LA DIVISA EUROPEA ESCALA A LOS 1,36 DÓLARES
La fortaleza del euro mete más
presión para que Draghi actúe
en la reunión de diciembre
Oficialmente no está en su punto de mira. Ni figura entre los elementos que vigila para tomar sus decisiones. Pero, extraoficialmente, la evolución del euro influye, y mucho, en las actuaciones del Banco Central Europeo (BCE). Al fin y al cabo, el efecto de una apreciación de la divisa es similar al provocado por una subida de los tipos de interés; del mismo modo, una depreciación equivale a una suavización de las condiciones monetarias. Por eso, en estos momentos un euro fuerte no es lo que más conviene a las intenciones de la entidad presidida por Mario Draghi. Pero justamente eso es lo que está ocurriendo. Lamoneda única está volviendo a crecerse, con lo que mete presión para que el BCE ponga en marcha nuevas medidas monetarias tan pronto como en la reunión del próximo jueves, 5 de diciembre.
Su última demostración de fortaleza tuvo lugar ayer. Contra el dólar subió 0,2%, hasta los 1,36 dólares, con un máximo diario de 1,362, su cambio más alto desde el 31 de octubre. Más significativa fue su apreciación contra el yen japonés. Su escalada, del 0,2%, le catapultó hasta los 139 yenes, aunque llegó incluso hasta los 139,2. Hay que remontarse hasta octubre de 2008, es decir, hasta el momento en el que el BCE comenzó a reducir los tipos para contener el pánico posterior a la quiebra de Lehmam Brothers.
Estos avances afianzan las revalorizaciones que acumula el euro en lo que va de año. A un mes de que termine el ejercicio, se aprecia un 3% contra el dólar y un 21,5% contra el yen. Pero no sólo se fortalece contra ambas divisas, puesto que el euro es la moneda más fuerte entre las principales del mundo en 2013. Sube contra todas, con repuntes de doble dígito no sólo contra el yen, sino también contra otras moneda como el dólar canadiense, la corona noruega, el real brasileño, el dólar australiano el rand sudafricano.
Efecto limitado
Aunque, sobre todo, el empuje del euro en las últimas jornadas evidencia el limitado freno que ejercició sobre la divisa la decisión que adoptó el BCE el pasado 7 de noviembre, cuando abarató el precio del dinero hasta el mínimo histórico del 0,25%. Pese a que esta medida provocó en un primer momento que el euro se debilitara hasta los 1,33 dólares, el efecto se diluyó pronto y el euro recuperó apenas dos semanas después los 1,35 dólares a los que se cambiaba antes de conocer el recorto de los intereses.
Esta reacción, que ha tenido continuidad, complica el trabajo del BCE, que ve en esa fortaleza del euro un doble riesgo. El primero, que perjudica las pretensiones de la institución, que con su actual estrategia monetaria persigue estimular la recuperación económica y evitar que las actuales tensiones desinflacionistas desemboquen directamente en la deflación -caída general y continuada de los precios-. Entre otros efectos, un euro más fuerte reduce el precio de los productos importados que estén denominados en otras divisas -como el petróleo-, de ahí que constituya un factor prodeflación.
Y el segundo, que esa apreciación supone un aviso por parte de los mercados: si el BCE no se saca más medidas de la manga en diciembre, y hasta que la Reserva Federal estadounidense no decida frenar sus estímulos -se reúne a mediados de diciembre para discutirlo-, el euro podría prolongar su cabalgada. En particular, los inversores contemplan la posibilidad de que Draghi convoque una nueva operación de financiación bancaria a largo plazo (LTRO) o que incluso situé los intereses de la facilidad de depósito en terreno negativo, desde el 0% actual, por primera vez en su historia.
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