Año tras año, el quiosco del Bombé se va descomponiendo. Desde hace una década se ha venido deteriorando cada vez más rápido y de lo que fue una esbelta construcción de Juan Miguel de la Guardia apenas queda ya el esqueleto. El omnipresente arquitecto municipal proyectó el edificio en 1887, cuando España aún retenía los frágiles restos de su imperio de ultramar.
Volviendo al presente, el ayuntamiento se está planteando por enésima vez la recuperación de la emblemática estructura, una obra que se vio frustrada por desencuentros de la empresa que debía llevarla a cabo.
El proyecto de rehabilitación que firmó la arquitecta Clara Rey-Stolle, publicado en 2015, propuso no solo desmontar y restaurar todos los elementos originales, sino recuperar con técnicas actuales el esplendor que el quiosco tuvo cuando fue diseñado. «Restaurar es reinstaurar, recomponer tanto la obra como su ambiente», señala Rey-Stolle.
Por eso, afirma, «en paralelo a la propuesta de restauración del quiosco, se propone estudiar la recuperación del alero y elementos decorativos», de acuerdo con el diseño original del quiosco con el que fue inaugurado en 1889, «y desmontado por razones que se desconocen».
Por eso su proyecto reclama «la puesta en valor del elemento arquitectónico mediante la recuperación de elementos del diseño original que lo hacían especialmente atractivo». Para su estudio contó con documentación fotográfica de la época y con el diseño original efectuado por Juan Miguel de la Guardia unos años después en Noreña, a imitación del quiosco de la música de Oviedo.
Un poco (más) de historia
El nombre afrancesado del paseo del Bombé, que da nombre al quiosco, proviene al parecer del nombre de un carruaje de caballos de dos ruedas y dos asientos: una ancha avenida del parque al estilo francés diseñada para esos carros. Para abrir el paseo, se enajenó parte del prado del convento de San Francisco y otras fincas.
Después, como recoge Rey-Stolle en su proyecto, se incorporó el quiosco de la música, «que da solución al desnivel existente entre los dos paseos a los que da frente», con la construcción de un muro de contención y un terraplén con forma de herradura que dará nombre al paseo inferior. La comunicación peatonal entre ambos paseos se ejecuta mediante rampas a ambos lados (que aún permanecen) siguiendo la misma traza.
El nuevo edificio fue construido a instancias del ayuntamiento y se pensó para ofrecer conciertos de música y diseñado, por tanto, con el propósito de acoger a la banda municipal. Se concibe, explica el proyecto de rehabilitación, como un templete elevado sobre un podio de piedra, de planta octogonal, que salvaba el desnivel del paseo del Bombé con el inferior de la Herradura.
Firma el boceto del proyecto el arquitecto municipal Juan Miguel de la Guardia en 1887. La construcción fue adjudicada a Doroteo Manteola en subasta el 22 de marzo de 1888, e inaugurada un año más tarde. Su estructura y elementos de fundición fueron forjados por la famosa empresa Fundición y Construcción Bertrand.
La principal novedad del boceto de De la Guardia, señala la arquitecta, es plantear la construcción de la cubierta mediante una bóveda de ocho paños, cuyas aristas son arcos rebajados. La cubierta abovedada se sostiene mediante columnas de hierro fundido de estilo clasicista con capiteles de tipo corintio y fuste estriado.
Luz de gas
Del techo colgaba una artística lámpara de ocho puntos de luz, alimentada por gas, como el resto del alumbrado del Bombé, sistema que será cuestionado en 1889 en un informe sobre el estado sanitario del Campo. Este quiosco se vio privado de otro de los elementos que lo hacían especialmente atractivo: El proyecto de Juan Miguel de la Guardia y las fotos antiguas del mismo «nos muestran la existencia de un alero perimetral octogonal, del que colgaba un amplio lambrequín» (adorno de hojas). «De este modo la construcción aparece actualmente como incompleta», concluye.
El proyecto de restauración propuso una lámpara suspendida aproximadamente a seis metros de altura, en forma de aro circular, con luminarias de LED orientadas hacia techo y escena. «Con esta solución se consigue un efecto parecido al de las lámparas antiguamente utilizadas, o lampadarios» y mecanismos de automatización que permitirían su utilización como iluminación arquitectónica nocturna.
Varias reformas
Ya en el año 1972 se llevó a cabo una reforma de los bajos del quiosco, donde se habilitaron unos modernos aseos públicos y en 1990 se hace una reparación y modificación de ese equipamiento. El avanzado estado de deterioro de la cubierta de zinc aconsejó la sustitución de la madera del techo de la bóveda y la cubrición de zinc por otra de las mismas características, así como otras tareas.
Veinte años más tarde, el ayuntamiento convocó un concurso de ideas para la instalación de un bar-cafetería en la plazoleta del paseo de la Herradura, el mismo lugar donde, unas décadas antes, se celebraban bailes durante las fiestas de San Mateo. Bajo el quiosco de música estaban el almacén y los aseos públicos. El proyecto ganador es presentado, bajo el lema Pavo Real, por el hostelero Fernando Martín, regente del restaurante Trascorrales.
Después llega una actuación poco apropiada, en opinión de Rey-Stolle. A principios de 1995 se amplía el edificio original en forma radial, englobando los bajos del quiosco. Esta ampliación se concibió en su día como un edificio desmontable. «Sin embargo el cierre acometido, además de desvirtuar el concepto del proyecto original del propio aguaducho con la pérdida visual de su amplio alero, acomete contra la fachada del quiosco, ocultándola en este frente e impidiendo el paso a los bajos». El Bombé, que cada día está más deteriorado, aún no ha visto su final.
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