La 'casta' del PSOE rechaza a Podemos
Un sector del socialismo intenta impedir que el partido se sume a la construcción de mayorías progresistas
Si la mejor encuesta posible es la que realizan las urnas, tras las elecciones del domingo pasado algunas cosas han quedado meridianamente claras. Para empezar, el hecho de que los viejos partidos mayoritarios que han gobernado España, alternativamente, desde que comenzó la actual era democrática, ya no cuentan con un favor tan mayoritario como el que tenían. Es obvio que, a pesar de que la suma de los votos obtenidos porPP y PSOE, aún supera, por muy poco el 50% del total, sus nuevos rivales Podemos y Ciudadanos han conseguido hacerse un hueco en las preferencias de los electores.
Así que, quieran o no quieran, algunos líderes históricos de las dos grandes formaciones políticas españolas, sus posibilidades de obtener el poder o mantenerse en él, van a pasar durante un tiempo que se antoja largo, por su capacidad de llegar a acuerdos con las formaciones que lideran Pablo Iglesias y Albert Rivera. Y, por lo tanto, va a resultar difícil que las exigencias de una verdadera regeneración democrática que llegan desde ambos partidos puedan ser obviadas.
Esa realidad es ineludible. Por muy lamentable para algunos sectores aún perfectamente instalados en las estructuras partidarias de populares y socialistas. Y va a forzar una operación de limpieza y adelgazamiento que situará en la cola del paro a una legión de asesores, altos cargos, mediadores, conseguidores y comisionistas que llevaban cerca de tres décadas explotando el negocio. A estas alturas, y tras el 24 M, muchas de estas víctimas probables son ya perfectamente conscientes del futuro que les espera y se disponen a emprender la retirada.
Pero en la parte alta de estas estructuras parasitarias que se resisten a disolverse quedan figuras relevantes, y poderes en la sombra, que se juegan demasiado en el proceso y que siguen intentando reconducir la situación para minimizar los daños, por un lado, y, sobre todo, mantener operativas las minas de oro, aunque sea necesario, eventualmente, acostumbrarse durante un tiempo a recibir menos beneficios. Y por eso, están completamente decididos a poner palos en las ruedas para que las mayorías progresistas que han dejado dibujadas las urnas en muchas comunidades autónomas, ciudades y pueblos no terminen de formarse.
Les sobra Podemos. Fundamentalmente. Llama poderosamente la atención, por ejemplo, que los organizadores de la reunión anual del Círculo de Economía, institución que agrupa a la flor y nata del empresariado catalán, no hayan tenido a bien invitar a ningún representante de este partido o su entorno. Hasta el punto de que la 'alcaldable' Ada Colau se ha convertido en la gran ausente de una fiesta en la que no ha corrido el champán precisamente, porque las inquietudes estaban a flor de piel.
En los ámbitos del poder económico, además, se han dado cuenta de un detalle con el que, curiosamente, no contaban. Es cierto que los ciudadanos han votado contra la corrupción, que exigen caras nuevas y relevos en las cúpulas, y que todavía confían en que el PSOE y el PP se las apañen para no desaparecer por completo, adaptando sus fórmulas, estructuras y nómina de líderes a los nuevos vientos que soplan en España.
Pero también, que se ha producido un rechazo claro a las políticas económicas aplicadas por los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, al dictado de la canciller alemana Angela Merkel y sus alegres correligionarios del FMI y Bruselas.
Las urnas han demostrado, por ejemplo, que el crecimiento de Ciudadanos tiene un límite. El que marca su alineamiento con el pensamiento económico 'neoliberal'. Y también que el supuesto frenazo de Podemos no era tal. Su opción sigue creciendo, aunque ha ralentizado su ritmo, desde luego.
Y es ahí donde el PSOE vuelve a encontrarse en el dilema de siempre. Y donde las fuerzas 'vivas' de su interior se agitan de nuevo para evitar que el partido que históricamente ha representado a la izquierda moderada se acerque a las formaciones que apuestan por colocar las políticas sociales como la máxima prioridad para salir de la crisis.
