domingo, 10 de junio de 2018

Asturias vaciada...



Redaccion

Pocos podrían decir que ignoran cuáles son los males que hacen que Asturias sea la comunidad autónoma de España que más población pierde año tras año. «Conocemos bien los problemas. El vaciamiento demográfico, al fin y al cabo, es un síntoma de malestar que tiene detrás unos problemas económicos, sociales, territoriales en general y de otra índole», asegura la experta en Geografía y Ordenación Rural Amalia Maceda, profesora de la Universidad de Oviedo que participaba esta semana en un debate sobre la Asturias vacía organizado por el Instituto Asturias 2030 para aportar alternativas a una crisis demográfica que parece no tener fin. «Séneca decía que no hay ningún viento favorable para el barco que no sabe a dónde va y creo que es lo que nos pasa. No tomamos determinación de ir a ningún lado y no existe una visión global del territorio», añade otro experto en el medio rural asturiano, el profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo Xosé Alba, que también participó en el mismo debate en el que las conclusiones apuntaban precisamente a esa ausencia de un desarrollo sostenible en un territorio inmerso en un círculo de abandono. 


«No hay medidas con perspectivas de territorio y se vienen aplicando actuaciones que no siempre suman entre sí. Es más, unas suman y otras restan», considera Maceda, que menciona por un lado la inversión de dinero que se realiza en el medio rural a través de los grupos de desarrollo rural y, por el lado que resta, el cierre de escuelas. «Son acciones paradójicas. Se ponen unas cosas y se quitan otras». 
«No se puede seguir con la mentalidad de la empresona»
También Alba coincide en que la Administración autonómica carece de una visión global del territorio que ponga freno a la sangría demográfica. «Hay oportunidades que se pueden aprovechar, hay que estar en los sitios y tener una presencia. Una visión política», dice, mencionando además las trabas burocráticas que dificultan que los asturianos emprendan con cierto éxito. «Los emigrantes asturianos fueron grandes emprendedores. ¿Por qué un asturiano cuando está fuera tira para adelante y saca negocios y aquí es dificilísimo? Alguna traba tiene que haber. Tampoco se puede seguir con la mentalidad de la empresona, si una cae a ver si nos viene otra empresa grande, porque lo que hay que ver es cómo se desarrollan muchas actividades», indica, considerando que existen muchas posibilidades para que Asturias pueda convertirse en una tierra de la que los jóvenes no tengan que emigrar.

Maceda recuerda que el vaciamiento de Asturias no ha sido igual en todo el territorio. En la Asturias central, es más reciente y, en la de las alas, hay que remontarse décadas atrás. «La mayor parte de los concejos asturianos tuvieron su máximo demográfico antes de 1950 y, desde entonces, han ido perdiendo población», dice, «primero como consecuencia de lo procesos migratorios y, a partir de mediados de los setenta, como consecuencia de la escasa población joven que fue quedando en ellos. A esos procesos migratorios se fueron añadiendo unas tasas de natalidad muy bajas y, por lo tanto, un crecimiento vegetativo de signo negativo». Dos ejemplos. El concejo más pequeño de Asturias, Yernes y Tameza, tenía en 1950 algo más de 700 habitantes y ahora ronda los 140. Cangas del Narcea, el que más población mantiene fuera de los del área central, pasó de los casi 22.000 de los años 50 a los 13.000 de la actualidad.


«Fijar población femenina en el medio rural es una necesidad imperiosa»
Las estadísticas dicen que 74 de los 78 concejos asturianos pierden población. «En los de las alas el problema se agrava porque hay muy pocas mujeres», recalca Maceda, que recuerda que la Ley de Desarrollo Sostenible del Medio Rural que se aprobó en 2007 incidía precisamente en que se facilitara el acceso al empleo a los jóvenes y a las mujeres en el medio rural. «Estaba muy acertada porque fijar población femenina en el medio rural es una necesidad imperiosa ya que las mujeres fueron las que más emigraron a las ciudades», añade. Esa ley tiene tres grandes objetivos: mantener y aumentar la base económica del medio rural con actividades competitivas y diversificadas, hacer lo mismo con el nivel de población elevando el grado de bienestar que se mide con servicios básicos y conservar y recuperar el patrimonio y los recursos naturales y culturales. Y no hace falta decir que no se han logrado.Las previsiones del Instituto Nacional de Estadística (INE) hasta el 2031 también dibujan el mismo panorama en el que Asturias seguiría siendo la comunidad autónoma con mayor sangría poblacional de España. «Otro problema son los tipos de poblamientos que están muy desmenuzados y en los que el círculo del abandono se cierra enseguida», apunta Maceda, que pone como ejemplos esas aldeas de 15 habitantes en las que cinco se han ido, otros cinco se mueren «porque en Asturias la población es muy mayor y los cinco que quedan acaban por irse también porque la Administración deja de cubrir sus necesidades básicas y esto es el círculo del abandono. Hay menos gente, se mueren más y se vacía todo, y el paraíso natural va desapareciendo». 



