La inscripción Annuit cœptis en un dólar americano.
La inscripción Annuit cœptis en un dólar americano. CALEB KNOTT (FLICKR) A diferencia de otros medios, en CTXT mantenemos todos nuestros artículos en abierto. Nuestra apuesta es recuperar el espíritu de la prensa independiente: ser un servicio público. Si puedes permitirte pagar 4 euros al mes, apoya a CTXT. ¡Suscríbete! El 26 de febrero Estados Unidos y sus aliados confiscaron las reservas de oro y divisas del Banco Central de Rusia que este tenía en Occidente, alrededor de la mitad del total de sus reservas, es decir unos 300.000 millones de dólares. Ni la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) ni el Banco Central Europeo (BCE) fueron consultados al respecto. Son muchos los observadores que estiman que la medida será autodestructiva para la hegemonía global del dólar, sobre la que reposa la estabilidad de la deficitaria y monumentalmente endeudada economía de Estados Unidos. Desde 1971, cuando Estados Unidos abandonó el patrón oro en la convertibilidad del dólar, el sistema de Bretton Woods, los bancos centrales organizaron sus reservas en dólares en lugar de oro. Al hacerlo, compraban bonos del tesoro de Estados Unidos y financiaban los déficits presupuestarios y de la balanza de pagos de ese país. El comercio del petróleo en dólares añadía poderío al dólar como indiscutida moneda global de referencia. Estados Unidos ha venido utilizando esa posición de poder para ordenar el mundo a su gusto e interés. Puede bloquear pagos, congelar activos y practicar confiscaciones en cualquier momento. Ahora, al confiscar las reservas de Rusia se ha lanzado un mensaje inequívoco a todo el mundo. En palabras del exdiplomático británico Alastair Crooke, “si hasta un país importante del G-20 puede ver sus reservas confiscadas con solo pulsar un botón, para aquellos que aún tienen reservas en Nueva York el mensaje es meridiano: sacarlas de allí mientras sea posible”. Lo que Estados Unidos dice al mundo es que cualquier país que tenga sus reservas allí está expuesto a que puedan ser confiscadas Rusia no es un caso aislado. Las reservas de Irán ya fueron confiscadas en el pasado. Los 9.000 millones de fondos de Afganistán, que impedirían la catástrofe humana y el hambre que está teniendo lugar allá, también fueron confiscados por Biden como cruel represalia por la espantada militar occidental forzada por los talibanes el pasado agosto. El año pasado el Reino Unido le robó a Venezuela el oro que esta tenía en el Banco de Inglaterra y del que Caracas intentó disponer para comprar recursos médicos contra la pandemia. Con todas estas medidas, lo que Estados Unidos dice al mundo es que cualquier país que tenga sus reservas allí está expuesto a que, si su política no gusta a Washington, bien porque comercia con países adversarios, bien porque reparte demasiado su renta entre las clases populares en perjuicio de los beneficios de multinacionales, o porque simplemente busca una mayor independencia política o económica del entramado controlado por Estados Unidos, sus reservas pueden ser confiscadas. “Hemos convertido los depósitos en euros y dólares en un factor de riesgo”, dice Wolfgang Münchau, un conocido analista alemán de derechas y estrella del Financial Times. “Confiscando los fondos de Afganistán, Venezuela, Irán y ahora Rusia, politizando el mecanismo de pagos y transferencias del Swift, la influencia global de Estados Unidos disminuye”, dice el exembajador americano Chas Freeman. La confiscación de las reservas rusas “animará a rusos, chinos, BRIC's, etc. a buscar otras monedas y mecanismos más seguros”, augura Münchau, pero en realidad esto no es un horizonte sino un proceso ya en marcha. Desde que hace ocho años se impusieron sanciones a Rusia por la anexión de Crimea, la participación del dólar en el conjunto de los pagos internacionales ha disminuido 13,5 puntos: pasó del 60,2% en 2014 al 46,7% en 2020. “El dólar se ha convertido en una moneda tóxica”, dice el economista ruso y consejero de Putin Sergei Glaziev. ¿Qué pasará a partir de ahora con esta tendencia? La principal consecuencia es que se están creando las condiciones para el crecimiento de un bloque no occidental en la economía global que tendrá un impacto negativo para los intereses del hegemonismo. Hace más de una década que el presidente Lula ya comprendió que había que salirse mancomunadamente del dólar y su entramado. Parece que fue Lula el primero que compartió con Vladimir Putin y Hu Jintao, el entonces presidente chino, la idea de avanzar conjuntamente en una política en esa dirección, algo que los chinos tenían claro desde hacía mucho tiempo. El protagonismo de Lula en aquella iniciativa pudo haber sido incluso determinante para el irregular derrocamiento del brasileño y su posterior encarcelamiento. Hoy las cosas han cambiado y no solo porque Lula puede regresar a la presidencia de Brasil. Ningún BRIC ha participado en las sanciones contra Rusia: ni India, ni el Brasil de Bolsonaro, ni África del Sur, ni la atlantista Turquía, ni los países del Golfo, ni por supuesto China... El miércoles la conferencia de ministros de Exteriores de la Organización de la Conferencia Islámica (57 países miembros) rechazó sumarse a las sanciones contra Rusia. Ningún país de África, ni de Asia Occidental y Central ha impuesto sanciones a Rusia y en Asia Oriental solo lo han hecho Singapur y Japón, con China e India marcando la línea general. Aún más significativo, Arabia Saudí está manteniendo conversaciones con China para comerciar en yuanes el pago de su petróleo. El 25% del petróleo saudí va a China. Que el petróleo deje de venderse en dólares, ¿no equivale a una quiebra de la economía de Estados Unidos? AUTOR > Rafael Poch Rafael Poch-de-Feliu (Barcelona) fue corresponsal de La Vanguardia en Moscú, Pekín y Berlín. Autor de varios libros; sobre el fin de la URSS, sobre la Rusia de Putin, sobre China, y un ensayo colectivo sobre la Alemania de la eurocrisis. VER MÁS ARTÍCULOS
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