martes, 16 de junio de 2015

Manualillos para una crísis ( 1 )


Deuda Pública y balances bancarios...

La prima de riesgo española se fue este lunes hasta 159 puntos básicos frente a Alemania -lo que significa una subida superior al 40% en el último mes-, con la rentabilidad del bono español (que se mueve a la inversa que el precio) en el 2,41%, cuando en mayo se encontraba en el 1,7%. Este desplome de la deuda pública que ha tenido como detonantes las elecciones municipales y autonómicas, así como el enésimo empeoramiento de la crisis griega, amenaza los resultados de los bancos, los principales financiadores del Estado, que han logrado grandes beneficios con la renta fija en los últimos trimestres y que ahora ven cómo se giran las tornas.
Como es sabido, los bancos españoles compraron grandes cantidades de deuda pública en los peores momentos de la prima de riesgo en 2012, cuando la salida de España del euro era una posibilidad real y el rescate parecía inevitable. Además, lo hicieron financiándose con la barra libre del BCE, lo que les permitía ganar la diferencia entre las inyecciones del banco central (entonces en torno al 1%) y la disparada rentabilidad del bono español. Con el desplome del diferencial con Alemania desde entonces, desde niveles superiores a 600 puntos básicos a inferiores a 100, la revalorización consiguiente de los precios les granjeó pingües beneficios que han servido para alegrar las alicaídas cuentas de resultados de los dos últimos años. 
Sin embargo, ahora va a suceder exactamente lo contrario. Es verdad que muchas entidades todavía no han vendido todo el papel comprado a precios de derribo y el efecto del movimiento actual será simplemente reducir el beneficio latente que acumulaban. Pero otras, como Popular o Sabadell, ya han vendido el grueso de su cartera y han realizado prácticamente todas las ganancias que tenían.
La banca ha seguido comprando las ingentes cantidades de deuda que ha emitido el Tesoro para financiar el desbocado déficit público
Y mientras tanto, no hay que perder de vista que la banca ha seguido comprando las ingentes cantidades de deuda que ha emitido el Tesoro para financiar el desbocado déficit público aprovechando los bajos tipos de interés que exigía hasta ahora el mercado (los altos precios). Es decir, que el sector ha vuelto a cargar las alforjas a niveles muy caros y ahora es muy vulnerable a las caídas de precios. 
Según el Informe de Estabilidad del Banco de España, en 2014 la renta fija de las administraciones públicas en manos de la banca se disparó el 25,2% en 2014 respecto a 2013. Si se suma al crédito directo concedido a las administraciones, la financiación total al sector público alcanza los 550.000 millones (el BdE no especifica la cantidad exacta de deuda pública, pero afirma que es la partida de mayor cuantía), lo que supone el 15,3% del balance del sector, con un incremento de 2,7 puntos respecto al año anterior.

Un truco para ocultar las pérdidas

Ahora bien, el sector tienen una válvula de escape para evitar el desastre que algunos analistas temen que utilice con los ojos cerrados: cambiar los títulos de cartera. Para entenderlo, hay que partir de que las inversiones de la banca en deuda pública se dividen en tres carteras. Por un lado, las que se hacen para conseguir un beneficio operando en el mercado a corto plazo –cartera de trading–; por otro, las que se hacen a largo plazo para generar un margen estable respecto a las cuentas corrientes sin coste y que se mantienen hasta que vencen los bonos –a vencimiento–; y finalmente, una tercera cartera intermedia -la disponible para la venta-, que se compra pare generar margen pero puede interesar venderla si hay una oportunidad de mercado.
El sector tienen una válvula de escape para evitar el desastre que algunos analistas temen que utilice con los ojos cerrados: cambiar los títulos de cartera
Las primeras deben valorarse diariamente a precios de mercado y la pérdida o ganancia que originen va a la cuenta de resultados. Las segundas se valoran a precio de compra porque no se van a vender y las fluctuaciones no van a las cuentas. La disponible para la venta, que es la más grande con diferencia, también se valora día a día pero el impacto de las fluctuaciones de precios no va contra pérdidas y ganancias, sino contra patrimonio neto; es más, el Banco de España concedió una dispensa en 2010 por la que no hace falta apuntarse las pérdidas en capital, para facilitar al Tesoro la venta masiva de deuda al sector.
Así pues, lo que pueden hacer los bancos es pasar sus bonos de la cartera de trading a la disponible para la venta o la de vencimiento, con lo cual no tendrían que apuntarse las pérdidas contablemente. Pero en realidad se trataría de un artificio contable: las pérdidas estarán ahí y tarde o temprano las entidades tendrán que aflorarlas. Salvo que el mercado vuelva a los niveles anteriores a la última caída, algo que el consenso del mercado considera improbable porque eran "insostenibles" y el movimiento actual es una "normalización" de dicha situación.

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