Ejemplo claro de la depresión XXI.
EEUU destina toda su riqueza de un año para salvar a la banca
El volumen de los planes de rescate del sistema financiero equivale al PIB de la primera economía del mundo.
G. García / Bloomberg
Nadie duda ya que la crisis actual ha sido provocada por los excesos cometidos por los bancos durante la última década. Una actuación descontrolada que les ha llevado a contabilizar miles de millones en pérdidas y a poner en jaque a la economía mundial. Para evitar un desastre mayor, los Gobiernos se han visto obligados a abandonar su alergia a intervenir en la economía, inyectando cantidades ingentes en el sistema financiero. Literalmente, los contribuyentes están rescatando a las entidades. Y el precio pagado no es pequeño.
Hasta el momento, el Gobierno de EEUU ha gastado, prestado o garantizado 12,8 billones de dólares en sus diversos programas de salvamento de la economía, tratando de frenar la recesión más profunda desde los años 30. Una cantidad que se acerca al Producto Interior Bruto (PIB) del país en 2008, es decir, al valor de todo lo producido por los estadounidenses durante el año pasado, según informa Bloomberg, que fueron 14,2 billones de dólares. Es decir: el resultado del trabajo de los ciudadanos del país durante todo un año se ha destinado a ayudar a los causantes de la crisis, los bancos.
Enorme deuda
El dinero utilizado corresponde a 42.105 dólares por cada hombre, mujer y niño de Estados Unidos, y supone 14 veces los 899.800 millones de dólares en efectivo que se encuentran en circulación en el país.
El último plan de rescate, detallado la semana pasada, pretende establecer una salida a los llamados activos tóxicos de los bancos, aquellos relacionados con hipotecas basura y otros activos de alto riesgo para los que hoy en día no hay mercado.
El programa de la Reserva Federal (Fed), el Departamento del Tesoro y el Fondo de Garantía de Depósitos (FDIC) incluye hasta 1 billón de dólares —aunque de momento sólo se ha puesto en movimiento la mitad de esta cantidad—para el programa de inversión público-privado, diseñado para ayudar a los inversores a comprar préstamos morosos y sacarlos de los balances de los bancos.
El objetivo es recuperar la fortaleza de la banca y conseguir así que ésta vuelva a conceder créditos, pues de ellos depende el desarrollo de la economía y la revitalización del consumo. El pasado viernes, el presidente Barack Obama y el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, se reunieron en la Casa Blanca con los directivos de los 12 bancos más grandes del país con el fin de conseguir su apoyo para descongelar los 20 meses de parálisis en la actividad crediticia. Algunas de las entidades que acudieron al encuentro, como Citigroup y Bank of America, han recibido ayudas del Gobierno.
“El presidente y el secretario del Tesoro han dicho que harán lo que sea necesario. Si es suficiente, genial. Si no es suficiente, tendrán que hacer más”, comentó tras la reunión Lloyd Blankfein, el consejero delegado de Goldman Sachs. A cambio, el Gobierno impondrá una serie de exigencias a las entidades y promoverá un endurecimiento severo de la manera en que operan en los mercados. En concreto, el Tesoro quiere regular el sector de los hedge funds y de los fondos de capital riesgo.
Los nuevos planes del Gobierno incluyen una línea de crédito de 500.000 millones de dólares para el FDIC, lo que permitirá a la agencia garantizar deuda por hasta dos billones de dólares para los participantes en el programa de inversión público-privado, y en el TALF, destinado a facilitar préstamos de valores titulizados a plazo.
La presidenta del FDIC, Sheila Bair, advirtió de que el fondo de garantías para proteger los depósitos de los clientes en los bancos estadounidenses podría agotarse por culpa de las sucesivas quiebras de instituciones bancarias. El pasado 25 de septiembre, la caída de Lehman Brothers supuso la mayor bancarrota de la historia del país.
La cantidad empleada en rescatar a la economía ha crecido un 73% desde noviembre del año pasado, cuando el volumen de fondos, préstamos y garantías ascendía a 7,4 billones, según los cálculos realizados por Bloomberg. “La comparación con el PIB sirve para demostrar cómo de extraordinarios son los esfuerzos que se han hecho para estabilizar los mercados de crédito”, señala Dana Johnson, economista jefe de Comerica Bank, una entidad estadounidense.
A un paso del colapso
“Todo lo que la Fed, el FDIC y el Tesoro hacen no siempre funciona bien, pero en octubre estuvimos a un paso de un colapso verdaderamente horrible del sistema financiero”, asegura Johnson, un antiguo economista de la Fed. “Entonces el Gobierno tuvo que utilizar toda su creatividad para evitar que se materializara el peor escenario posible, y me alegra mucho que lo hayan hecho”, añade.
De uno de los principales planes de salvamento, el TARP (programa de compra de activos problemáticos) se han empleado ya casi 600.000 de los 700.000 millones de dólares con los que cuenta, y sus efectos sobre la economía aún no son visibles. Para algunos expertos, el enorme gasto de estos programas puede terminar conduciendo, en lugar de a un relanzamiento, a un estancamiento de la economía mucho mayor.
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