimiento con todos los sectores aportando tasas positivas y en medio de un repunte de la actividad en Europa. Ante estos datos, muchos han argumentado que el desafío soberanista no tiene ningún impacto en la economía, pero la literatura económica demuestra que la incertidumbre termina por hacer mella.
El mejor ejemplo para Cataluña está en el Reino Unido tras el Brexit, ya que políticamente no ha cambiado nada (todavía forma parte de la UE y del Mercado Único), pero las expectativas económicas han dado un vuelco, traduciéndose en una mayor incertidumbre. Tras la victoria del Brexit muchos analistas anticiparon una fuerte recesión en el país, pero los primeros datos macroeconómicos fueron positivos y el discurso cambió rápidamente. Por ejemplo, las ventas minoristas aceleraron tras el referéndum hasta marcar su mejor dato en más de un año con un crecimiento del 5,4% interanual. También aumentó la confianza de los hogares (encuesta del PMI), las exportaciones, etc.
En ese momento no era extraño leer estos análisis de los expertos: “Reino Unido está en una posición económica mejor que la de Europa, al menos por ahora. Su economía se enfrenta a grandes vientos de cara, pero también debería beneficiarse de los estímulos del Banco de Inglaterra, el mayor gasto fiscal y la devaluación de su divisa”. Este análisis concreto es de Neil Dwane, estratega global de Allianz GI, pero hubo otros muchos similares. En ese momento la caída de la libra, el recorte de los tipos o el estímulo fiscal parecía una buena solución (y es posible que lo fuera), pero finalmente la incertidumbre se ha impuesto.
Los datos del tercer trimestre del año son elocuentes. Los países desarrollados están viviendo un repunte de la actividad económica en los últimos meses como consecuencia del fortalecimiento del optimismo entre los consumidores y las empresas. En la eurozona el PIB escaló hasta el 2,5% interanual en el tercer trimestre del año, el mejor dato en seis años, en EEUU avanzó al 2,3%, en Francia subió al 2,2%… En plena aceleración del ciclo económico, el único país desarrollado discordante es Reino Unido, cuya economía se ha frenado hasta el 1,5%, el peor dato en más de cuatro años. Es la primera vez en toda la recuperación que Reino Unido crece más lento que EEUU y la eurozona al mismo tiempo, un cambio significativo que refleja los efectos nocivos de la incertidumbre.
Su economía sigue creciendo, pero el impacto de la incertidumbresobre la actividad es indudable, de lo contrario, acompañaría el repunte del resto de países. Lejos de beneficiarse del entorno global tan favorable que vive la economía, Reino Unido se enfrenta a un horizonte complicado, todo generado por las dudas de los agentes (ya que todavía no ha habido ninguna decisión política que haya cambiado las reglas del juego).
El Banco de Inglaterra ha vuelto a rebajar sus previsiones de crecimiento para el país en su reunión del miércoles. Ahora estima que el PIB crecerá un 1,6% este ejercicio (una décima menos de lo que anticipó en agosto) y también en 2018 y en 2019 subirá una décima hasta el 1,7% (también una décima menos de lo previsto), ritmo que se mantendrá en 2020. Esto significa que el escenario base es que Reino Unido crecerá a un ritmo muy lento durante el próximo trienio (al menos) mientras el resto de economías desarrolladas vive un repunte de la actividad. Y sería mucho peor si el entorno global fuese recesivo, ya que no tendría el apoyo del sector exterior ni la calma que viven los mercados financieros.
En plena aceleración del ciclo económico, el único país desarrollado discordante es Reino Unido, cuya economía se ha frenado hasta el 1,5%
A pesar del recorte de las estimaciones de crecimiento, el Banco de Inglaterra tuvo que realizar su primera subida de los tipos de interés en más de una década. La entidad se vio obligada a tomar esta medida por el repunte que está viviendo la inflación en los últimos meses y que alcanza ya el 3%, un punto por encima del objetivo. La depreciación de la libra ha elevado los precios de las importaciones y finalmente ha generado una presión inflacionista en la economía que ya está deteriorando la competitividad del país.
