Noticias climáticas de la semana: la compra-venta de derechos de contaminación
Esta semana ha discurrido entre la COP23 y nuevos datos que indican que el año 2017 va camino de convertirse en el tercero más cálido jamás registrado.
La COP23 se celebra en Bonn.
El pasado lunes comenzó en la ciudad alemana de Bonn la 23ª Conferencia de las Partes (COP23), el mayor encuentro global sobre el clima en el que participan la práctica totalidad de los gobiernos del mundo, representantes de ONG, de la ciencia y de agencias internacionales. También, por supuesto, están presentes las industrias “interesadas”. La presidencia ha recaído en Fiji, pero se celebra en Alemania porque el país del Pacífico no podía acoger a todos los participantes.
Esta cumbre sirve como un termómetro para evaluar los avances en los recortes de gases de efecto invernadero necesarios para cumplir con los compromisos adoptados en el Acuerdo de París (que trata de evitar un calentamiento por encima de los dos grados centígrados). En París se detallaron las líneas generales. En Bonn deben marcarse líneas de actuación concretas. Y deben ser bastante severas porque no vamos todo lo bien que podríamos.
China, el mayor emisor de gases de efecto invernadero, se ha convertido en el líder de las negociaciones, tras la abdicación el pasado mes de junio de los Estados Unidos. El gigante asiático, sin embargo, no parece muy por la labor de apretar las tuercas a los países ricos.
Donald Trump, por cierto, se ha quedado completamente solo en su negacionismo climático. Si la semana pasada Nicaragua firmaba el Acuerdo de París, esta semana ha sido Siria, lo que deja a Estados Unidos aislado como el único país en rebeldía climática. El hecho de que Trump no quiera aceptar las normas internacionales ha hecho que activistas africanos pidan que se expulse al país norteamericano de las negociaciones. Sin saber aún si esto será posible, lo cierto es que el presidente americano no ha sido invitado a una cumbre que tendrá lugar el mes que viene en Francia, según fuentes oficiales del país galo.
Y en la calle…
Mientras la COP23 prosigue en las salas de conferencias de Bonn, fuera se suceden las manifestaciones, acciones y protestas. El domingo, los activistas de Ende Gelände tomaron la mayor mina de carbón de Alemania. Según la organización, en la acción participaron unas 4.500 personas, que se tuvieron que enfrentar a la violencia policial. El sábado ya había habido manifestaciones masivas en Bonn, con unas 25.000 personas exigiendo el fin del uso del carbón, del cual Alemania es el mayor productor a nivel europeo. Y el miércoles una delegación de activistas de países insulares del Océano Pacífico amenazados por el cambio climático leyeron un manifiesto, firmado por 23.000 personas, en el que demandaban el fin inmediato de todos los proyectos de exploración de combustibles fósiles.
Seguimos batiendo récords (malos)
El año 2017 va camino de convertirse en el tercero más cálido jamás registrado, batiendo registros en eventos extremos como huracanes u olas de calor. Según la Organización Meteorológica Mundial, los indicadores del cambio climático, como la concentración de CO2 en la atmósfera, la acidificación de los océanos o la subida del nivel del mar, continúan avanzando sin inmutarse.
La media global de temperatura de enero a septiembre de 2017 ha estado 1,1ºC por encima de niveles preindustriales. Los compromisos adquiridos en París exigen que las naciones del mundo reduzcan sus emisiones para contener el calentamiento en 2ºC para finales de este siglo. Algo muy difícil, pero no imposible.
Seguimos por el camino equivocado (el del gas)
La estrategia de la Unión Europea de apostar por el gas natural como solución climática (sea transitoria o no), no está dando resultado. Un nuevo informe científico afirma que, de no reducir las emisiones de gas natural, añadiremos otros 0,6ºC a la cuenta del cambio climático, lo que es completamente incompatible con el cumplimiento de los acuerdos internacionales. Para poder contener el calentamiento por debajo de los 2ºC, según el informe, la UE tendrá que reducir su consumo de gas natural en un 12% anual hasta 2035.
En lugar de eso, el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo concedió hace dos semanas un préstamo de 500 millones de dólares para la construcción del Corredor Sur de Gas, que encadenará al continente al gas durante cuatro o cinco décadas. El Banco Europeo de Inversión se plantea inversiones de hasta 3.000 millones en el mismo proyecto, que, por si fuera poco, se ha visto salpicado de escándalos de derechos humanos y corrupción.
¿Quién compra cambio climático?
El Parlamento Europeo y el Consejo de Europa aprobaron el jueves la revisión del Sistema Europeo de Comercio de Emisiones (ETS), un mercado que permite la compra venta de derechos de contaminación. Es decir, la unión reparte las emisiones entre sus países miembro y estos pueden tratar unos con otros. El Comisario Europeo de Acción Climática y Energía, Miguel Arias Cañete, ha tildado el acuerdo de histórico, afirmando que esto pone a Europa a la cabeza del liderazgo climático, y en buen camino para cumplir los compromisos adquiridos en París.
El sistema, no obstante, ha sido criticado duramente por grupos activistas, como la Red de Acción Climática Europea (CAN), que ha definido el ETS como un “fracaso”, y ha afirmado que debía ser mucho más ambicioso. Los sistemas de comercio de emisiones, en sí mismos, presentan graves problemas, que van desde la medición de emisiones hasta la fijación de precios, por no hablar de los dilemas éticos que supone.
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