Repasemos datos recientes. El pasado día 10 de enero, Metroscopia publicó una encuesta en El País que planteaba el siguiente escenario: ante una supuesta convocatoria de elecciones generales, Podemos se situaría a la cabeza de las fuerzas políticas españolas sacando, además, nueve puntos de ventaja al Partido Popular. Curiosamente, los populares, en dicha encuesta, ni siquiera eran la segunda fuerza más votada; ocupaban el tercer lugar ya que el segundo puesto era para el PSOE, que estaría a menos de cinco puntos de la formación de Pablo Iglesias.
Poco después, GAD3 publicaba en ABC otra en la que el PP sería la fuerza más votada, seguido de Podemos y, en tercer lugar, del PSOE. La encuesta de GAD 3 calculaba un rango de abstención del 23%, mientras que la de Metroscopia la situaba en el 28,4%.
Para Metroscopia el conjunto de las fuerzas políticas netamente de izquierdas acumularía el 57% de los votantes. En cambio, para GAD3 estos tres partidos se llevarían el 45,5% de los votos. Ambas empresas demoscópicas presentaron un escenario donde ninguna de las formaciones más premiadas en votos podría gobernar en solitario, aunque los dispares resultados, a su vez, ofrecen a la imaginación del lector distintas combinaciones de alianzas entre partidos, desde las más estables a las más frágiles.
Por supuesto, tanto Metroscopia como GAD3 nos merecen el más profundo de los respetos. Sabemos que la predicción estadística es laboriosa y arriesgada, dado que los clientes demandan de las encuestas algo nada sencillo de alcanzar: quieren la máxima certeza y, además, quieren que esta venga sintetizada en forma de número. Las agencias trabajan con intensidad para plantear un escenario lo más ajustado posible a la realidad, pero existen factores –por ejemplo, la cercanía o lejanía de los comicios– que son tan influyentes como imponderables.
Entre estos factores cabe señalar las públicas discrepancias de liderazgo dentro del PSOE, la falta de sintonía entre el PP y parte de su electorado o la constante presencia de Podemos en los medios de comunicación
En cualquier caso, detectamos varios hechos significativos. El primero, ya apuntado, es elincremento de la intención de voto dentro del campo de las fuerzas políticas de izquierda. Es más, GAD 3 –buena conocedora del electorado español– deduce del señalado dato de participación que, cuanta más gente vaya a votar, más votos lograrán los partidos de izquierdas y, por tanto, más perjudicados pueden quedar los populares debido –esta conclusión la aportamos desde IdV– a lo complejo que les resulta captar nuevos votos. Para verificar el crecimiento de la izquierda también tenemos los datos que mensualmente nos brinda el CIS acerca de la ideología de los españoles; datos que, como recordarán nuestros lectores, en más de una ocasión ya hemos traído a colación en este blog.
Si nos fijamos en la evolución de las encuestas de mayo a diciembre podemos ver ciertos vaivenes a destacar en el votante español. El CIS de julio de 2014, en lo que a nivel ideológico se refiere, muestra una polarización significativa del electorado: las opciones Centro-Derecha y Derecha alcanzan picos no vistos antes en el año, posiblemente como reacción a los resultados de laselecciones europeas –recordemos que aquellos comicios se celebraron a finales de mayo, el reflejo en la opinión pública se recogió en junio y el estudio salió publicado al mes siguiente–. En dicho mes de julio, la Izquierda crece 9 décimas con respecto al mes anterior y 2,2 puntos si miramos desde mayo. Igualmente, el Centro-Izquierda incrementa su presencia. Lo más relevante está en que julio fue el mes en que más encuestados decidieron posicionarse ideológicamente.
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Si nos vamos al último trimestre del año pasado, veremos cómo los coeficientes del ala conservadora se mantienen con constancia al tiempo que constatamos un repliegue del ala progresista. Mientras tanto, los que no se posicionan y los que no quieren contestar (NS/NC) alcanzan sus cotas máximas. Y, atención, el centro político es que más amplio espacio ocupa, tal y como viene ocurriendo desde mayo, junio, septiembre o noviembre.
¿Las causas? Podrían deberse a los distintos factores que conforman el intenso escenario político que estamos viviendo desde hace unos meses y que ahora está cogiendo todavía más fuerza. Entre estos factores cabe señalar las públicas discrepancias de liderazgo dentro del PSOE, la falta de sintonía entre el PP y parte de su electorado o la constante presencia –y ya no por motivos estrictamente políticos– de Podemos en los medios de comunicación.
Si hay alguien que ha sido capaz de tornar en favorable tanto desconcierto, esta persona ha sido Susana Díaz, la actual presidenta de la Junta de Andalucía. Frente a un candidato popular que en su región todavía no ha tenido tiempo de consolidarse y frente a un Podemos que en Andalucía todavía no ha alcanzado la relevancia de otros lugares, Díaz ha tomado una decisión tácticamente muy acertada: adelantar las elecciones autonómicas. Seguramente Díaz saldrá reforzada tras la celebración de estos comicios, y no sólo a nivel regional. Tiene su lógica. Las lecciones más elementales de política nos enseñan que cuanto más polarizado está un electorado, luego más se involucra en las elecciones. O dicho de otro modo: al percibir peligro en la orilla de enfrente, la manifestación y participación desde la otra orilla tenderá a crecer.
