viernes, 13 de septiembre de 2013

Les suena?

Carla Guelfenbein: "Necesité tres novelas para contar lo que pasó con Allende"

Justo cuando se cumplen 40 años del golpe de Estado contra Salvador Allende y el ascenso de Augusto Pinochet al poder, la escritora Carla Guelfenbein presenta en España Nadar desnudas (Alfaguara, 2013), una novela ambientada en los convulsos años setenta chilenos.
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La autora chilena Carla Guelfenbein.Ampliar
FOTO:FOTO: CORTESÍA CG
La autora chilena Carla Guelfenbein.
La autora chilena Carla Guelfenbein.
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La autora chilena Carla Guelfenbein.
  • Detalle de la portada del libro, publicado por Alfaguara.
  • La autora chilena Carla Guelfenbein.
SOBRE EL AUTOR

Karina Sainz Borgo


Los últimos días del gobierno de Salvador Allende sirven de telón de fondo a la escritora chilena Carla Guelfenbein para narrar una historia de amor, olvido y perdón. Se trata de Nadar desnudas(Alfaguara, 2013)un libro en el que cuentael triángulo amoroso que involucra a dos amigas, Sophie y Morgana, y a Diego, el padre de Sophie, un hombre culto vinculado al gobierno de Allende, quien vive un romance con Morgana. La historia permanece enterrada durante décadas hasta que el pasado regresa y con él sus cuentas pendientes.
En septiembre de 1973, Carla Guelfenbein tenía apenas 14 años. Hija de padres socialistas –un arquitecto que trabajó en el gobierno de Salvador Allende y una profesora universitaria detenida por militares–, Guelfenbein vivió el exilio en Inglaterra, donde estudió biología. A su regreso a Chile, trabajó durante más de diez años como editora de arte y sólo después de ello, se dedicó a escribir. Tras publicar La mujer de mi vida y El resto es silencio, Guelfenbein se atreve finalmente a contar una historia que retrata emocional e históricamente a un país.
-Nadar desnudas es a su manera el retrato emocional de una sociedad. Moralmente, ¿qué cambios ha vivido la sociedad chilena en los últimos años?
-No hay nunca que olvidar que el Chile de los años 70 era un Chile en el cual la desigualdad, la injustica social, y el abuso de parte de las clases oligárquicas eran simplemente obscenos. Es frente a estas condiciones que una buena parte de la sociedad chilena se rebela. Más de dos tercios del país exigía cambios: desde sus atalayas, los demócrata cristianos hablaban de “la revolución en libertad”, y desde la suya, la izquierda de “la revolución socialista”. El experimento que intenta el gobierno de Allende de llevar a cabo una transformación profunda de la sociedad chilena por la vía de la democracia y la legalidad era una experiencia inédita. Los ojos del mundo estaban puestos sobre nuestro país. Todos sabemos el desenlace.
-¿Y las consecuencias, los cambios que se generaron? ¿Cómo se entienden entonces, dónde es posible percibirlos?
-A 40 años, Chile ha cambiado. Tenemos una democracia sólida, una economía estable, tres candidatas a la presidencia, pero sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer. El mundo entero fue testigo de las marchas de los estudiantes del año pasado y sus demandas justas por una educación más equitativa y más eficiente. La desigualdad continúa siendo inmensa. En términos de derechos humanos, tampoco la última palabra está zanjada, ni tampoco en términos de reconciliación.
"La desigualdad en Chile continúa siendo inmensa. En términos de derechos humanos, tampoco la última palabra está zanjada, ni tampoco en términos de reconciliación".
-¿En qué sentido, exactamente?
-Fue desolador escuchar a la candidata de la derecha hace algunos días decir que ella no tenía por qué pedir perdón porque tan solo tenía 20 años para el día del golpe militar. La dictadura duró 17 años y durante todos estos años los atropellos a los derechos humanos continuaron. Su padre, el general Matthei, como general en jefe de las fuerzas armadas desde 1977 a 1990, fue uno de los mayores actores de la dictadura. Dicho esto, es importante mencionar que hoy somos una sociedad más abierta, temas como el matrimonio homosexual y la igualdad de género hoy se discuten en todos los niveles. Estas últimas semanas que precedieron el 11 de septiembre Chile entero se abocó a recordar, a pedir perdón y perdonar, a mirar el pasado de frente y en comunidad para asegurarnos de no caer nunca más en la barbarie.
