lunes, 19 de febrero de 2024
El MC, aquel Partido tan colorido...
“En ningún lugar de Europa se han producido cambios sociales y culturales tan rápidos como en España”
Eugenio del Río, escritor e histórico dirigente del Movimiento Comunista, presentó esta semana en Xixón su último libro "Jóvenes Antifranquistas".
Por
Diego Díaz Alonso
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Eugenio del Río en Xixón. Foto: David Aguilar Sánchez
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Diego Díaz Alonso
Diego Díaz Alonso
Historiador y activista social. Escribió en La Nueva España, Les Noticies, Diagonal y Atlántica XXII. Colabora en El Salto y dirige Nortes.
Eugenio del Río (Donostia, 1943) fue desde su nacimiento hasta su disolución el líder del Movimiento Comunista, una organización nacida en los años 60 a partir de una escisión por la izquierda de la primera ETA. El MC no logró apenas representación institucional en sus años de historia, pero fue muy fértil en el plano de los movimientos sociales, impulsando desde los 70 y 80 el feminismo, el pacifismo, el ecologismo, y renovando así las ideas y prácticas del conjunto de las izquierdas españolas. Retirado de la primera línea política, lleva años escribiendo y reflexionando. Su última obra es “Jóvenes Antifranquistas (1965-1975)” (La Catarata, 2023), un ensayo histórico sobre la irrupción de la generación política a la que pertenece. Esta semana estuvo en Xixón invitado por sus amigos de Acción en Red y el Ateneo Obrero para presentar el libro.
¿Qué llevó a que una importante minoría de la juventud española decidiera tomar partido de un modo tan activo contra la dictadura?
El franquismo nos ayudó a hacernos antifranquistas por lo odioso que era. Tardamos en descubrirlo como tal, pero cuando lo descubrimos tuvimos una especie de conversión. Muchos como yo veníamos de familias conservadoras o indefinidas, en las que no se hablaba de política, y nos dimos cuenta a una determinada edad de que era una régimen farsante y odioso. Fue una reacción.
Implicaba asumir riesgos importantes
Si. Mi proyecto era ir a Madrid a estudiar en la Escuela de Cine, pero cuando me tocaba ingresar ya me había comprometido a fondo. A pesar de la represión todo el periodo de la clandestinidad fue una época de aprendizaje, de preparación. Muy satisfactorio a pesar de todas las cosas malas que tenía vivir así.
¿Por qué en ETA?
Éramos un grupo de jóvenes guipuzcoanos que habíamos llegado a la coclusión de que no queríamos ser sólo antifranquistas de pensamiento, sino también de acción. Entonces había dos opciones: el PCE y ETA. El PCE nos parecía demasiado moderado y aunque no éramos nacionalistas ETA nos parecía que se podía transformar en otra cosa porque estaba en una evolución hacia la izquierda que nos parecía interesante y en la que queríamos influir. Entramos en ETA en el otoño de 1965 y llegamos a tener algunas resposabilidades muy pronto, pero eso produjo una reacción en los sectores más nacionalistas.
¿Cuáles eran los motivos de tensión?
La violencia. Hay un sector partidario de los atentados y otro que éramos contrario. También la cuestión de la inmigración. Los nacionalistas nos tildan de españolistas y nosotros les acusamos de ser contrarios a la población inmigrada. Eso acaba en 1966 en una escisión, ETA-Berri, es decir, ETA-Nueva. De ahí nacerá el Movimiento Comunista Vasco que luego se fusiona con otros grupos del resto de España y da lugar al Movimiento Comunista.
“En ETA hay un sector partidario de los atentados y otro que éramos contrario”
Es curioso porque recuerda a la escisión que se acaba de producir en las juventudes de la izquierda abertzale
No creo que se parezca demasiado. Está muy por definir, creo que a día de hoy tiene muchas influencia de viejas ideas. Habrá que ver.
En España el problema añadido de los jóvenes antifranquistas es que viven bajo la losa de una dictadura nacional-católica, en un país con censura, religión obligatoria, sin anticonceptivos legales ni siquiera
En ese periodo hay una crisis en el mundo católico español, y eso también produjo un espíritu de rebeldía cultural y político entre la juventud que se había formado en el catolicismo. Luego, a pesar de la dictadura y de los límites que ponía a la circulación de nuevas ideas, era imposible lograr un aislamiento completo del país con respecto de la producción cultural internacional o de los cambios en las costumbres y en la relación entre hombres y mujeres, padres e hijos…
Eugenio del Río en Xixón. Foto: David Aguilar Sánchez
Eran una minoría
Había una minoría de jóvenes organizados, y otra capa algo más amplia de miles de jóvenes no organizados pero que podían participar en huelgas, en manifestaciones y en movilizaciones parciales. Éramos claro está una minoría dentro de los siete millones de jóvenes que había en España, pero en la Transición se llegó a producir un desarrollo bastante importante de las ideas de izquierdas y el compromiso político en la juventud.
Uno de los éxitos de la oposición antifranquista fue lograr tener un pie en la Universidad y otro en las fábricas y los barrios obreros
Yo era un mal estudiante, no venía del movimiento obrero, pero mi primera experiencia organizada fue con jóvenes de fábricas. Al principio conectamos incluso más con jóvenes trabajadores que con universitarios. La motivación principal de unos y otros, de obreros y estudiantes, era la misma: acabar con el franquismo y junto a eso había ideales comunistas que iban más allá.
En el PCE había gente de diferentes generaciones, pero en la izquierda radical no había personas mayores. ¿Eso fue un problema?
Al no partir de aprendizajes previos nos dedicábamos a imitar, sobre todo a lo que creíamos habían sido los partidos de la Internacional Comunista. Imitábamos las ideas, las estructuras y la forma de organizarse. Fue una limitación muy seria. Luego con los años, sobre todo a partir de la Transición, fuimos tratando de conquistar nuestra propia autonomía ideológica. Miramos a los movimientos sociales, el feminismo especialmente, y a las diferentes corrientes socialistas del siglo XIX.
Cartel del MC para el referéndum de la Constitución.
¿Cómo vivieron la Transición?
Nos suscitó una reflexión importante la revolución portuguesa. Antes pensábamos que el franquismo no se iba a transformar, pero después de lo de Portugal llegamos a la conclusión de que las voces partidarias de la reforma del franquismo iban a tomar la iniciativa para hacer evolucionar el régimen y hacerlo aceptable a la Comunidad Económica Europea. Nos dimos cuenta de que no iba a haber una revolución social y política en España y que lo que había que buscar era una ruptura democrática frente a ese proyecto reformista salido del régimen.
“Después de lo de Portugal llegamos a la conclusión de que las voces partidarias de la reforma del franquismo iban a tomar la iniciativa para hacer evolucionar el régimen”
Las cosas no fueron como esperaba la oposición
La ruptura era un concepto ambiguo que implicaba un Gobierno provisional y una cierta depuración del aparato del Estado franquista, pero a partir del éxito del referéndum para la Ley de la Reforma Política que promueve Adolfo Suárez en diciembre de 1976, vimos claro que esta era lo que iba a salir adelante y lo que el PSOE, el PCE y los partidos de la oposición moderada iban a aceptar. Las elecciones se organizaron con los partidos de la izquierda radical ilegales. Pese a todo consideramos que había que participar a través de plataformas electorales que improvisamos.
Entrevista a Eugenio del Río en la Transición.
Las organizaciones a la izquierda del PCE se oponían a la Reforma pero fueron incapaces de confluir en una plataforma común
Tendimos a exagerar las diferencias que nos separaban. Planteamos algunos acuerdos en algunas partes, como en Euskadi, donde fuimos con nacionalistas de izquierdas y logramos un diputado para Euskadiko Ezkerra, pero en la mayoría de lugares no se produjo una unidad y no obtuvimos representación. Eso nos llevó a un proceso de radicalización a partir de 1978, pero también a impulsar los nuevos movimientos sociales, especialmente el feminista, el ecologista y el anti OTAN, que fue un movimiento muy masivo y que permitió en los 80 recuperar parte de las energías que habíamos ido perdiendo en la Transición. Como organización, en el MC no vivimos nunca algo parecido en importancia a lo que fue el movimiento por la salida de la OTAN.
El rechazo al sistema político nacido de la Transición lo terminaron capitalizando los nacionalistas de izquierdas, sobre todo en el País Vasco
Euskadiko Ezkerra que fue un acuerdo entre nacionalistas y no nacionalistas, pero en buena medida por la existencia de ETA y de la violencia el pulso por liderar la izquierda radical vasca lo terminó ganando HB.
¿Qué balance haces de los últimos años de la izquierda española?
Hay ciclos más cortos y ciclos más largos. La movilización del 15M, de la PAH y de las mareas en defensa de los servicios públicos fue dando paso a una demanda de intervención política a partir de 2014. En 2014 ganó la primacía de la intervención política sobre la de la intervención social. Ahora Podemos está en decadencia y hay que ver si lo que viene detrás logra consolidarse. No estoy seguro. Todavía es pronto para hacer un balance.
Eugenio del Río. Foto: David Aguilar Sánchez
¿Qué te interesa de la política española?
Me interesa todo. Que se afiance la opción progresista, porque la coalición del Gobierno ahora mismo es muy frágil. Me parece necesario que se consolide el Gobierno para que pueda abrir nuevos campos, sobre todo en el terreno social. Me interesaría que se generara un debate más profundo sobre el futuro de la inmigración o de la articulación territorial en torno a un proyecto federal. Echo en falta un mayor debate sobre esos temas. El federalismo no ha tenido un debate serio, pero el consejo de coordinación de las autonomías para debatir y aplicar las medidas sanitarias durante la pandemia fue un ensayo de federalismo que se podría generalizar.
Una vez te escuché decir que con el 15M te diste cuenta de que España era un país socialmente bastante más progresista de lo que pensabas hace años. ¿Sigues pensando eso ahora, después de la irrupción de Vox?
En ningún lugar de Europa se han producido cambios sociales y culturales tan rápidos como en España. Cuesta encontrar otro país de Europa donde la moral sexual y la secualarización se haya producido tan rápido. A pesar de ciertos límites son cambios de enorme importancia. El acercamiento de los modelos sexuales masculino y femenino es muy considerable, sobre todo si lo comparamos con las pautas de hace cuarenta años. La solidaridad está muy viva. Que haya surgido Vox no contradice eso. Hay una autonomización muy grande de las sociedad respecto al Estado, y hay comportamientos cotidianos que se mantienen independiente de quien gobierne. Eso tiene una enorme importancia.
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