Silvia Pérez Cruz: «Como mejor hablo de las emociones es catándolas»
ABC
La película «Blancanieves» le hizo ganar el Goya a la mejor canción original. Tras su presentación en los grandes teatros, para Silvia Pérez Cruz llega la hora de los festivales
Hace ya más de un año que Silvia Pérez Cruz destiló la pena por la muerte de su padre, el músico Càstor Pérez Diz, en un disco lleno de exquisita fragilidad y matices. En «11 de noviembre», su voz hilaba con maestría pasmosa delicados hilos de sonidos mediterráneos y populares. No era su primera experiencia, ya que ha trabajado en infinidad de colaboraciones y proyectos: el dúo Llamas, Las Migas, con Javier Colina... Ahora llega el momento de acudir a los festivales: el Villa de Madrid (13 de julio), Pirineos Sur (19 de julio), La Mar de Músicas (21 de julio) y el Festival de la Luz (14 de septiembre). Tomen nota: la experiencia de su directo es de una intensidad emotiva poco usual.
¿Cómo es hoy la relación con un disco tan íntimo que ha sido tan compartido?
Ya es una historia nueva, aunque tenga muy claro de dónde parte. Tenía muchas dudas a la hora de enseñarlo, por ejemplo a la hora de trabajar con una multinacional o no. Me planteaba si iba a tener fuerzas y si compensaba mostrar algo tan frágil, tan difícil de presentar. Hace mucho que no escucho el disco, pero realmente tiene una identidad propia. Ahora pienso cómo pudo haber salido esto, con esta ingenuidad. Tiene muchos trocitos de cosas mías. Pero lo veo bien, creo que se le ha mimado mucho, que se ha conseguido transmitir esa sensación de algo hecho a mano, a conciencia y con muchos sentimientos de verdad, y no porque sí. Y la gente lo ha recibido, se han vendido muchas copias, para ser un disco así, y estar en el momento en que estamos.
¿La criatura camina sola?
«Mi madre me enseñó a mirar las cosas. Creo que también a ordenar la belleza»
En cierta ocasión comentó que cantar limpiaba por dentro.
Las épocas en las que no he podido cantar, me he sentido como colapsada. Es la mejor manera de expresar lo que tengo y de vaciarme. Pero, bueno, las penas que tenga las tendré igual al día siguiente. Aunque sí hay momentos que te vuelves transparente, como si desapareciera el cuerpo. Es como mejor hablo de las emociones, cantándolas.
Pero cuenta con la una ventaja, el dominio de la voz como un instrumento.
Claro, hay mucha información ya aquí guardada, de instrumentistas, de músicos, de maneras de contar las cosas. Tienes más conciencia a nivel técnico de lo que puedes hacer, hasta dónde puedes forzar. Tengo más a mano la paleta de colores. Todo sale mucho más rápido y no hay miedo.
Con «11 de noviembre» han pasado muchas cosas. Incluso ha llegado a posar para una revista de moda.
«Cantar es la mejor manera que tengo de vaciarme»
Da la impresión de que quiere construir una carrera con buenos pilares.
Siempre digo que mi carrera está hecha lentamente, pero siempre hacia delante. Un escalón, otro escalón. Pero a veces la escalera tiene escalones mucho más altos. Creo que en los últimos cinco años, en Cataluña, hubo un cambio muy fuerte. Lo noté a nivel de medios, me tenían supercontrolada, había un trato distinto.
¿Francia fue uno de esos escalones?
Eso sí que me impresionó. Porque no me conocían de nada, y fue todo por el disco. Ese disco que les mandó Universal escondido detrás del de Miguel Poveda. Y de repente querían que fuera para allá. Y los periodistas me hablaban de mi disco, ¡y me enseñaban cosas a mí de mi disco! Luego además me contaron que allí es superdifícil entrar.
Viendo fotos de su autoría, es curioso notar cómo reflejan una sensibilidad muy similar a la de la música.
Mi madre, que tenía una escuela de arte, me enseñó a mirar las cosas. Creo que también a ordenar la belleza, a todos los niveles: colores, líneas, melodías, texturas, emociones. Es buscar el equilibrio. Se tiene que parecer la fotografía a la música que hago, en algún sentido.
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