L'Eggs, el opulento universo del huevo visto por el chef Paco Pérez
Cocina Restaurante L'Eggs Imagen: Facebook
Decía Ferran Adrià hace unos años que "el huevo frito es el ejemplo más palmario de la creatividad culinaria". Efectivamente, el tipo al que se le ocurrió poner un huevo a cocer en una grasa y otorgarle tamaña transformación podríamos bien darle la categoría de héroe de la vanguardia universal. Y añadía aun Adrià: "y la yema líquida es la mejor salsa del mundo". De acuerdo, ¿no?
Barcelona. Julio de 2013. Paco Pérez, forja onírica de la revolución permanente de Cala Montjoi, chef militantemente vanguardista, fervoroso de la creatividad como única expresión posible de la cocina contemporánea, no podía ser ajeno al interlineado de las citas iniciales. Y Paco Pérez -cuatro estrellas Michelin- recorrió las escalinatas de plata y soñó? Y se hizo el huevo. L'Eggs. Paco, en una impetuosa inmersión "óvica", imaginó texturas, cocciones, sorpresas y equívocos entreverándose en un mundo donde claras y yemas rampantes colisionaban con todo tipo de productos y elaboraciones. Y lo hacían para aligerar y depurar pesadeces, pero sin renunciar al alma del huevo. De hecho, la mayoría de huevos (sean fritos o en otras preparaciones) que se ofertan en L'Eggs están previamente cocinados a baja temperatura, una muestra litúrgica de las intenciones de Paco.
Elegancia, glamour moderno, sutileza? Pero bocas pegajosas al fin. Una vez dentro de este gran, pero cálido establecimiento -un neocorral, una visión híbrida de un gallinero estilizado-, ya nada nos apartará de una sobredosis de huevo pasado por el ingenio de Pérez. Unos "rancheros" con maíz tierno, "couscous" y polvo de almendras sobre tortita frita de maíz. Pura metáfora. Ahora unos con espardenyas (producto fetiche de Paco) y albóndigas. Bendito mar y montaña. Hay más: con spaghettini "arrabbiata"; de codorniz sobre tuétano a la brasa (para anhelos infinitos)?
Tortillas también hay muchas. Pero especialmente sorprendente es la "torti-pizza" (la masa es sustituida por una "francesa" superfina), con mozzarella, tomate, panceta y albahaca. Revueltos indeclinables: el de picadillo puro ibérico y el de gambitas al ajillo. Hechuras impecables. Cremosidad histórica. Paco los elabora con sifón, creando una espuma de huevo que luego, en la cocotte, en directo en la mesa, revuelve el camarero para cuajar.
Entre los "huevos modernos" son imprescindibles los que van dentro de un ravioli de patata acompañados de salmorejo canario y espaldita de conejo o el huevo de pato en salsa Pekín y enokis, puro exotismo y voluptuosidad.
Y, sí, hombre? Tocinillo del cielo para cerrar el círculo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario