Los biocombustibles en rayos.
El error en el cálculo de las emisiones producidas por los biocombustibles
@José M. de la Viña - 03/11/2009 06:00h
Leo con consternación que cualquier plan de biocarburantes agravará las emisiones de carbono a la atmósfera. Lo que me asombra, si es verdad, es que hasta ahora se hayan hecho mal los cálculos, no que esto no sea posible. La prensa se hizo eco la semana pasada de un estudio publicado en la revista Science que anuncia que el impacto de los biocarburantes en las emisiones no se está calculando adecuadamente ya que los protocolos internacionales sobre estos combustibles ignoran la mayor parte de las emisiones causadas por los propios cultivos destinados a producirlos. Intentemos aclarar las cosas.
Biocombustibles: una bioenergía renovable y ecológica…
Algunos denominan a estos combustibles verdes. ¿Lo son de verdad? Veamos los argumentos a favor: los biocombustibles son renovables. Efectivamente lo son al fabricarse a partir de biomasa procedente de plantas o vegetales fruto de cosechas y de desechos forestales o agrícolas que se renuevan en cada ciclo –no se consideran tales los provenientes de deforestaciones ilícitas y otros casos similares-. Son ecológicos en teoría si bien al quemar emiten CO2 y contaminan como los combustibles fósiles aunque generalmente en menor proporción. Su ecologismo es debido a que las plantaciones de donde proviene esa biomasa hacen de efecto sumidero gracias a la fotosíntesis que neutraliza parcialmente las emisiones producidas durante todo el proceso de fabricación y su posterior combustión.
…que podría no serlo tanto…
Ahora bien, en el otro lado de la balanza tenemos junto a la mencionada contaminación durante su combustión, como todo combustible sea fósil o renovable, que los biocombustibles necesitan abundantes recursos para su crecimiento, fabricación y transporte hasta su lugar de consumo. El trabajo que desarrolló la naturaleza a lo largo de cientos de miles de años para fabricar los combustibles fósiles ahora deberá hacerse en unos pocos meses para alcanzar resultados similares. Y eso tiene un coste. Es imposible hacerlo sin semillas, agua, fertilizantes,… que han necesitado de abundante energía, generalmente no renovable, ya antes de poder ser utilizados, al menos por ahora; y que han producido emisiones y contaminación. Los trabajos agrícolas –con sus tractores, cosechadoras o agua bombeada- necesitan asimismo energía, siguen emitiendo CO2 y contaminando. Una vez cosechada la biomasa hay que transportarla hasta la planta: más de lo mismo. Hay que añadir a todo lo anterior que la biomasa recolectada necesita un proceso industrial y por lo tanto energía adicional para poder ser convertida en biocombustible listo para su uso, muy a menudo gas natural. A día de hoy, para fabricar 1 tep (tonelada equivalente de petróleo) de biocombustible se podrían necesitar, según diferentes fuentes, entre 0,25 y 0,68 tep de energía de momento fósil con sus emisiones correspondientes, dependiendo de la biomasa, el proceso, y la logística utilizada. Es decir, que sumando todo y sin tener en cuenta el efecto sumidero de las plantaciones de las que provienen, el consumo de biocombustibles podría llegar en muchos casos a generar más emisiones que el combustible fósil que trata de reemplazar.
Afirma el mencionado artículo (la traducción es mía) causante de la alarma que “la contabilidad utilizada para valorar el cumplimiento de los límites de carbono en el Protocolo de Kyoto y en la legislación sobre el clima contiene un defecto corregible significativo que socava de manera importante los objetivos de reducción de gases. No contabiliza el CO2 emitido por exhaustaciones y chimeneas cuando la bioenergía es utilizada, pero tampoco tiene en cuenta los cambios en emisiones provenientes del uso de la tierra cuando la biomasa para ser utilizada como energía es cosechada o plantada. Esta errónea contabilidad considera toda la bioenergía como neutra desde el punto de vista de las emisiones independientemente del origen de la biomasa, lo que puede causar grandes diferencias en el cálculo de las emisiones netas”.
Y aquí empieza la polémica. La UE publica en su reciente Directiva relativa al fomento del uso de energía procedente de fuentes renovables los siguientes valores típicos de reducción de emisiones teniendo en cuenta el efecto sumidero:
A. Valores típicos y valores por defecto para los biocarburantes producidos sin emisiones netas de carbono debidas a cambios en el uso del suelo
Proceso de producción del biocarburante Reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, valores típicos Reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, valores por defecto
Etanol de remolacha azucarera 0,61 0,52
Etanol de trigo (combustible de proceso no especificado) 0,32 0,16
Etanol de trigo (lignito como combustible de proceso en instalaciones de cogeneración) 0,32 0,16
Etanol de trigo (gas natural como combustible de proceso en caldera convencional) 0,45 0,34
Etanol de trigo (gas natural como combustible de proceso en instalaciones de cogeneración) 0,53 0,47
Etanol de trigo (paja como combustible de proceso en instalaciones de cogeneración) 0,69 0,69
Etanol de maíz, producción comunitaria (gas natural como combustible de proceso en instalaciones de cogeneración) 0,56 0,49
Etanol de caña de azúcar 0,71 0,71
Biodiésel de colza 0,45 0,38
Biodiésel de girasol 0,58 0,51
Biodiésel de soja 0,4 0,31
Biodiésel de aceite de palma (proceso no especificado) 0,36 0,19
Biodiésel de aceite de palma (proceso con captura de metano en la almazara) 0,62 0,56
Biodiésel de aceite de palma (proceso con captura de metano en la almazara) 0,62 0,56
Si lo que dice el artículo de Science es cierto, estos datos, entre otros, serían erróneos. Y las reducciones de emisiones serían menores, con lo que haría muy difícil por no decir imposible cumplir con los propios objetivos de eficiencia marcados por la mencionada Directiva. Contempla ésta que la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero derivada del uso de biocarburantes y biolíquidos será de un 35 % como mínimo desde su entrada en vigor, pero que con efectos a partir del 1 de enero de 2017, la reducción será de un 50 % como mínimo. Y que a partir del 1 de enero de 2018, dicha reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero será del 60 % como mínimo para los biocarburantes y biolíquidos producidos en instalaciones cuya producción haya comenzado a partir del 1 de enero de 2017.
…lo que podría obligar a rehacer los cálculos y a replantear la estrategia europea
Por otro lado, la Directiva, con su rigidez en los meritorios objetivos a alcanzar, podría meter tanta presión en la agricultura mundial que fuese a la postre contraproducente para la naturaleza. Podría no estar tan claro que vaya a haber suficientes campos disponibles para un uso bioenergético masivo sin entrar en colisión con las necesidades alimenticias de los humanos, sin cargarnos los cada vez más acorralados ecosistemas que a duras penas sobreviven y sin poner al límite las disponibilidades mundiales de agua dulce, sobre todo si se cumplen las alarmantes predicciones referentes al cambio climático y al próximo aumento de las temperaturas.
Servida la polémica, esperemos que se rehagan rápidamente los cálculos y se modifiquen las estrategias si las actuales pudiesen acabar siendo más perjudiciales para el Medio Ambiente. No pretendamos ir demasiado rápido sin estar razonablemente seguros. Podríamos estar haciendo un pan como unas tortas social y medioambiental.
No hay comentarios:
Publicar un comentario