lunes, 19 de febrero de 2024
Por mirar...que no quede!!!!
La izquierda asturiana mira con interés al BNG
El nacionalismo gallego fue ensanchando un espacio sociológico de izquierdas que en los años 70 era mucho más reducido que el asturiano.
Por
Diego Díaz Alonso
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Ana Pontón y militantes del BNG.
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Diego Díaz Alonso
Diego Díaz Alonso
Historiador y activista social. Escribió en La Nueva España, Les Noticies, Diagonal y Atlántica XXII. Colabora en El Salto y dirige Nortes.
En las elecciones de junio de 1977 Asturies votó por la izquierda: el PSOE venció con el 31% de los votos, el PCE obtuvo el 10%, el Partido Socialista Popular el 7% y Unidad Regionalista, la candidatura que agrupaba a las diferentes tribus de la izquierda radical, el 1,88%. En Galicia el voto fue abrumadoramente conservador en aquellas misma jornada. El PSOE quedó por debajo de UCD y AP, el PCE apenas logró el 3% de los votos, y los nacionalistas gallegos de izquierdas, divididos en dos candidaturas, el Partido Socialista Galego y el Bloque Nacional Popular Galego, sumaron el 4% de los votos. Este sería el inicio de dos mapas políticos muy distintos a uno y otro lado del río Eo. En el este un Principado hegemonizada por los socialistas, con IU como aliado coyuntural, y el nacionalismo asturiano fuera de las instituciones, en el oeste una Galicia gobernada de manera casi ininterrumpida por las derechas, pero con una izquierda nacionalista que, tras una larga marcha plagada de rupturas y reconciliaciones, idas y venidas, fue pasando de la marginalidad a la centralidad. Hoy el BNG ya no es el “pariente pobre” de los soberanismos ibéricos, sino un partido que juega en la liga de ERC y de Bildu, y que ha logrado trascender el campo nacionalista para convertirse en el “voto útil” de muchas personas progresistas sin una especial identificación con las ideas nacionalistas.
Partiendo de una gran debilidad inicial, y muy lastrada por sus conflictos internos entre pragmáticos y maximalistas, la izquierda nacionalista gallega fue construyendo con los años un movimiento con implantación electoral, pero también social, cultural y sindical, el primer sindicato gallego, la CIG, y el Sindicato Labrego, segunda fuerza en el medio rural, organizaciones culturales, de estudiantes, vecinales, ecologistas, feministas, e incluso recientemente un diario en papel y digital, Nos.
El nacionalismo fue ensanchando un espacio sociológico de izquierdas que en los años 70 era mucho más reducido que el asturiano
El nacionalismo fue ensanchando un espacio sociológico de izquierdas que en los años 70 era mucho más reducido que el asturiano, pero que hoy está casi al mismo nivel. En cierto modo los mapas políticos de una y otra comunidad están invertidos. El PP domina en la Xunta, pero el PSOE y el BNG gobiernan en la mayoría de ciudades gallegas, mientras en Asturies las derechas controlan los ayuntamientos de Xixón y Oviedo/Uviéu, pero socialistas e IU están al frente del Ejecutivo autonómico. La comparación entre la evolución económica y urbana de una y otra comunidad daría asimismo para otro artículo.
Marcha antinuclear de Xove de 1977.(Foto: A Nosa Terra)
Superado el terremoto de Alternativa Galega de Esquerdas y después las mareas, el BNG no solo ha vuelto ser la segunda fuerza más votada en las autonómicas, sino que además ha obtenido los mejores resultados de su historia. Hoy el Bloque, a pesar de no haber logrado su objetivo de conquistar la presidencia de la Xunta, cuenta con una implantación e influencia social que en la izquierda asturiana se mira con cierta envidia.
“Medren les esquierdes apegaes a la rialidá y al país. Eso, en Galicia, ye’l BNG. Les plantilles fracasen. Apliquémonos el cuentu” apunta Faustino Zapico, director general de Consumo y líder de Izquierda Asturiana, partido integrado en la coalición Convocatoria por Asturies. Fuentes internas de IU también destacan el empuje del Bloque, y señalan como uno de sus puntos fuertes el tirón de la CIG y su sintonía con la dirección del Bloque a la hora de planificar táctica y estrategia políticas. El otro pilar de la formación gallega estaría en su fuerte implantación territorial, concejales y alcaldías, algunas tan importantes como Pontevedra o Santiago de Compostela, una red local, que como en el caso de IU Asturies, permitieron a uno y otro partido replegarse y resistir cuando las Mareas y Podemos vivieron, a uno y otro lado del Eo, su momento de esplendor.
25 de Xullo. Día da Patria Galega.
El coordinador de IU, Ovidio Zapico, se muestra cauto a la hora de hacer valoraciones: “La izquierda tiene que realizar una reflexión profunda con la serenidad q sólo otorga una estructura política y sindical que permanece en el tiempo. Hay una dimensión puramente gallega pero el análisis general es necesario. Los resultados gallegos no son extrapolables pero sí evidencian fortalezas y carencias de las fuerzas políticas”. Los resultados gallegos refuerzan en todo caso algo que en IU llevan tiempo diciendo, el equivalente asturiano de Sumar es Convocatoria por Asturies y no hace falta crear una nueva marca.
Covadonga Tomé, diputada autonómica de Podemos, no oculta su satisfacción por los resultados de Ana Pontón: “desarrolló una campaña ejemplar, hablando de su tierra y su gente, sin dejarse despistar por las cuitas del bipartidismo”. Tomé, enfrentada a la dirección de Podemos, y que busca ahora construir un espacio político autónomo junto a otros aliados, también destaca del BNG que es una fuerza “arraigada en el territorio”, y con una transversalidad compatible con su ideología de izquierdas.
Los críticos con el BNG desdeñan del partido su tendencia al sectarismo y al mesianismo, pero destacan como su principal capital político una militancia muy disciplinada y comprometida con el proyecto, incluso en lo económico cuando hace falta. El descalabro de Sumar y de Podemos en las elecciones gallegas es muy probable que vaya a contribuir a que todo el mundo en todas partes quiera reforzar las marcas propias autonómicas frente a un nombre, “Sumar”, que no garantiza por sí solo ningún éxito. Sin embargo, si todo queda en un debate nominal y de marketing político no se habrán entendido las raíces más profundas del “efecto Pontón” vivido este domingo en la comunidad vecina.
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