El final?
¿El final de la gran recesión?
Julio Rodríguez López es economista y miembro de Economistas Frente a la Crisis.
El perfil de los indicadores de la coyuntura económica de España ha cambiado algo en el segundo trimestre de 2013 respecto del de los dos años precedentes. Las previsiones de los organismos internacionales respecto de los países más avanzados apuntan hacia una mejoría de la actividad en la segunda parte de 2013 y hacia una tasa de variación positiva en 2014.Dicho perfil coyuntural parece va a seguirlo asimismo la economía española, donde la actividad podría pasar a registrar variaciones positivas en la segunda parte del año. Dicho cambio coyuntural no implica que hayan desaparecido de repente los serios problemas de dicha economía, entre los que destacan el elevado desempleo, la restricción crediticia y la profunda regresión social provocada por el recorte de las prestaciones sociales
En 2013 se ha acentuado la reestructuración de la composición de la demanda de la economía española en favor de la procedente del resto del mundo. En la demanda interna ha persistido el perfil negativo. El aumento real de las exportaciones, que puede superar el 3% en 2013, junto al notable descenso de las importaciones (-4,2% es la previsión para 2013), explican la aportación positiva de unos 2,5 puntos porcentuales al crecimiento en 2012-13 por parte del resto del mundo.
La mayor tensión de la demanda exterior puede aportar dinamismo a la economía española, siempre que la demanda interna deje de ejercer un papel tan negativo como el de los dos últimos ejercicios. De este modo el conjunto de la economía española podría registrar una variación positiva de la actividad en 2014. Junto a lo anterior, la recuperación citada de las exportaciones y la caída de las importaciones han reducido de forma sustancial el déficit exterior de la economía española. La balanza por cuenta corriente puede registrar un saldo positivo en 2013, por primera vez desde 1997.
El cambio de signo del saldo exterior de la economía española lo ha originado el fuerte descenso del déficit comercial, que en enero-abril de 2013 disminuyó en un 71,1% sobre el mismo periodo del pasado ejercicio. El saldo del resto de los componentes de la balanza de pagos, servicios, rentas y transferencias, ha mejorado también en el mismo periodo. Destaca el fuerte aumento experimentado por las entradas de capital en el periodo en cuestión. El endeudamiento de la economía española frente al resto del mundo no aumentará, pues, en 2013.
La mejoría del saldo de la balanza comercial ha sido importante en el caso de las transacciones españolas con el resto de la Unión Europea. Sigue siendo elevado el déficit frente a China y frente a los países de la OPEP, por las elevaciones de los precios del petróleo.
La evolución de la actividad y del empleo entre 2008 y 2013 (las caídas del empleo han sido tres veces superiores en España a las del PIB) implican un aumento aparente de la productividad del factor trabajo en un 14,2%. La mejoría se debe a la fuerte expulsión de empleos en los sectores que fueron más dinámicos en la burbuja. Los salarios nominales están sufriendo variaciones negativas en 2012-2013. El coste unitario del trabajo (coste salarial por persona ocupada dividido por la productividad del trabajo) sufrirá una importante disminución en 2013, lo que favorece la competitividad de los productos españoles, aunque la competitividad de las exportaciones españolas depende de más variables que los costes salariales. .
El Informe Anual del Banco de Pagos Internacionales de Basilea de 2013 ha subrayado que el impacto negativo de la crisis ha sido más acusado en los países en los que se habían producido mayores desequilibrios sectoriales en la fase previa a la crisis (“Productividad y empleo después de la Gran Recesión”, Capitulo 2, BPI, 83º Informe Anual). Tales desequilibrios se miden a partir de los cambios producidos en la composición del empleo. En los países que más han sufrido la recesión las variaciones a la baja en el empleo después de 2007 han sido muy acusadas en las actividades correspondientes a la construcción, sistema financiero, seguros y servicios inmobiliarios.
Unos dos tercios de los retrocesos de la actividad productiva se han concentrado en los sectores citados, destacando los del sector de la construcción en España e Irlanda. En el caso español la fuerte caída de la actividad en la construcción ha afectado seriamente a la baja a la producción industrial, por el elevado peso en dicha producción de las industrias auxiliares de la construcción. El citado trabajo del Banco de Pagos de Basilea atribuye, pues, especial relevancia a los desequilibrios sectoriales sobre el mayor o menor alcance de la recesión. En los países donde tales desequilibrios fueron menos acusados, el crecimiento de la economía sufrió menos que en España e Irlanda. Para recuperar el crecimiento, “empleo y capital necesitarán desplazarse desde actividades que se sobreexpandieron en la fase de auge hacia sectores más productivos”.
Si la economía española ha tocado fondo en 2013 y vuelve a dinamizarse la actividad productiva, hasta ahora solo de la mano de las exportaciones, será más que necesario no repetir los errores del pasado y que el crédito al sector privado de la economía de señales de vida. Todas las administraciones públicas deberán de apostar por la necesaria diversificación de la oferta productiva de dicha economía. Lo trascendente no será tanto que, en lugar de registrar variaciones negativas, el PIB registre unas modestas decimas de crecimiento, sino que deje de caer el empleo, dejen de recortarse las prestaciones sociales, dejen de acentuarse los desniveles de renta y riqueza y que la economía española eche a andar apoyada en actividades adicionales al ladrillo y al turismo.
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