Alta cocina libanesa de inteligentes armonías y evocadores aderezos
El Economista
Un nuevo restaurante que lo tiene todo para ser uno de esos lugares que esta capital llena súbitamente para luego abandonar tan rápido como lo abarrotó. Pero detrás de Du Liban hay bastante más que un local precioso (que lo es), un sitio inmejorable (en La Moraleja) o un refinado ambiente que impregna todo el establecimiento: subyace una cocina original y poderosa de cuidada firma. La culinaria libanesa es una gran desconocida en esta ciudad, lo que no significa que no haya varios restaurantes que la practican, aunque siempre desde una óptica de barrio, con un carácter tan étnico como silencioso.
Este Du Liban, perdidas ya rigideces tras dos meses de rodaje, ha venido a cubrir el hueco que hace ya once años dejó De Funny tras su cierre, a pesar de que aquel ambiente era más popular, incluso con bailarinas que se paseaban por las mesas. Ese hueco es el de la alta cocina libanesa, considerada una de las más exquisitas de Oriente. ¿La razón? La excelencia de las materias primas, su extraordinaria variedad de preparaciones, un perfecto y comedido uso de las especias y ese toque francés de distinción como herencia de su época colonial.
Horario 'non stop'
Visitar Du Liban es una maravillosa ocasión para sumergirse en un mundo de sugerentes sabores, para muchos desconocido. Quizás por eso la carta ofrece varios menús degustación (desde 20 euros, al mediodía) con unos platos tradicionales que gracias a un horario non stop también pueden tomarse entre horas, con raciones y apetitososmezzes (entremeses libaneses variados) para compartir. Preciosista tabbouleh (ensalada con perejil) de finísima picada, Hummus, el moutabbal (puré de berenjenas ahumadas) o la ricamoussaka libanesa, tan diferente de la griega. No falta el falafel (albóndigas fritas de pasta de garbanzos) ni la shawarma, a base de pan de pita hecho en la casa relleno de pollo o ternera. Y, por supuesto, unas deliciosas carnes sabiamente hechas a la parrilla en horno de leña de roble.
Todo se puede acompañar de vinos libaneses si se desea con tres referencias, además de una amplia relación de vinos nacionales. Después de unos dulces típicos -esas delicias tipo mignardises hechas a base de hojaldre crujiente, miel y frutos secos-, nada como un clásico arak (destilado de uva) o terminar con una sisha de tabaco de frutas junto a un té libanés en la bonita terraza. Y por lo demás, y en el extenso horario, todo tipo de oferta para el cliente: desayunos gourmet, aperitivos o mezze, copas y espléndidos cócteles.
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