Ione Belarra e Irene Montero, durante la sesión de investidura de Pedro Sánchez. Noviembre de 2023. / X (@IreneMontero)
Ione Belarra e Irene Montero, durante la sesión de investidura de Pedro Sánchez. Noviembre de 2023. / X (@IreneMontero) En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí Que es mejor un buen divorcio que un mal matrimonio es algo que todo el mundo sabe, en especial Liz Taylor. Podemos anuncia que se larga de Sumar. Sus cinco diputados abandonan la coalición liderada por Yolanda Díaz y se pasan al Grupo Mixto en el Congreso. No es sorpresa para nadie. No para quienes, de un año a esta parte, hayan seguido los tiras y aflojas –tiras y más tiras sería la expresión correcta en este caso– entre la formación morada y la nueva líder del espacio de la izquierda. Ni es sorpresa ni debería, sobre el papel, suponer ningún drama, como confirman las hemerotecas en las que la propia Yolanda Díaz, durante las negociaciones para la formación de Sumar, declaraba que “en absoluto sería un fracaso que Podemos no estuviera”. Sin Podemos en Sumar, la bancada liderada por Díaz al fin será un espacio de plena concordia. Con Podemos en el Grupo Mixto, los cinco escaños liderados por Belarra serán libres a la hora de desarrollar un discurso propio que en Sumar incomodaba y que desde los medios afines a Díaz y Sánchez se definía como un problema. Podrán, incluso, quienes hasta hace unas semanas ocupaban los escaños azules del Gobierno volver a subir a la tribuna a hablar como diputados rasos. Una opción que estando en Sumar, visto lo visto durante la investidura, no hubieran tenido fácil. Lo dicho, revisen la carrera de Liz Taylor, si aún tienen dudas de que el problema de la izquierda se acaba de resolver para tranquilidad de todas las partes. Tras este movimiento, la coalición que forma el Gobierno, eso sí, pasa de los escasos 152 diputados a los más escasos 147 diputados. Un problema, ya que al complicado equilibrio de pactos necesarios, al Ejecutivo se le suma un nuevo socio con quien tener que ponerse de acuerdo a la hora de sacar adelante iniciativas parlamentarias. Un nuevo socio que, tras ser ninguneado en los procesos previos electorales y de formación de Gobierno, tendrá ganas de volver a reivindicarse como esa fuerza con voz propia que fue capaz de ensamblar un cambio a la izquierda en la política española que llevó a la formación de una coalición de la que han sido desterrados. Si la próxima reforma a emprender no es suficientemente ambiciosa para los morados, al Ejecutivo ya no le valdrán las cuentas con las que logró la investidura. Sus pactos con Bildu, ERC, BNG, PNV, Junts y Coalición Canaria serán papel mojado porque faltarán cinco votos imprescindibles. Si se trataba de convertir a lo que hay a la izquierda del PSOE en un remanso de paz y tranquilidad bajo el liderazgo de Díaz, hoy se constata que tal vez la hoja de ruta seguida no haya funcionado. Con Podemos dentro del Gobierno, los morados se hubieran visto obligados a hacer bailar a sus cinco diputados al ritmo que marcasen Sánchez y Díaz. Con Podemos fuera, el ritmo lo marcará Belarra. Es decir, desde hoy mismo, PSOE y Sumar tienen menos capacidad de control parlamentario. Sin Podemos en Sumar, la bancada liderada por Díaz al fin será un espacio de plena concordia Más allá de la aparición de un nuevo actor para la gobernabilidad que provocará dolores de cabeza a PSOE y Sumar, el movimiento de Podemos abandonando la formación de Yolanda Díaz no debería suponer mucho más que un mayor empuje hacia políticas de izquierdas en los próximos tiempos, además de la gran ventaja de que todas las cartas estén al fin sobre la mesa, gracias a un divorcio que mejorará por mucho a una boda de conveniencia y a regañadientes cuyo único fin era evitar la llegada de la derecha ultra al poder político. Un divorcio que, al contrario que la boda, ha sido decidido sin consulta previa a las bases, movimiento inusual que desde la dirección de Podemos deberán explicar. Prepárense porque lo que vendrá a continuación es un guion ya escrito en el que no se hablará de un nuevo sector a la izquierda del Gobierno, sino de un nuevo drama político. Cada movimiento de Podemos lo es, a pesar de que el funeral de los morados se haya celebrado en diversas ocasiones. Los profesionales de patear muertos dirán que, con esta salida esperada por todos, el muerto cavará de nuevo su tumba. Curioso muerto. Habrá incluso quien acuse al partido morado de transfuguismo, porque la vida son dos días y uno y medio hay que ser creativo. La única realidad es que tras este movimiento el muerto parece estar más vivo, como confirma que los pateadores de muertos hayan vuelto a calzarse las botas. Eso y que los socios de Gobierno están hoy menos seguros que ayer de haber hecho bien oficiando un entierro que, tal vez, fue apresurado e irresponsable para sus propios intereses. Decía Liz Taylor que ella era una mujer comprometida, ya que se había comprometido infinidad de veces. Tras esta ruptura estamos más cerca de poder volver a hablar de nuevo de la necesaria unión de la izquierda.
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