EURO SUB-21 | Otro título para España (0-2)
Campeones de hoy y mañana
No debe de ser casualidad que España sea campeona de todo jugando tan bonito. No habría que atribuir al azar el último éxito de la sub-21, que acabó con Suiza en Aarhus con asombrosa rotundidad. Nadie sospeche que se trata de un sueño, sino de un capítulo más de estos días dorados, donde el trabajo bien hecho y el talento vienen de la mano. También en esta generación, comandada por el poderío de Javi Martínez y los malabarismos de Thiago, autor de un golazo de falta desde 40 metros. Así se cerró una final de rotundo color blanco, ese que se coloca alguna vez esta Roja de corazón. [Narración: 0-2]
No tuvo rival España y ganó el título cómo y cuándo quiso. Se abrió paso con paciencia entre un mar de piernas y ganó una final como si fuera un partido cualquiera. Siempre rozando el sobresaliente, entre todos los futbolistas destacó Javi Martínez, un coloso en el mediocentro, merecedor de unas distinciones individuales centradas casi siempre en el elogio de los goleadores.
A los tres minutos, arrancó Javi por primera vez, con esa tranco formidable, para fabricar la primera oportunidad, desperdiciada por un mal control de Adrián. Era el único modo de progresar, porque cuando Ander Herrera venía a recibir de espaldas, ya le apretaba uno. Y cuando se venía Thiago, encimaban dos. Sobraban las ganas de cogerle el tacto al balón, aunque había que sudar tinta para ganar cada metro. Con dos presiones tan adelantadas y ni un solo pelotazo, la media hora inicial se desvaneció entre choques y empellones.
Primeros avisos
Sólo entonces bajó algo la densidad del tráfico. Tras la amarilla a Lustenberger, Suiza replegó líneas. En la medular se sucedían las batallas por cada balón dividido, aunque la brisa de fútbol, ligera pero constante, comenzó a soplar hacia el área de Sommer. Tras un saque de esquina de Thiago, derribaron con un manotazo a Javi Martínez. Luego, el '19' culé probó fortuna con un disparo ligerísimamente cruzado desde la frontal. Entre medias, De Gea sacó los puños para desviar una volea de Shaqiri a media altura.
Una leve anomalía en el curso natural de los acontecimientos. Porque Suiza, que es un equipo notable, poderoso y trabajado, apenas podía contener lo que se le venía encima. La movilidad de Adrián, la zurda de Mata y el trabajo de Muniain comenzaban a dar sus frutos. Hasta Montoya se aventuró por el carril derecho, aunque fue por el lado contrario por donde vino un gol, servido con precisión por Didac y cabeceado sin piedad por Ander Herrera. Era el primero que encajaba Sommer en todo el torneo.
Una situación adversa para Pierluigi Tami, que al poco de volver del descanso metió dos cambios. Suiza quiso tocar más y se acercó con mucho peligro con la única llegada de Emeghara. Pretendió irse arriba, con más desesperación que confianza y ni siquiera superó la barrera Herrera-Martínez, una pareja para hacer soñar a San Mamés. Si Ander firmó una actuación sobresaliente, Javi, ubicuo, se vistió de coloso para barrer cualquier pelota a su alcance.
El golazo de Thiago
Con ese ancla, España agarró la final por el pescuezo y debió resolver mucho antes. Con una llegada de Muniain por la izquierda o con un testarazo a bocajarro de Botía. Dos apariciones nada más, demasiado poco para esa sinfonía al primer toque, donde no sobraba ni una sola nota. Se perdonó entonces y Suiza dejó dos sustos a balón parado, el más claro en la cabeza de Klose. Había veneno en el toque de Shaqiri, aunque nada que ver con la bota derecha de Thiago.
Fue un libre directo a unos 35 metros de la portería, con el empeine de una bota derecha destinada a marcar época. Pudo responder mejor Sommer, aunque esa parábola era el justo premio a este genial marabarista. Esa magia es la de España, la gran dominadora del fútbol mundial. Y no, no piensen que es un sueño.
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