No fue una decisión sencilla (7 contra 2 votos en el Comité de Política Monetaria), ya que cualquier contracción de los estímulos económicoslastra la actividad económica, pero la entidad tiene que frenar la caída de la libra y la subida de los precios. El gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, explicó que el endurecimiento de los tipos será muy progresivo, para dañar lo mínimo posible a la economía, pero esta decisión restará unas décimas más al crecimiento. Las estimaciones de la entidad apuntan que la inflación seguirá por encima del 2% al menos hasta 2020, lo que significa que el Banco no tendrá la capacidad para volver a introducir estímulos.
El peligro empieza en 2018
El deterioro de la economía británica ha sido muy lento, pero finalmente ha resultado más que evidente. De todos los países de la OCDE es el cuarto con menor ritmo de crecimiento en los tres primeros trimestres del año. Los problemas que surgen en un contexto de incertidumbre económica son inesperados, nadie esperaba hace un año que el Banco de Inglaterra tuviera que subir los tipos para frenar la inflación pese al pobre ritmo de la economía. En el caso de Cataluña, la situación es la misma. La inercia de la economía todavía es muy fuerte y los indicadores macroeconómicos que saldrán en las próximas semanas todavía serán positivos. Sin embargo, si la incertidumbre se prolonga o se agudiza, tarde o temprano se observará un diferencial de crecimiento entre España y Cataluña como se observa hoy entre Reino Unido y el resto de la Unión Europea.
La incertidumbre se traslada a la economía por dos vías: el consumo y la inversión. Los actores económicos deciden ahorrar ya que son incapaces de anticipar qué ocurrirá en el futuro, lo que genera un círculo vicioso de menos consumo y empleo, que se retroalimenta. Esto es lo que ha ocurrido en Reino Unido y lo que terminará ocurriendo en Cataluña si la incertidumbre se mantiene.
Tras el Brexit, la inversión en Reino Unido empezó a deteriorarse y ahora suma ya tres trimestres consecutivos en negativo, coincidiendo además con un repunte en el resto de Europa, según los datos de Eurostat (ajustado de estacionalidad y en moneda local). El primer dato negativo ocurrió en el último trimestre de 2016, medio año después del Brexit. En ese trimestre la Formación Bruta de Capital (FBC) se contrajo un 6,2% en tasa interanual y desde entonces ha estado en negativo, una racha que no ocurría desde 2009.
El último dato, correspondiente al segundo trimestre de 2017, arroja un descenso del 0,3% interanual. Dato que contrasta con el 6,3% de crecimiento en Francia, con el 5,7% de Alemania o con el 4,1% del conjunto de la eurozona. La inversión en capital es uno de los factores clave que determinan el crecimiento futuro de la economía, por lo que las noticias para Reino Unido son preocupantes.
Las familias también están ralentizando su consumo ante la situación de incertidumbre y también como consecuencia de la disminución de la renta real disponible por la subida de los precios. Antes del Brexit el ritmo de crecimiento del gasto de los hogares superaba el 3% (datos ajustados de estacionalidad y en moneda local), pero desde entonces se ha ralentizado hasta caer al 1,5% en el segundo trimestre, el peor dato en cuatro años.
A pesar del repunte de la inflación, los precios de la vivienda también se están frenando, lo que evidencia un menor ritmo de la demanda de los hogares para la compra de inmuebles. Si a esto se une el encarecimiento de las hipotecas por la subida de tipos, las perspectivas para el mercado de la vivienda no son halagüeñas. En el inicio del cuarto trimestre del año los precios crecen al 2,3% en el conjunto del país, la mitad que hace un año, según los datos de Nationwide Building Society. Estos indicadores macroeconómicos reflejan la evolución económica del conjunto del país y suponen un espejo en el que puede mirarse Cataluña, dadas las similitudes en el escenario que viven las dos regiones: en ninguna ha ocurrido nada todavía, pero los problemas económicos se derivan de la incertidumbre.
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