Es trascendental......
Brown se dispone a poner coto a las bonificaciones de los ejecutivos
@Celia Maza. Londres.- 18/11/2009 11:30h
Gordon Brown quiere jugar sus últimas cartas y está dispuesto a dar a la Autoridad de Servicios Financieros (FSA, por sus siglas en inglés) todo el poder para que pueda anular los movimientos de la City sospechosos de causar inestabilidad en el sistema. Esto incluye los contratos de los banqueros y, por supuesto, los polémicos bonus.
El movimiento es un órdago en toda regla que se anunciará hoy en el tradicional Discurso de la Reina. La cita es un evento cargado de pompa donde la soberana inaugura el periodo de sesiones del Parlamento leyendo el avance legislativo del Ejecutivo. En circunstancias normales, se trataría de un acto protocolario. Sin embargo, este año marca la diferencia.
El premier sabe que es una de las últimas bazas que le quedan antes de las elecciones generales y va a anunciar hasta quince proyectos de ley de corte populista para intentar desmarcarse de los tories. Su círculo más cercano ya ha advertido de que será el discurso “más político” desde que Tony Blair recuperó el poder para los laboristas tras dieciocho años en la oposición.
La educación y la sanidad son dos de los puntos clave, pero, sin duda alguna, es en el terreno económico donde radica la gran apuesta: la FSA tomará las riendas de Liverpool Street y Canary Wharf como nunca antes lo había hecho.
Hace tiempo que el presidente del regulador, Adair Turner, había advertido al Gobierno de que sus competencias actuales no eran suficientes para poner coto a las bonificaciones. Cuando las críticas se le echan encima exigiéndole más actuaciones para frenar la ya denominada “cultura casino”, el organismo se queja de que sólo tiene lanzas de madera para luchar contra todo un batallón. Hasta la fecha, tan sólo ha publicado unas pautas de conducta en materia retributiva que recomiendan dividir a lo largo de un trienio el reparto de las polémicas pagas y limitar a un año las garantías de su concesión en los contratos.
¿Amenaza para la City?
Muchos han alertado al premier de que dar un paso más amenazaría el liderazgo de la City en el Viejo Continente, ya que las entidades huirían en estampida dejando a la capital británica huérfana. Pero lo cierto es que el sector, de momento, puede estar tranquilo. Para que los planes de Brown se lleven a cabo, el proyecto de ley tendría que convertirse en norma antes de los comicios. Se presume complicado.
Además, David Cameron -al que colocan todas las encuestas en Downing Street la próxima primavera- ha prometido retirar a la FSA las competencias para devolvérselas al Banco de Inglaterra. Sería el fin del sistema tripartito de supervisión financiera, la gran aportación de Brown durante su época como responsable del Tesoro.
Aunque los tories se perfilan como favoritos, la jugada del líder laborista les ha pillado por sorpresa. Como oposición, únicamente han planteado una medida que cayó en el ostracismo nada más ser explicada: limitar los bonus en metálico a las 2.000 libras y entregar el resto en acciones. La propuesta estaba dirigida en exclusiva para la banca comercial y no para las divisiones de inversión, señaladas unánimemente como catalizadores de la crisis. Los analistas consideraron que el plan no tenía ni pies ni cabeza. Hasta ahora a David Cameron le ha salido bien la jugada de culpar a Brown de todo, pero lo cierto es que nadie sabe aún el plan que llevará a cabo cuando se traslade al número 10.
El hecho de que a los tories les queden aún muchos asuntos por perfilar se ha convertido en el mejor arma del equipo del premier, que se plantea incluso adelantar la llamada las elecciones para coger al rival desprevenido. En un principio, los comicios se esperan para el próximo seis de mayo, pero se baraja la posibilidad de convocarlos en abril o incluso en marzo.
Lo que está claro es que Brown ya ha empezado la campaña electoral. Y el Discurso de la Reina de hoy no es el único factor que lo demuestra. La formación también ha hecho un reparto de los recursos con los que cuenta para la cita definitiva y ha empezado a trabajar sólo en aquellas circunscripciones en las que las que, por tradición, siempre ha ganado un laborista. Los escaños más inseguros, de momento alrededor de 60, han quedado abandonados a su suerte.
La estrategia no busca una victoria imposible, sino evitar una derrota aplastante. En las citas con las urnas convocadas desde de que el primer ministro se mudó a la residencia oficial, los conservadores no sólo ha ganado más 240 ediles, sino que han hecho suyos feudos laboristas tan significativos como Bury, Redditch, Crewe y Nantwich. La última encuesta, publicada ayer por The Guardian, daba un apoyo a los tories del 42% frente al 29% pata los de Brown. Los corrillos de Westminster auguran que el Laborismo tardará diez años en recuperarse de un golpe que quizá también haga tambalearse a la City.
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