Sea como fuere, lo que la sentencia del directivo de Iberdrola ponía de manifiesto es que el puente entre la empresa y la política sigue vivo pese a las malas experiencias recientes y a la condena pública ciudadana de los favores pagados en formas de puertas giratorias. El nuevo inquilino de la Moncloa lo sabe porque, según sus propias declaraciones, su expulsión del partido en 2016 se debió a las maniobras poco transparentes de relevantes miembros del llamado Consejo Empresarial de la Competitividad (CEC). Un organismo constituido por los grandes del Ibex 35 para monitorizar la política y los medios de comunicación en los tiempos duros de la crisis.
Obviamente, todo el mundo niega la mayor, pero Sánchez tiene muy presente la campaña de descrédito que Prisa, a través de ‘El País’, inició contra él para eludir a toda costa que fuera reelegido en mayo 2017 secretario general del PSOE en favor de Susana Díaz. “Insensato sin escrúpulos” lo calificó el periódico del que ha sido el primer grupo de comunicación de España durante décadas. Un 'holding' que, mientras atizaba a el líder socialista, pedía a la vez un nuevo rescate a sus accionistas, entre los que estaban y están Telefónica, Santander y Caixabank. Los mismos que en 2013 salvaron de la insolvencia a Prisa y a los que el actual presidente del Gobierno señaló como responsables de su debacle. Dos operaciones en las que le han inyectado algo más de 500 millones.
El líder del PSOE, que señaló en su día a Telefónica, Santander y Caixabank como los responsables de su caída, tiene en ascuas a las grandes del Ibex 35
Casualidad o coincidencia, 'El País' acaba de cambiar al responsable de esa definición de Sánchez, mientras Ana Botín daba a la bienvenida en Twitter a la nueva ministra de Economía, Nadia Calviño. Un guiño de la presidenta de la mayor entidad financiera de España al nuevo presidente del Gobierno que apenas hace tres meses se vio solo y olvidado en la escuela de buen gobierno que el PSOE celebró a las afueras de Madrid. No asistió Felipe González ni Alfredo Pérez Rubalcaba, miembro del consejo editorial del periódico de Prisa, ni nadie relevante de ninguna empresa cotizada.
En este año y medio largo entre que fue destituido como secretario general y ha aterrizado en la Moncloa, Sánchez y su equipo se han visto con importantes ejecutivos del Ibex 35. Por las sedes de Repsol, Endesa, Telefónica, Gas Natural e Iberdrola se ha visto al propio presidente, a Pedro Saura, diputado por Murcia y portavoz de Economía en la Comisión de Economía, Industria y Competitividad del PSOE del Congreso de los Diputados, y a José Luís Abalos, ministro de Fomento. Siempre con mucha discreción por las dos partes porque no vendía difundir relación alguna con el gran perdedor de las dos últimas elecciones generales
Sin embargo, los que se sentaron con Sánchez tomaron nota de su ambición. Les dijo que, antes o después, sería presidente del Gobierno, aseveración a la que daban poco crédito ante la irrupción de Ciudadanos y la división de la izquierda. Ahora se han encontrado con que el ‘loser’, como se conoce a los perdedores en Estados Unidos, es el nuevo jefe de la Moncloa y que su programa electoral tiene un apartado muy concreto sobre cómo se tienen que gestionar las empresas cotizadas.
El nuevo inquilino de Moncloa quiere poner freno a las desproporcionadas remuneraciones de los prohombres de la bolsa española
Un despliegue de ideas que sobre todo ataca los sueldos de las grandes empresas del Ibex 35, como bien expone en el siguiente párrafo. “Medidas fiscales y de transparencia sobre las retribuciones variables desproporcionadas en los salarios de los directivos, desincentivando las retribuciones variables que superen las retribuciones fijas establecidas y las retribuciones desorbitadas en especie”. Sánchez quiere obligar a las 'blue chips' nacionales a “publicar en las cuentas anuales de la empresa, el nivel de dispersión salarial entendido como la diferencia entre la remuneración percibida por el primer ejecutivo/a, el salario mediano, el salario medio y el más bajo”. Todo un aviso a navegantes del que no se salva ninguno de los llamados buques insignia de la empresa patria.
Dicen expertos en la materia que Sánchez tratará de reconstruir puentes con el Ibex 35 por interés personal y que no afilará el cuchillo de la 'vendetta'. Pero sabe también que no podrá defraudar a sus electores a los que en enero de este mismo año prometió un impuesto a la banca que “fue rescatada por todos los españoles. Ahora pedimos a la banca que contribuya al rescate del sistema que mejor representa los intereses de todos los españoles: su sistema de Seguridad Social”. Sin olvidar la reforma laboral, de la que empresas como Telefónica se han beneficiado y otras como Santander esperan sacar tajada el próximo año con el ERE de 4.000 personas que se avecina con el Popular.
De momento, la perplejidad es tal que algunas de las 'top ten' del Ibex 35 no saben a qué ministro tendrán que reportar porque se ha desplegado tan abanico de carteras que Endesa, Iberdrola, Repsol, Gas Natural, Acciona y compañía no conocen si se tienen que sentar con la responsable de Industria (Reyes Maroto), con la de Transición Ecológica (Teresa Ribera) o la de Economía (Nadia Calviño).
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