El cierre de escuelas rurales facilita el vaciamiento
Maceda menciona que existen estudios, realizados en lugares como Aragón o los Pirineos, en los que se han realizado encuestas a neorrurales para conocer qué es lo que les resulta más y menos atractivo del medio rural. «Una de las cosas que consideran más negativas es la inexistencia de centros escolares en las proximidades del domicilio», destaca, recordando de inmediato que a mediados de los años 80 casi todas las parroquias asturianas tenían su escuela. Hoy son varios los concejos enteros en donde se han cerrado y eso facilita el vaciamiento de esas áreas. «También hay zonas bastante grandes que no tienen Enseñanza Secundaria Obligatoria pese a que existe población en la edad de poder asistir que tiene que atravesar concejos enteros para ir a clase», añade Maceda, que considera fundamental la disponibilidad de centros educativos que reaviven los territorios. Todo es cuestión de tener una visión territorial que también echa en falta en Asturias Alba, cuya labor investigadora se centra en el mundo rural asturiano. «Hay que ser capaces de valorar lo que tenemos y saber cuáles son las fortalezas y las oportunidades que existen», insiste. Pone un ejemplo muy simple: un alpinista que vivía en Madrid, cambió su residencia a Asturias y «está encantado porque tiene montaña todo el año. Esas cosas no las sabemos valorar. Tener un territorio en el que puedes hacer deportes, actividades en la montaña, en la costa…»«Tenemos unas buenas condiciones naturales para poder hacer muchas cosas»

Alba también pone como ejemplo la visión territorial que tuvo el Gobierno socialista de Pedro de Silva. «Crearon el eslogan de Asturias Paraíso Natural, que se quiso quitar muchas veces pero no fue posible porque caló mucho en la gente, y es verdad que tenemos unas buenas condiciones naturales para poder hacer muchas cosas, para tener una buena calidad de vida y eso es lo primero que los asturianos tenemos que saber y creernos», insiste, añadiendo que evidentemente también deben desarrollarse tareas productivas que generen oportunidades laborales. «Esas tareas productivas pasan por un cambio total de lo que fueron las actividades tradicionales del siglo XIX, aunque alguna como la siderurgia tuviera su desarrollo principal a mediados del siglo pasado. Sabemos que esas actividades no van a resucitar; hay que ir a otras».

Pone en valor también el hecho de que las infraestructuras de comunicaciones sitúen a la zona central de Asturias a hora y media como mucho, salvo en casos contados, del resto de concejos. «Desde mi casa de Oviedo tardo una hora y diez minutos en llegar a la casa en la que nació mi abuelo en Somiedo. Más del 90% del territorio está a una distancia del centro de la región que es la misma que recorren a diario los de Madrid y no nos damos cuenta en absoluto de que Asturias es una región muy manejable», insiste. 

«¿Para qué sirve un avión a Londres si va dos o tres días a la semana a media mañana?»
Claro que no pasa por alto que los servicios de comunicaciones son otra cuestión. Vuelve a poner varios ejemplos que tienen en común al aeropuerto de Santiago del Monte. «Me importa un pito tener un avión a Londres si va dos o tres días a la semana a media mañana. ¿Para qué sirve eso?». Y se escandaliza con que la terminal de Asturias tenga una línea de ferrocarril a solo dos kilómetros y no se aproveche: «¿Hay algún aeropuerto en el mundo que tenga una línea de ferrocarril a dos kilómetros sin un servicio de lanzadera que los conecte? Eso es impensable. Más de una vez he tenido que traer a alguien de fuera desde el aeropuerto a Oviedo porque el vuelo se retrasó y no tenía cómo llegar. Es algo tercermundista». 

Por ello, insiste en que «los problemas de infraestructuras no son tan grandes como pensamos siempre, pero sí tenemos que organizarnos y ver que hay que tomar una determinación. Las cosas hay que trabajarlas». Insiste en esa idea. «Hay gente que todavía no se ha dado cuenta de que esto es una comunidad autónoma y que tiene que tener un gobierno autonómico. Hay que tener una visión global del territorio. La ordenación del territorio no es rellenar con datos una hoja de Excel para pedir perras a la Unión Europea, hay que entender que tendremos que arremangarnos y trabajar de continuo», dice. 

«En algunas zonas no hay pediatras y tardan meses en verlos»
Para ser más conciso pone como ejemplo al País Vasco, que solo tiene el doble de población que Asturias y objetivamente mucho más peso en el conjunto de España. «Tienen una organización interna en la que saben que hay cuestiones políticas que son importantes y no se pueden dejar a un lado». Pone otro ejemplo, «icónico», como es la sidra. «En unos años nos comen la tostada con la del País Vasco, en donde saben que es un producto que tiene que vincularse a la tradición, a la historia y a la cultura, pero en Asturias hay gente que tiene un miedo terrible a eso», lamenta.

Vuelve a mencionar las comunicaciones para recordar una de esas soluciones inherentes al desarrollo sostenible del medio rural en cualquier lugar del mundo: los incentivos a profesionales para que que residan en esos territorios que hoy languidecen. «Lo que no podemos hacer es que todas las mañanas salgan un montón de profesores, de médicos y de especialistas para ir unas horas a trabajar no sé donde y volver. Tenemos vacío el territorio. Hace 30 o 40 años en cualquier concejo de Asturias tenías un médico por la noche. En los pueblos vivían maestros», recuerda. Maceda también menciona que, en pleno siglo XXI, haya territorios que se queden aislados cuando cae una nevada, o sin teléfono o sin conexión a internet, mermando las posibilidades del teletrabajo que sí puede realizarse en otros lugares del planeta igual de remotos o más aún. «En algunas zonas no hay pediatras y tardan meses en verlos, o están cerrando las sucursales bancarias y ahora hay una furgoneta que una vez a la semana atiende a la gente para poner al día sus cartillas e incluso cada vez hay menos mesas electorales en los concejos y la gente mayor ya no quiere desplazarse». Razones que, en definitiva, facilitan que Asturias siga perdiendo habitantes. 

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