Las relaciones entre Rafael Spottorno, expresidente de la Fundación Caja Madrid, y Rodrigo Rato, expresidente de Bankia, nunca fueron muy fluidas. Pero sus diferencias, que las hubo, las solventaron siempre en privado. Salvo, al menos, en una ocasión. Fue en noviembre de 2011, dos meses después de que Spottorno ocupase su nuevo cargo de jefe de la Casa del Rey. A la salida de un acto cultural en la fundación, al que asistió la baronesa Carmen Thyssen-Bornemisza, el diplomático le espetó a Rato, de forma airada y ante varios testigos, en alusión a la situación de Bankia: "¡Que sepas que esto va a estallar tarde o temprano!".
El detonante de tan furibunda reacción se remonta a febrero de 2011, nueve meses antes de aquella violenta escena en la madrileña plaza de San Martín. En aquella fecha, Rato había eliminado de un plumazo el plan de incentivos a largo plazo que su predecesor, Miguel Blesa, había aprobado en 2007 para la alta dirección de la entidad financiera. Los beneficiarios de ese bonus –una remuneración adicional ligada a los resultados anuales– eran los 10 principales ejecutivos de la caja, Spottorno entre ellos, que recibió la decisión de Rato casi como como una afrenta, según han revelado a El Confidencialfuentes cercanas a ambos.
Aquella fría tarde de noviembre de 2011, Rato se saltó el protocolo y no aguardó la llegada de Spottorno a las puertas de la fundación para cumplimentarle, como era su obligación por tratarse del jefe de la Casa del Rey. En lugar de eso, el exvicepresidente económico del Gobierno trató de hacer tiempo –o mejor dicho, perderlo– con la intención de llegar tarde al acto. Primero acudió a la sede del diario El País para recoger a su pareja sentimental, la periodista Alicia Sánchez, y más tarde se dirigió a la colonia madrileña de El Viso, donde le esperaba su hija. Aun así, cuando el grupo se presentó en la Fundación Caja Madrid, Spottorno aún no había hecho acto de presencia, por lo que Rato decidió esperarle en el hall del edificio, y no a pie de calle.
Tras un frío apretón de manos, ambos saludaron a la baronesa Thyssen. Y alguna observación debió hacer Rato que no resultó del agrado de Spottorno, porque, al acabar el acto –una exposición de arte copatrocinada por la Fundación Caja Madrid y el Museo Thyssen–, el jefe de la Casa del Rey se dirigió al presidente de Bankia, ya en la calle, y le dijo: "¡A mí no me vuelvas a hablar en ese tono, y menos delante de la baronesa!". Sólo un puñado de chóferes y escoltas fueron testigos de la escena, que subió de tono después de que Rato le replicara: "¿Qué problema tienes?", según han relatado a este diario testigos presenciales.
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"El problema lo tienes tú", respondió Spottorno, "por la indemnización que nos debes, por la gente de la que te rodeas y porque quieres convertir esta caja en un banco para tu propio beneficio". Rato, según las fuentes consultadas, escuchó sin inmutarse la catarata de reproches que le lanzaba su interlocutor. Fue entonces cuando el jefe de la Casa del Rey clavó su última banderilla: "¡Que sepas que esto va a estallar tarde o temprano!". Acto seguido, Spottorno giró sobre sus talones, dio media vuelta y se acomodó en el interior de su vehículo oficial, sin despedirse de Rato. El presidente de Caja Madrid abandonó la plaza a continuación y se encaminó hacia la taberna Rayuela, próxima a la catedral de La Almudena, para cenar con su pareja.
En mayo de 2012, apenas seis meses después de aquel incidente, el Gobierno intervino Bankia, que recibió una inyección de más de 22.000 millones de euros para evitar su quiebra. Fue el principio del fin del otrora todopoderoso Rato, que ese mismo año fue imputado por la Audiencia Nacional por su gestión de la entidad financiera. Spottorno, en cambio, tardó algo más en caer en desgracia.
El diplomático tuvo primero que lidiar con el caso Nóos y reprochar públicamente a Iñaki Urdangarin su "comportamiento no ejemplar", además de apagar los incendios provocados por los errores del rey Don Juan Carlos. Hasta que, hace dos semanas, se destapó que fue uno de los usuarios más voraces de las tarjetas black de Caja Madrid. En su defensa aseguró entonces que nunca hizo un "uso indebido" de esa tarjeta. Pero no dijo la verdad: gastó más de 223.000 euros en peleterías, electrodomésticos, supermercados, tiendas de golf y un larguísimo etcétera.
El Confidencial trató ayer, infructuosamente, de contactar con Spottorno para que ofreciera su versión de lo ocurrido aquel otoño de 2011, en vísperas del hundimiento de Bankia. Rato, a través de su abogado, Gonzalo Rodríguez Mourullodeclinó hacer comentarios.