jueves, 28 de septiembre de 2023
Reivindicando figuras claves....
En la configuración Urbanística Carbayona y....
Juan Miguel de la Guardia: el cántabro que reinventó Oviedo
Nombrado en 1882 arquitecto municipal, impulsó la gran renovación urbanística de la capital asturiana entre finales del XIX e inicios del XX.
Por
Carlos Fernández Llaneza
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De la Guardia junto a su mujer e hijos en un retrato familiar.
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28 septiembre 2023
Carlos Fernández Llaneza
Carlos Fernández Llaneza
Portavoz del PSOE de Oviedo y autor de varios libros sobre la capital asturiana.
Hay nombres en la historia de Oviedo que albergan méritos contrastados para figurar en lugar destacado. Algunos han sido reconocidos incluyéndolos en el nomenclátor local o bien, siendo partícipes de la selecta nómina de hijos adoptivos o predilectos. Hace unas semanas solicité el reconocimiento como hijo adoptivo para uno de estos nombres que aún no ostenta ese reconocimiento y su nombre solo figura en una pequeña calle del Campo San Francisco a pesar de haber aportado buena parte de la mejor arquitectura de la ciudad; me refiero al que fuera arquitecto municipal de Oviedo, Juan Miguel de la Guardia Ceynos. Nacido en Ontaneda (Cantabria) en 1859, cursó estudios de arquitectura en Madrid mientras trabajaba como oficial de la clase del cuerpo de terceros del Cuerpo de Topógrafos. Terminó su carrera el 1 de septiembre de 1881. Tras presentarse al concurso convocado por el Ayuntamiento que presidía por aquel entonces don José Longoria Carvajal, le fue otorgada la plaza por unanimidad. Tomó posesión como arquitecto municipal el 13 de septiembre de 1882, sustituyendo en el cargo al señor Patricio de Bolomburu. En su expediente personal consta un certificado médico que reza: “Era de buen temperamento e inmejorable complexión”. D. Miguel de la Guardia falleció en Oviedo el 27 de septiembre de 1910, siendo sucedido en el cargo por D. Julio Galán.
Su gran actividad profesional durante más de treinta años, dejó una profunda impronta no sólo en la arquitectura ovetense sino en la asturiana, por sí solo o en unión de otros grandes arquitectos como Aguirre o Rivero, dando un nuevo carácter a la arquitectura del siglo XIX y muy en particular al nuevo barrio de Uría. En palabras de Mª Cruz Morales, “De la Guardia supo lograr para Oviedo una particularísima imagen arquitectónica que no encontramos en otras ciudades”.
Villa Magdalena.
Escuelas de la calle La Luna.
Edificio de Camilo de Blas.
Casa del Marqués de Tremañes.
Su obra en Oviedo es ingente y sería demasiado prolijo enumerarla toda. Gran parte de ella lamentablemente no se conserva. Citaré algunos de los ejemplos más significativos realizados entre 1883 y 1905:
– Casa del Marqués de Tramañes, esquina Uría con Melquiades Álvarez.
– Casa de Fruela esquina Rosal.
– Casa del Deán Payarinos (actual Conservatorio de Música).
– Antiguo Hotel Covadonga y Banco Asturiano (hoy sede del BBVA en Mendizábal).
– Casa del Conde, en la plaza de la Escandalera esquina Uría.
– Reforma de la casa de los Llanes, en la plaza de la Catedral.
– Arreglo y reforma de la plaza San Miguel.
– Quiosco del Paseo del Bombé en el Campo san Francisco.
– Balaustre de escalera y pasamanos y farolas del Campo san Francisco.
– Reforma de la fachada este del Cuartel de santa Clara.
– Juzgado, Casa de Socorro y servicios municipales en Martínez Marina.
– Plaza de toros de Buenavista.
– Escuelas de la Luna.
– Casas de Fruela, 2, 6, 7, 8 y Rosal, 2.
– Edificio del “Pasaje”.
– Casa del Marqués de san Juan de Nieva, en la plaza Alfonso II, 12.
– Casa de la calle Peso esquina Jesús.
– Edificio para laboratorio de análisis químicos en Campo los Patos.
– Edificio “Villa Magdalena”.
– Casa “Camilo de Blas” en Argüelles, 7.
– Iglesia de las Salesas.
– Reedificación en 1890 de la capilla del Cristo de las Cadenas.
Y uno de los proyectos que más me hubiese gustado ver realizado, el de hacer un paseo por encima de los Pilares, desde san Pedro de los Arcos, hasta el entronque con Marqués de Teverga. Por desgracia los Pilares sucumbieron en 1910 en medio de una gran polémica como tantos otros edificios, muchos de ellos del propio De la Guardia, de ese Oviedo “esencial”.
Casa del Dean.
Demolición del acueducto de Oviedo.
No cabe duda de que muchas de estas obras son emblemáticas para la ciudad. Si a eso sumamos sus trabajos en alineación de calles y la propia configuración urbana de lo que hoy es Oviedo, unido también a un muy extenso trabajo fuera del casco urbano en proyectos de puentes, escuelas, o traídas de aguas, veríamos con total nitidez que estamos ante una persona que ha dejado una honda huella en Oviedo, que, aunque tarde, debemos de reconocer públicamente. Y una idea más. Es tal el volumen de expedientes conservados sobre la obra de este arquitecto en el Archivo Municipal, que sospecho que habría material de sobra para llevar alguna exposición en lugar y tiempo que el equipo de gobierno estimase oportuno, exposición que sin duda sería del gusto de muchos ovetenses y ayudaría a vislumbrar cómo se fue gestando parte del Oviedo que nos ha llegado hasta hoy.
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