Las primeras encuestas dibujan una Junta rasgada en derecha e izquierda
Los sondeos pronostican una gran fragmentación y la formación de un bloque PP-Foro-Ciudadanos frente a otro PSOE-Podemos-IU // Los pactos, claves para llegar al Gobierno
MIÉRCOLES 22 DE ABRIL DE 2015
La primera encuesta publicada sobre las elecciones autonómicas asturianas pone resultados a una intuición compartida desde hace meses por todo el arco político y, casi sin excepción, por los articulistas que se ocupan de la política regional. Se avecina una legislatura marcada por un Parlamento muy fragmentado, en el que no será fácil formar mayorías. Gobernar, muy probablemente, será negociar si el resultado se parece al que vaticinaba la empresa NC Report para el diario La Razón: seis partidos se repartirán los 45 escaños de la Junta General y el ganador (PSOE o PP, que están en un empate técnico) no conseguirá más de 11 o 12, es decir, apenas una cuarta parte del total. De esa distribución nacen dos posibles bloques de poder, uno inclinado a la derecha (PP, Foro Asturias y Ciudadanos) y otro a la izquierda (PSOE, Podemos e Izquierda Unida).
Conviene introducir una salvedad en el análisis. Esas alianzas solo serán posibles si los partidos están dispuestos a llegar a acuerdos, y eso es algo que no puede darse por sentado. En Andalucía, donde los votantes decidieron sentar a cinco partidos en un Parlamento con 109 escaños y el PSOE, la fuerza mayoritaria, tiene 44 diputados, 11 menos de lo necesario para formar una mayoría absoluta, ninguna negociación ha llegado a puerto un mes después de las elecciones autonómicas que abrieron el cargado calendario electoral de 2015. La cámara se ha constituido sin pactos previos y, por el momento, Susana Díaz no ha conseguido más apoyo a su investidura que el de sus compañeros socialistas. Las elecciones generales –cuya fecha depende de una decisión que Mariano Rajoy aún no ha tomado, pero que se celebrarán, probablemente, en el último trimestre del año— condicionan todos los movimientos. Nadie quiere dar un paso en falso que lastre sus opciones en esa otra cita tan importante.
Seis partidos en 45 escaños
El puzle asturiano puede ser aún más complejo si la votación da como resultado una fuerza más que en Andalucía en un Parlamento más pequeño, con menos de la mitad de los escaños que hay en Sevilla. El pronóstico de La Razón –11 o 12 diputados para PSOE y PP; 6 o 7 para Podemos, Ciudadanos y Foro Asturias; y 2 o 3 para Izquierda Unida— apunta a una región en la que el nuevo Gobierno, sea del color que sea, necesitará apoyos externos, permanentes o negociados caso por caso, para evitarse derrotas continuas en la Junta General. Ya hay precedentes en el intento de dirigir la comunidad autónoma en minoría y sin éxito. Francisco Álvarez-Cascos tiró la toalla después de solo diez meses en los que su resistencia a buscar aliados le abocó a fracasos semanales en los plenos. A partir de 2012, Javier Fernández ha tenido más éxito en su búsqueda de socios, pero la vida fue más fácil para él en la primera mitad de su mandato, antes de la ruptura con IU y UPyD en el otoño de 2013. Con todo, el actual presidente ha conseguido granjearse el respaldo del PP a los créditos extraordinarios que complementaron el presupuesto prorrogado de 2014 y al proyecto de cuentas para 2015.
El PP, por ejemplo, da por buenas las tendencias que refleja ese sondeo. Hace días que la presidenta regional del partido, Mercedes Fernández, repite que una encuesta propia sitúa a sus siglas a la cabeza de la intención de voto y les concede posibilidades de formar gobierno, aunque en minoría. Fernández es más cauta a la hora de mostrar preferencias por un socio. En público, solo descarta de plano abrir negociaciones con Podemos, demasiado radical en su opinión. “Ni queremos ni vamos a coincidir”, ha dicho. También le parece muy difícil un entendimiento global con la “comunista” IU, aunque en ese caso recuerda que hay precedentes de acuerdos sectoriales –en favor de la variante de Pajares antes de que el PSOE se decidiera a respaldarla, por ejemplo— entre las dos fuerzas. Pero, en realidad, no se ha decantado por nadie. Si se le pregunta por Ciudadanos, la opción emergente que muchos ven como un aliado natural del PP, responde con indiferencia y, en vez de resaltar las coincidencias, apunta a las divergencias en política fiscal, y en especial en el impuesto de Sucesiones, que ella quiere bajar y el programa de Albert Rivera propugna subir.
Cautela en los movimientos
Aunque no se hayan explicado tanto como la líder popular, el resto de los partidos también prefieren acumular fuerzas sin anticipar nada sobre hipotéticos pactos. Antes de final de año, tendrán que abordar las elecciones catalanas y las generales y ninguno quiere acudir a ellas con hipotecas. Ciudadanos, que aspira a ocupar el centro, guarda silencio sobre si preferiría apoyar al PP o al PSOE. Podemos, abrazado a su discurso de regeneración de la vieja política, se presenta como ganador y no quiere ser visto como socio de los socialistas, a los que aspira a a superar. A pesar de su distanciamiento, tal vez sería posible un acuerdo entre PSOE e IU. Al fin y al cabo, existen tres precedentes –los dos gobiernos de coalición con Vicente Álvarez Areces y el apoyo externo a Javier Fernández en 2012 y buena parte de 2013— de esos acuerdos, pero si la irrupción de Podemos resta fuerza a ambos, será necesario un tercer socio para completar la mayoría.
Queda la posibilidad de una gran coalición entre el PP y el PSOE, muy difundida por las fuerzas más pequeñas para alertar del peligro de que el bipartidismo se resista a la pérdida de poder. Pero parece poco probable. Con las generales en el horizonte, uno o varios acuerdos previos en comunidades autónomas no harían nada por mejorar las expectativas electorales de socialistas ni populares, porque parecerían venir a dar la razón a sus críticos. La FSA, además, descarta rotundamente la idea y su mensaje de fondo es que de ninguna manera son lo mismo ambos partidos.
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