La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)
Volvamos ahora a los datos de las distintas encuestas que hemos presentado en el post de hoy. Podría parecer que hay una contradicción entre los datos que nos ofrece el CIS –polarización e indecisión– con los datos que nos brindan Metroscopia y Gad 3 –auge de la izquierda–. Pero, si nos fijamos de nuevo, veremos que todos coinciden en dos cosas: primera, presentan la fragmentación entre las fuerzas de izquierda y, segunda, no se percibe ningún vencedor claro. La pregunta del millón, entonces, es  la siguiente: ¿qué sucederá durante este tremendo año electoral que acaba de comenzar?
Conscientes de que la demoscopia es más fiable cuanto más cerca estemos de las elecciones y que para las generales aún queda un año, lo que sí podemos hacer, en cambio, es partir de los datos que tenemos en mano para, gracias a ellos, tratar de predecir una serie de escenarios posibles. Y los datos, en esencia, nos dicen que el escenario político está polarizado porque ha crecido la indecisión o, al menos, la actitud de cautela. Esta es la corriente social de fondo que cada uno de los grandes partidos, en función de su liderazgo, ideologías, logros, errores y aspiraciones, tratará de optimizar de la mejor manera.
El PP necesitaría una buena comunicación política; y justo esto es lo que Albert Rivera –pero no el PP- está demostrando poseer en notables dosis. Y es que Ciudadanos, con su perfil regeneracionista de centro, podría captar un porcentaje significativo de votos, sobre todo sacados de las huestes populares, convirtiéndose así -con el permiso de Podemos- en la gran sorpresa de este año electoral
En cuanto al PSOE, que en las últimas semanas muestra una actitud errática e indefinida y con luchas de liderazgo, sería deseable para sus intereses que tratara de poner solución a este problema cuanto antes, máxime en el momento en que las dos encuestas que traemos hoy coinciden en que Podemos los está superando en intención de voto. Es duro señalar esto para un partido como el socialista, que ha gobernado España en nuestra historia reciente durante más de 20 años, pero su principal enemigo, a día de hoy, no es el PP, sino la organización fundada por Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero.
Pese a estar ambos en la izquierda ideológica, la posibilidad de una alianza PSOE y Podemos ha sido negada en repetidas ocasiones por los socialistas. El PSOE lucha para no perder a los nuevos votantes de izquierda (votantes con 18 años cumplidos a partir de 2012) ni la centralidad política o socialdemocracia. En realidad, este doble objetivo sería extensible para todo partido que aspire a la gobernabilidad desde la izquierda. Si volvemos ahora a Susana Díaz, entenderemos mejor su estrategia. Como aplicada alumna deFelipe González, ella es quien parece haber entendido mejor que nadie dentro del PSOE la importancia de capitalizar a la izquierda sin renunciar al centro.
Para lograr el mismo objetivo a nivel nacional, los socialistas necesitan un discurso definido, que ahora no tiene, y un líder –¿Díaz? ¿Sánchez?– que los presente como la alternativa de izquierdas dentro del sistema. Para ello tienen que lograr algo nada sencillo; que la alternativa que ellos representan, junto con el propio sistema, vuelvan a resultar dignos de crédito para el mayor número de votantes situados a la izquierda de la derecha.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)
En cuanto al PP, como partido está en posiciones bajas en todas las encuestas, y dejando al margen posibles pactos postelectorales, en teoría no tiene socios políticos con los que pactar. Sin embargo, a tenor de los datos que ofrece el CIS, en los que constatamos ambivalentes deseos de abstención y de centralidad, la situación para los populares podría resultar menos complicada de que lo que en principio pudiera parecer. Si logran ‘vender’ en términos que el electorado entienda la recuperación económica y el miedo al populismo de izquierdas, captará al votante más de centro. Y si hacen guiños a su electorado más conservador, tarea en la que ya se han puesto manos a la obra –entrada de Aznar en campaña, próxima promulgación de alguna ley profamilia, hostigamiento al mundo abertzale–, conseguirán que estos votantes vuelvan a creer en el partido de la gaviota.
Dicho esto, para optimizar al máximo los resultados electorales, el PP necesitaría una buena comunicación política; y justo esto es lo que Albert Rivera –pero no el PP– está demostrando poseer en notables dosis. Y es queCiudadanos, con su perfil regeneracionista de centro, podría captar un porcentaje significativo de votos, sobre todo sacados de las huestes populares –entre un 8 % y el 10 % de votantes jóvenes y urbanitas–, convirtiéndose así –con el permiso de Podemos– en la gran sorpresa de este año electoral.
¿Y que es de UPyD? Su situación, en cambio, no resulta especialmente halagüeña. El debilitamiento o pérdida de algunos de sus apoyos mediáticos, unido al desgate de imagen de Rosa Díez, fruto de sus modales autoritarios, está conduciendo a la formación magenta a la irrelevancia política.
Seguiremos reflexionando. Nos encontramos en pleno working in progresselectoral y esto no ha hecho más que comenzar.