-La tragedia íntima de los personajes corre en paralelo con la tragedia colectiva de Chile. ¿Cuál es más compleja de retratar? ¿Dónde comienza una y termina la otra?
-En Nadar Desnudas justamente lo que intenté fue ir creando un espejo entre las relaciones íntimas y lo que va ocurriendo en el país. Esto se manifiesta a lo largo de la novela en mil detalles, pero tal vez donde esta relación se expresa con más claridad es en los temas de la traición y luego en el de la memoria. Fueron muchas las preguntas que surgieron en la escritura de Nadar Desnudas.
"Fue desolador escuchar a la candidata de la derecha hace algunos días decir que ella no tenía por qué pedir perdón porque tan solo tenía 20 años para el día del golpe militar"
-¿Cuáles?
-¿Por qué personas perfectamente razonables y de buenas intenciones transgreden el límite de la lealtad y de sus más férreas creencias? ¿Cuál es la fuerza gravitacional de la pasión en la vida de los seres humanos que nos hace transgredirnos a nosotros mismos y a quienes más queremos? ¿Por qué incluso cuando muchas veces sabemos que arriesgamos con perderlo todo, cerramos los ojos, por ese instante de placer supremo y olvidamos sus consecuencias?
-Algo habrá concluido.
-Nadar desnudas deja en claro que esa transgresión tiene un costo y que en ocasiones puede ser considerable. Pero tal vez lo más relevante es que la traición en Nadar desnudas corre a dos bandas. La traición de Morgana y de Diego hacia Sophie -la amiga de ella e hija de él- al enamorarse, al vivir esta pasión sin medir sus consecuencias, y por otro lado la gran traición que llevó a Chile a una dictadura feroz y que costó tantas vidas. La situación del país influyó en los amantes de mil formas, en la manera en que se conocieron, se relacionaron y se amaron. Su historia de amor está cruzada y definida por las circunstancias externas que les tocó vivir.
-En el proceso de reconciliación chileno hasta dónde llega la cuota de perdón y la de olvido.
-Ese es otro tema fundamental en Nadar Desnudas: el perdón, representado por su protagonista, Sophie. Hacía tiempo que buscaba la forma de narrar la historia de los convulsionados años setenta en mi país, años que yo había vivido de niña y adolescente. Necesité 3 novelas para sentir que tenía la necesaria madurez narrativa, y a la vez la suficiente distancia, para poder narrar estos episodios. Fueron años de un Chile escindido, que tocaron directamente a mi familia. El gobierno de Allende, el golpe militar, la persecución y la barbarie de la dictadura en Chile, representan unos de esos momentos históricos en que el ser humano se ve enfrentado a sus miedos y a sus grandes dilemas. Mi mayor desafío era escribir sobre una época en que todo estaba teñido por la política sin caer en el discurso ni en el panfleto. Por eso, Nadar Desnudas está narrada desde la interioridad de los personajes, y son sus conflictos internos los que prevalecen en el primer plano. 
"Necesité 3 novelas para sentir que tenía la necesaria madurez narrativa, y a la vez la suficiente distancia, para poder narrar estos episodios".
-Esta novela plantea la imposibilidad de olvidar el pasado.