Hoy mismo, el editorial del diario 'El País' era un ejemplo claro del argumentario histórico de quienes han intentado evitar durante años que el socialismo se escorara hacia la izquierda. ¿Recuerdan el 'tamayazo'? El argumento que ofrecieron Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez para impedir que Rafael Símancas se convirtiera en presidente de la Comunidad de Madrid, fue precisamente ese.
Según ellos, no podían consentir que el PSOE pactará con IU, porque eso supondría que el partido caería en manos de las hordas comunistas. Sí amigos, en aquellos años, en IU estaban integradas, teóricamente, esas hordas antisistema que ahora mandan en Podemos.
Curiosamente, desde entonces, el socialismo fue perdiendo su predicamento en Madrid. Y también desde aquel momento, empezaron a consolidarse con total inmunidad los esquemas de corrupción, puertas giratorias y expolio de los servicios públicos que se resisten a desaparecer.
Incluso, aunque sea evidente que los ciudadanos parecen haber despertado del letargo y estén dispuestos a apoyara a cualquiera que demuestre disposición a enfrentarse contra esta sociedad limitada de intereses creados que ha gobernado la capital de España en los últimos años.
Así que más vale que la actual cúpula socialista revise las hemerotecas. Al fin y al cabo, lo que parecen querer los españoles, y va a quedar más que claro en las próximas elecciones generales, es recuperar el estado del bienestar del que disfrutaban antes de que la crisis proporcionara a sus detractores la excusa perfecta para desmontarlo.
Y lo malo es que, contra todo pronóstico, no parecen haberse creído que sea imposible. Quieren también que se acometan medidas de rescate ciudadano, que se reforme la fiscalidad para que aumente la recaudación y que paguen más los que más ganen, en especial las grandes empresas. Y que se derogue la última e ignominiosa reforma laboral.
Y si el PSOE, como dicen algunos de sus nuevos dirigentes, se mueve en esa línea, ni ahora, ni después debe encontrar problema alguno para integrarse en coaliciones que apuesten por tomar el poder para llevar a cabo un programa de estas características.
A lo mejor no les vendría mal a los actuales responsables del partido recordar los motivos por los que fueron desalojados del Gobierno hace unos años e iniciaron la caída libre en la que siguen. Cada vez es más obvio que tienen el enemigo en casa y que empieza a ser hora de acabar con él.
Así que, quieran o no quieran, algunos líderes históricos de las dos grandes formaciones políticas españolas, sus posibilidades de obtener el poder o mantenerse en él, van a pasar durante un tiempo que se antoja largo, por su capacidad de llegar a acuerdos con las formaciones que lideran Pablo Iglesias y Albert Rivera. Y, por lo tanto, va a resultar difícil que las exigencias de una verdadera regeneración democrática que llegan desde ambos partidos puedan ser obviadas.
Esa realidad es ineludible. Por muy lamentable para algunos sectores aún perfectamente instalados en las estructuras partidarias de populares y socialistas. Y va a forzar una operación de limpieza y adelgazamiento que situará en la cola del paro a una legión de asesores, altos cargos, mediadores, conseguidores y comisionistas que llevaban cerca de tres décadas explotando el negocio. A estas alturas, y tras el 24 M, muchas de estas víctimas probables son ya perfectamente conscientes del futuro que les espera y se disponen a emprender la retirada.
Pero en la parte alta de estas estructuras parasitarias que se resisten a disolverse quedan figuras relevantes, y poderes en la sombra, que se juegan demasiado en el proceso y que siguen intentando reconducir la situación para minimizar los daños, por un lado, y, sobre todo, mantener operativas las minas de oro, aunque sea necesario, eventualmente, acostumbrarse durante un tiempo a recibir menos beneficios. Y por eso, están completamente decididos a poner palos en las ruedas para que las mayorías progresistas que han dejado dibujadas las urnas en muchas comunidades autónomas, ciudades y pueblos no terminen de formarse.
