jueves, 26 de noviembre de 2009

Caser, una trayectoria impecable, pero....

Demasiados dueños.

Caser, ¿el juguete que las cajas terminarán por romper?

McCoy - 26/11/2009

Uno de los actores que están pasando más desapercibidos en todo el proceso de racionalización del sector financiero en general, y de las cajas en particular, es la aseguradora Caser, recientemente multada por la CNC por cartelización de precios. Sociedad participada por cerca de 40 de estas instituciones financieras, su trayectoria empresarial ha sido hasta ahora más que razonable, como acreditan sus principales magnitudes de negocio. Sin embargo, determinados movimientos llevados a cabo recientemente llevan a pensar que tal coherencia estratégica ha llegado a su fin.
El modelo banca-seguro está viviendo en la actualidad una auténtica revolución, fundamentalmente por dos motivos. Primero, la aparición de nuevos competidores. Hasta finales del siglo pasado, la actividad relacionada con el seguro era desarrollada, con carácter general, por compañías pertenecientes a las propias entidades bancarias y se centraba en el ámbito de vida. Sin embargo, a partir del año 2000 renace, al calor del boom inmobiliario y la prosperidad asociada al mismo, el negocio de no vida que se canaliza a través de sociedades participadas, internas o externas. Se trabaja en un régimen de exclusividad.
El desarrollo de la Red y la aparición de instrumentos de integración y comparación inmediata de datos desde múltiples fuentes distintas llevan al nacimiento de los agregadores multicompañías, muy centrados en el ramo del automóvil. Firmas que son capaces de identificar el producto que mejor se ajusta a las necesidades de un cliente concreto, más allá de la oferta de la propia firma financiera o de la compañía aseguradora con la que cubre esa parte de su cartera de activos. La llegada de la nueva competencia mete una enorme presión en precios y ejerce un efecto terrorífico sobre el ratio de abandonos y la captación de nuevas pólizas (Cotizalia VA, Semillas de incertidumbre en el sector asegurador).
La redefinición del modelo de negocio que lleva aparejado el nacimiento de estos actores coincide en el tiempo, y entramos en el segundo punto, con una imperiosa necesidad por parte de bancos y cajas de obtener liquidez y, sobre todo, plusvalías que les permitan mejorar su deteriorada solvencia como consecuencia del rápido repunte de la morosidad. Indudablemente, la tentación de desvincular el negocio asegurador del resto de la entidad, a cambio de ventajosos acuerdos de comercialización para el adquirente, es demasiado grande como para dejarla escapar, salvo que gran parte del propio futuro esté ligado, precisamente, a su permanencia en las cuentas anuales. Es el caso de Bankinter y Línea Directa (Cotizalia VA, RBOS le puede arreglar la vida a Bankinter).
Pues bien, Caser se enfrenta, en relación con estas dos cuestiones, a un futuro, cuando menos, apasionante. Por una parte la presión de sus clientes por contar con esa arquitectura abierta de producto que, impuesta con mayor o menor éxito en el mundo de la gestión de fondos, aterrizará sí o sí en su negociado más antes que después. Ese es un problema, no menor, pero común a la mayoría de las compañías aseguradoras si bien a más volumen, y Caser es el segundo grupo asegurador español, más impacto potencial.
Se une a esa realidad colectiva, la voluntad de sus dueños de utilizar la firma para aliviar sus cuentas de resultados. Caser ha adquirido a principios de mes el 50% de los seguros de vida de Caixa Nova y Banco Gallego y se encuentra a punto de cerrar un acuerdo similar con la mallorquina Sa Nostra, con un desembolso total que rondará los 250 millones de euros, poco más del 17% de la tesorería disponible a cierre del pasado ejercicio por lo que puede ser sólo el principio. Unas transacciones que se pueden entender bien en términos de cartera (estanca en 2008 respecto a 2007 en cuanto al número de pólizas) pero no por el lado del canal de distribución y nueva producción.
¿Por qué? El proceso de concentración acelerada que amenaza con producirse en el primer semestre del año que viene en el subsector de cajas lleva a que nos podamos encontrar con la paradoja de que cada una de ellas venga con un distribuidor exclusivo, propio o ajeno, o un multiagregador debajo del brazo. Y entonces, ¿quién se llevará el gato al agua?, ¿qué sentido tendrán las últimas compras?, ¿no sería más racional esperar y ver? Preguntas que surgen a bote pronto y que van en contra de esa redefinición estratégica a la que alude el equipo directivo de Caser para justificar sus adquisiciones.
Se puede jugar a la compensación por incumplimiento pero es una apuesta arriesgada. Puede también que la opción sea creer que la virtualidad que caracteriza los movimientos preliminares entre entidades llamadas a fusionarse termine por confirmarse y que, por lo tanto, se vaya a mantener la coyuntura actual con duplicidad de marcas y distribución independiente. Pero sería pan para hoy y hambre para mañana.
Por tanto, haría bien la aseguradora de las cajas en no manchar la trayectoria recorrida hasta ahora. Pero me da que el café se lo van a tirar otros encima. Y, salvo que los socios franceses pongan freno a tal disparate, tendrá que poner la otra mejilla. Al tiempo.

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