-Sophie, la protagonista, ha pasado 30 años de su vida intentado olvidar. Durante todo este tiempo piensa que no es la memoria ni el odio los que te hacen libre, sino el olvido. Por eso extirpó uno a uno los recuerdos de su cerebro, los sacó de contexto, de lugar, desmadejó la cronología, de manera que nada tuviera sentido. Por eso pensó que nunca volverían. Aquellos recuerdos enterrados guardaban relación con su historia personal, -la traición de su padre y de su mejor amiga al enamorarse- y con la gran Historia, la de Chile. Pensó que su trabajo de desmemoria había sido exitoso, y que nunca volverían. Sin embargo, después de casi tres décadas, los eventos de ese otro 11 de septiembre, el de las torres gemelas, los trae de vuelta, con toda su fuerza y su horror, haciéndole ver que todos sus esfuerzos habían sido vanos, y que la memoria había estado siempre allí, agazapada, esperando el momento para retornar. En ese momento, no tiene más alternativa que enfrentarla y decidir qué es lo que va a hacer con ella. Si tomarla por las astas, hacerse las preguntas, buscar las respuestas, preguntarse incluso qué responsabilidad le cupo a ella en los acontecimientos, o seguir pretendiendo que nada había ocurrido.
-¿Es posible el perdón sin verdad? ¿Es posible el perdón sin una acción concreta que aminore el daño? ¿Es, en suma, posible aminorar el daño?
-Es doloroso constatar que aún queda una porción de nuestra sociedad que piensa que son aguas pasadas, y que volver a ellas es quedarse pegado en el pasado. Por fortuna es una minoría, y la mayoría entendemos que la única forma de sanar las heridas, y de asegurarnos de que hechos así no vuelvan a ocurrir, es enfrentándolos. Esa es la razón por la cual hoy, al cumplirse 40 años del golpe militar, los actos conmemorativos, las reflexiones, han sido profusas.
"En mi caso, uno de estos catalizadores para decidirme a escribir fue el exilio".
-En quién o mejor dicho a quién retrata la fragilidad de Sophie?
-Sophie es una chica de 18 años, hija de un chileno y una francesa, que aterriza junto a su padre en el Chile de los 70. Sophie acarrea consigo el estigma del desarraigo. Su vida en Francia fue marcada por esta doble nacionalidad, este sentimiento de no pertenencia, y que luego acarrea en el retorno al país natal de su padre. Ese sentimiento es el que de alguna forma poseen todos mis personajes a lo largo de las 4 novelas que he escrito y sin duda responden a mi propia historia. Tal vez por mi condición de judía en un país católico, y luego el exilio. Creo que hay ciertas circunstancias que actúan como catalizadores para escribir. En mi caso, uno de estos catalizadores fue el exilio. Como exilada nunca llegué a pertenecer al lugar que me había acogido. Pasaba mucho tiempo sola, y mi capacidad de observación se volvió esencial para sobrevivir. Sentía nostalgia de ese mundo que me habían obligado a dejar, y entonces fantaseaba, provocando que mi memoria se confundiera con ese universo que comenzaba a crear en mi mente. En esas condiciones, leer y escribir se transformaron en mi refugio. Ambas constituían el único lugar donde podía vivir de la forma que añoraba, sin importar la distancia, la extrañeza, ni cuán difícil se volvía el mundo exterior. El papel no era solo un espacio de libertad pero también una compañía. Cada una de mis novelas está marcada por esos sentimientos. Mis personajes son extranjeros en su tierra, miran el mundo desde los márgenes. Sophie es sin duda uno de ellos. Con sus dibujos lo que intenta es exactamente lo que yo intentaba y sigo intentando con mi escritura, fundar un mundo propio.
-¿En cuáles trampas históricas es posible caer en la ficción? 
-La labor de la ficción no es dar una versión última de la historia. Cada pieza de ficción se suma a un puzle mucho más amplio, el de la ficción universal, y cada una de esas piezas va dando cuenta de una porción de la realidad, un fragmento, cuyo mayor valor es su naturaleza subjetiva, una visión que refleja la mirada del individuo o los individuos que se constituyen como personajes. La ficción es un mundo que corre paralelo a la realidad, con sus propias leyes, en cuyo primerísimo lugar está su naturaleza libertaria. La libertad está en la esencia misma de la ficción. Si tal o cual personaje piensa tal o cual cosa, podemos considerar que está equivocado, que no actúa bajo nuestros preceptos morales, pero eso no tiene importancia, lo importante es la profundidad de las interrogantes que ese personaje se plantee. La labor de la ficción -si hemos de imponerle alguna- es formular las preguntas y no dictaminar las respuestas.  

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