Gibraltar, un vestigio del colonialismo que dura 300 años
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Vista del peñón de Gibraltar.
Entre las actividades destaca un acto que se celebrará a lo largo del día en la Plaza John Mackintosh, donde con una réplica de imprenta de la época, operada por varios actores, se imprimen ejemplares de la portada del Tratado para entregar a los ciudadanos.
El Tratado de Utrecht ayudó a poner fin a la Guerra de Sucesión Española, en la que participaron varias naciones rivales, entre ellas Gran Bretaña, Francia, España, Portugal, Saboya y la República Holandesa. El Artículo X del Tratado de Utrecht establece la cesión del Peñón a Gran Bretaña: "El Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento alguno".
El Peñón ha sido objeto de disputa diplomática entre los dos países desde 1940, cuando el régimen del general Franco inició sus reclamaciones, unas reivindicaciones españolas que siempre han sido apoyadas por Naciones Unidas. Fue el 26 de junio de 2002 cuando los entonces ministros de Asuntos Exteriores de España, Josep Piqué, y del Reino Unido, Jack Straw, hablaron de este litigio y desde entonces el parón en la búsqueda de soluciones ha sido la tónica predominante.
El control de las aguas que rodean Gibraltar es el punto más conflictivo del contencioso que mantiene España con Reino Unido sobre la Roca, que se manifiesta en tres áreas: la pesca, el medio ambiente y la lucha contra el contrabando y el narcotráfico. España no reconoce ningún derecho a Gibraltar sobre esas aguas y considera que su vigilancia y control le compete, ya que el Tratado de Utrecht (1713) cede a la Corona británica la ciudad y el castillo de Gibraltar, junto con su puerto, defensas y fortalezas, pero no las aguas territoriales, el espacio aéreo suprayacente y el istmo. Frente a esta postura, Gibraltar reivindica su derecho a controlar sus aguas territoriales.
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