El tirón del Fútbol british en los últimos 6/8 años, se está difuminando, vinculado a la crísis financiera global.
Las arcas de la Premier se asoman a la bancarrota
En 1989 la UEFA decidió sancionar a los clubes ingleses con cinco años de suspensión de cualquier competición europea, seis en el caso del Liverpool. Fueron las consecuencias deportivas que adoptó el organismo regulador del fútbol en el Viejo Continente tras la tragedia del estadio belga de Heysel, en la que 39 espectadores murieron a consecuencia de una avalancha provocada por un grupo de hinchas radicales del conjunto red en la final de la Copa de Europa entre el Liverpool y la Juventus.
Diez años después, la UEFA podría volver a alejar a los clubes ingleses de sus torneos, aunque en esta ocasión las causas no estarían en la violencia de las gradas, sino en los números rojos de sus arcas.
Hace unas semanas, David Taylor, secretario general de la UEFA, advertía de la posibilidad de tomar medidas drásticas para combatir la incipiente crisis que vive el fútbol, entre ellas la de excluir de la Champions League y la Copa de la UEFA aquellos equipos que no consiguieran frenar su nivel de deuda.
Aquella amenaza ha hecho saltar ahora las alarmas en la Premier League, un modelo que durante las últimas temporadas ha exportado su imagen de sistema óptimo y eficiente de explotación y gestión deportiva. Sus clubes ganan más dinero por derechos audiovisuales, pagan mejores sueldos a sus futbolistas y son los favoritos en los torneos internacionales. Pero también son los que corren mayor riesgo de sufrir los efectos de la crisis financiera mundial.
La 'burbuja' futbolística
Las burbujas creadas por el sistema crediticio e inmobiliario en los últimos años parece que también alcanzaron al fútbol inglés, que ahora ve amenazadas sus estructuras a consecuencia de la crisis. Un ejemplo es el Newcastle United. Hace un año el empresario Mike Ashley lo compró por un valor de 170 millones de euros y el firme propósito de que definitivamente despegara como una alternativa a ganar la Premier League.
El Newcastle es uno de los clubes que más dinero ha gastado en fichajes en las últimas campañas. Hace tres años, por ejemplo, invirtió la friolera de 65 millones en nuevas contrataciones y desde 2003 no se gasta menos de 30 kilos por campaña, el mismo período que lleva con Northern Rock como patrocinador principal.
La inyección de capital procedente del banco inglés despertó la esperanza de codearse con los grandes en un club que no celebra un título desde 1955. Pero Northern Rock es hoy uno de los símbolos de la crisis financiera internacional, con una deuda por encima de los 10.000 millones.
Ante esta situación, a Mike Ashley no le ha quedado más remedio que poner el equipo en venta. ¿Pero quién querrá comprarlo? Según ha trascendido en la prensa inglesa, el grupo Dubai Investment Capital planea su desembarco en la Premier tras ver frustrado su intento de compra del Liverpool hace dos años. Más exótica es la posibilidad de que el club acabe en manos de Bill Gates, un rumor que carece de cualquier sentido.
No es un caso aislado. En una situación similar se encuentra el West Ham, uno de los clubes más carismáticos de Inglaterra. Su dueño es el magnate islandés Bjorgolfur Gudmundsson, que entre su fortuna cuenta con un importante paquete accionarial del Land-banski, el segundo banco nacional de Islandia. Hace unas semanas esta entidad fue intervenida y nacionalizada por el Gobierno. Gudmundsson no sabe a cuánto ascenderán sus pérdidas y, para agravar aún más la situación, el club ha visto en el inicio de la presente campaña cómo su principal patrocinador quebraba: la empresa de aerolíneas XL Leisure Group.
La primera medida adoptada por el West Ham ha sido el anuncio de que venderá a parte de su plantilla para recortar gastos. Pero la crisis no sólo se ceba con los más modestos. La federación inglesa estima que la deuda de todos los clubes de la Premier League se sitúa en torno a los 4.000 millones de euros. Un tercio corresponde a los tres clubes más potentes: el Chelsea cuenta con un debe de 790 millones, el Manchester United necesita cubrir otros 750 kilos y el Liverpool arroja unos números rojos de 440 millones de euros.
Salvando el caso del primero de ellos, donde el principal acreedor es su propio dueño, el magnate ruso Roman Abramovich, la situación de los otros dos se complica en caso de que la UEFA decida cumplir con su amenaza el próximo ejercicio. El Manchester United no sabe qué pasará con los 70 millones que figuran en su contrato de esponsorización con la firma de seguros AIG, otra de las que no han sobrevivido a la crisis financiera internacional.
Tampoco sabe el Liverpool cuándo podrá iniciar las obras para construir su nuevo estadio. Además, en el primer trimestre de 2009 sus dueños, los norteamericanos Gillett y Hicks, renegociarán la deuda contraída por la compra del club. Ésta fue financiada a través de Wachovia, el banco cuyas pérdidas anunciadas en los nueve primeros meses del año superaban los 26.500 millones de euros. ¿Y cómo se dribla eso?
No hay comentarios:
Publicar un comentario