"Puede ser un virus que hará la revolución monetaria que no hemos hecho"
Ante el desastre causado por la pandemia de Covid-19, los bancos centrales podrían convertirse nuevamente en instituciones políticas capaces de interactuar directamente con la sociedad, estima, en su columna, Stéphane Foucart, periodista de "Le Monde".
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Crónica Es una escena famosa y la pandemia de Covid-19 le da un sabor muy especial hoy. Era el 5 de abril de 2018. Emmanuel Macron estaba visitando el Centro Hospitalario Universitario de Rouen (Sena Marítimo) y estaba debatiendo mucho con un asistente de enfermería. Hablando por todo el personal del hospital, pidió más recursos para el hospital, y el Presidente de la República respondió: "No hay dinero mágico". " Dos años después, frente al avance de Covid-19 M.Macron anunció, el miércoles, 25 de marzo de " una mejora de la inversión y el plan de carrera masiva " para entrar en los hospitales una vez superada la crisis actual .
Con el Covid-19, tal vez llegue el momento de la magia, donde el efectivo podría aparecer donde se juró que ya no se podía encontrar. Con motivo de la pandemia, la brujería monetaria podría dejar el redil de los bancos comerciales y los banqueros centrales para convertirse nuevamente en un instrumento político, una herramienta que volvió a su lugar apropiado en el funcionamiento de la sociedad. El cierre de la economía inducido por la progresión meteórica de una infección viral podría de hecho crear las condiciones para un cambio profundo en la política monetaria, un cambio que muchos ambientalistas han afirmado, hasta ahora en vano, Financiar la transición ecológica. Puede ser un virus que hará la revolución que no hemos hecho.
En un libro publicado a finales de febrero ( Una moneda ecológica , Odile Jacob, 288 páginas, 22,90 euros) pero escrito mucho antes del desastre que se desarrolla hoy, dos economistas, Alain Grandjean y Nicolas Dufrêne, abogan por el aflojamiento de los grilletes. monetaria La única forma, dicen, de movilizar los medios necesarios para la transición urgente a una economía que no destruya el entorno de vida de la especie humana. Pero para eso es necesario, de antemano, reclamar la dimensión mágica del dinero.
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