Les sobra Podemos. Fundamentalmente. Llama poderosamente la atención, por ejemplo, que los organizadores de la reunión anual del Círculo de Economía, institución que agrupa a la flor y nata del empresariado catalán, no hayan tenido a bien invitar a ningún representante de este partido o su entorno. Hasta el punto de que la 'alcaldable' Ada Colau se ha convertido en la gran ausente de una fiesta en la que no ha corrido el champán precisamente, porque las inquietudes estaban a flor de piel.
En los ámbitos del poder económico, además, se han dado cuenta de un detalle con el que, curiosamente, no contaban. Es cierto que los ciudadanos han votado contra la corrupción, que exigen caras nuevas y relevos en las cúpulas, y que todavía confían en que el PSOE y el PP se las apañen para no desaparecer por completo, adaptando sus fórmulas, estructuras y nómina de líderes a los nuevos vientos que soplan en España.
Pero también, que se ha producido un rechazo claro a las políticas económicas aplicadas por los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, al dictado de la canciller alemana Angela Merkel y sus alegres correligionarios del FMI y Bruselas.
Las urnas han demostrado, por ejemplo, que el crecimiento de Ciudadanos tiene un límite. El que marca su alineamiento con el pensamiento económico 'neoliberal'. Y también que el supuesto frenazo de Podemos no era tal. Su opción sigue creciendo, aunque ha ralentizado su ritmo, desde luego.
Y es ahí donde el PSOE vuelve a encontrarse en el dilema de siempre. Y donde las fuerzas 'vivas' de su interior se agitan de nuevo para evitar que el partido que históricamente ha representado a la izquierda moderada se acerque a las formaciones que apuestan por colocar las políticas sociales como la máxima prioridad para salir de la crisis.
Hoy mismo, el editorial del diario 'El País' era un ejemplo claro del argumentario histórico de quienes han intentado evitar durante años que el socialismo se escorara hacia la izquierda. ¿Recuerdan el 'tamayazo'? El argumento que ofrecieron Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez para impedir que Rafael Símancas se convirtiera en presidente de la Comunidad de Madrid, fue precisamente ese.
Según ellos, no podían consentir que el PSOE pactará con IU, porque eso supondría que el partido caería en manos de las hordas comunistas. Sí amigos, en aquellos años, en IU estaban integradas, teóricamente, esas hordas antisistema que ahora mandan en Podemos.
Curiosamente, desde entonces, el socialismo fue perdiendo su predicamento en Madrid. Y también desde aquel momento, empezaron a consolidarse con total inmunidad los esquemas de corrupción, puertas giratorias y expolio de los servicios públicos que se resisten a desaparecer.
Incluso, aunque sea evidente que los ciudadanos parecen haber despertado del letargo y estén dispuestos a apoyara a cualquiera que demuestre disposición a enfrentarse contra esta sociedad limitada de intereses creados que ha gobernado la capital de España en los últimos años.
Así que más vale que la actual cúpula socialista revise las hemerotecas. Al fin y al cabo, lo que parecen querer los españoles, y va a quedar más que claro en las próximas elecciones generales, es recuperar el estado del bienestar del que disfrutaban antes de que la crisis proporcionara a sus detractores la excusa perfecta para desmontarlo.
Y lo malo es que, contra todo pronóstico, no parecen haberse creído que sea imposible. Quieren también que se acometan medidas de rescate ciudadano, que se reforme la fiscalidad para que aumente la recaudación y que paguen más los que más ganen, en especial las grandes empresas. Y que se derogue la última e ignominiosa reforma laboral.
Y si el PSOE, como dicen algunos de sus nuevos dirigentes, se mueve en esa línea, ni ahora, ni después debe encontrar problema alguno para integrarse en coaliciones que apuesten por tomar el poder para llevar a cabo un programa de estas características.
A lo mejor no les vendría mal a los actuales responsables del partido recordar los motivos por los que fueron desalojados del Gobierno hace unos años e iniciaron la caída libre en la que siguen. Cada vez es más obvio que tienen el enemigo en casa y que empieza a ser hora de acabar con él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario