domingo, 10 de diciembre de 2023
Lopez Arranz dá la voz de alarma....Sensato!!
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Juan Esteban López-Arranz. PABLO NOSTI
Juan Esteban López-Arranz | Médico jubilado y rector de la Universidad entre 1988 y 1992
«El antiguo HUCA es un estercolero, hay que tomar decisiones ya»
«Hay que permutar edificios para llevar todo el campus de Ciencias y Ciencias Sociales a los terrenos del viejo Hospital»
Rafael Francés
Oviedo
Domingo, 10 de diciembre 2023, 01:39
Juan Esteban López-Arranz (Valladolid, 1940) vive desde la jubilación su amor a Oviedo y a la Universidad. Ha tenido una intensa vida profesional laureada por varios hitos como el hecho de haber sido rector en 1988 y 1992, director médico del Hospital de 1993 a 1994 y Catedrático de Cirugía Maxilofacial desde 1979 hasta su jubilación. Miembro de la Real Academia de la Medicina de Asturias ha realizado 208 publicaciones, ha demostrado 18 años de investigación y ha dirigido 31 tesis. En esta entrevista habla del presente porque, aunque jubilado, sigue la realidad al dedillo gracias a su imponente hiperactividad y deja su impronta en asuntos capitales como los terrenos del antiguo Hospital o el traslado de la Escuela de Minas.
-¿Cómo es la vida de jubilado después de una tan activa como la suya?
-Sigue siendo activa, entre otras cosas, porque me ocupo de que sea activa. Creo que es absolutamente fundamental. Si no, estaría absolutamente deprimido y contra las paredes. Hago cosas en casa, leo, tengo tertulias. Antes iba a la Facultad de Medicina, pero ahora resulta que no hay nadie porque muchos estudiantes están en el Hospital. Aquello está desierto. Tenía que haber bajado la facultad entera a La Cadellada con el nuevo Hospital, pero bueno, se sigue reivindicando. Estoy muy entretenido, pero si mañana me dicen que vuelva a trabajar al Hospital, voy.
-¿Se pierde mucha juventud en el Rectorado?
-No, en el Rectorado se aprende mucho, fundamentalmente se aprende a valorar lo que es la Universidad y a querer a la Universidad. Desde el Rectorado se tiene una perspectiva que no se tiene desde el resto de la Universidad porque ves los problemas en conjunto y todos te llegan a ti. Y te das cuenta de las inquietudes que tiene la gente, que las compartes, y los problemas que tienen que tratar de resolverse.
-Pero el cargo está lleno de sinsabores.
-Sí, pero los sinsabores fundamentales son la guerra que te dan cuatro personas concretas, que eran las que incordiaban, el resto lo que hacían era trabajar. Ahora mismo será igual.
-Usted ha sido rector, ¿qué piensa cuando ve los terrenos del antiguo Hospital, que llevan diez años abandonados?
-El Cristo es una pena. Un escándalo, no sólo por el trauma social que supuso el traslado del Hospital a La Cadellada y su impacto en la zona. Se necesita ocupar ese espacio por servicios, eso es lo que demanda la zona. Eso es un desierto, es un estercolero mejor dicho. No sé en qué están pensando, se puede estudiar, proyectar, valorar, pero en un tiempo determinado, hay que tomar decisiones. Es verdad que patrimonialmente planteaba problemas, pero una vez resueltos hay que tomar una decisión que no se ha tomado.
-¿Usted qué ve en esos más de 200.000 metros cuadrados de terreno?
-Cuanto más cercano esté el campus universitario hacia la ciudad, mejor. Se debe luchar por esos terrenos para la Universidad. Hay edificios muy aprovechables como Silicosis, que lo quería la academia MIR. Maternidad se puede conservar, el Hospital General no. Las facultades de Ciencias y Ciencias Sociales deberían estar allí y permutar esa zona por los edificios desperdigados por la ciudad. Geológicas quizá no por la singularidad del edificio, pero el resto de Ciencias y Ciencias Sociales tienen que estar en El Cristo.
-¿Se ha hecho de forma correcta el traslado de la Escuela de Minas al campus de Mieres? Ha habido mucha polémica.
-Ha sido todo muy desagradable. Que a los ingenieros de Minas se les haya quitado lo que era consustancial con ellos y con la propia ciudad no es normal. No me escandaliza ni mucho menos que hayan luchado contra el traslado. En el edificio hay que gastar mucho dinero, un montón, para darle una función determinada. Es un edificio muy bueno y un lugar espléndido, pero requiere una transformación importante. Lo que echo de menos es que haya habido más acercamiento, más sensibilidad. Tanta acritud no va con mi manera de ser. Cuando oyes las razones del equipo rectoral lo entiendes, pero yo nunca he visto bien lo de Mieres porque está ahí al lado y está costando una barbaridad darle contenido a ese campus.
-¿Los estudiantes salen ahora mejor preparados de la Universidad que en sus tiempos?
-A día de hoy, dado los planes de estudio que hay y demás, está montado muy a lo anglosajón. Tienen una formación muy generalista con el grado y luego, si quieren adquirir lo que se pretende, después están los másteres, que dan una cierta capacitación en un área determinada. Bien, en la parte primera me parece bien. En la parte segunda, no tan bien porque digamos que con los másteres profesionalizantes no se está acertando. Te están comiendo la partida precisamente las entidades privadas.
-¿Por qué?
-Precisamente porque, claro, las empresas requieren una cualificación concreta. Y si no se la das, se la buscan ellos. Y montan un máster propio. Ese es el tema. La parte generalista a mí me parece bien. Pero la parte más profesional no está bien enfocada. No me parece que esté rematada para que los jóvenes encuentren empleo.
-¿Y en cuanto a la preparación para la vida?
-No me atrevo a profundizar mucho porque estoy un poco alejado, aunque tengo dos nietas. Lo que sí puedo asegurar es que los estudiantes de ahora no son pasotas. Sí. No lo son. Yo estoy convencido de que no son pasotas. Me hablan de los botellones, pero el alcohol lo bebimos toda la vida siendo estudiantes. En lo único que les veo un poco pasotas, eso sí, pero ya cada vez menos, es en el tema de la involucración política. En la resolución de los problemas, ya se están dando cuenta y se hacen preguntas. ¿Qué pasa aquí?, ¿qué es lo que está ocurriendo con eso?, ¿estoy seguro de eso?
-¿Cómo ve la ciudad?
-Oviedo me encanta. Oviedo es una ciudad que a mí me ha conquistado. Yo no soy asturiano, soy vallisoletano, pero es que Oviedo reúne una serie de requisitos para mí muy agradables. Es decir, en primer lugar, tiene una población asumible. Luego, desde el punto de vista social, también es muy asumible. Es fácil relacionarte. Luego, el ambiente cultural es envidiable. Realmente hay que estar o vivir en otros sitios para darse cuenta de lo que tiene Oviedo. Coges el periódico todos los días y ves un concierto en tal sitio, una conferencia, una exposición de pintura, cuentacuentos, teatro... Y eso, además, unido a lo asequible que es. También lo tienes en Madrid, pero tienes que ir al quinto pino y tienes que coger un autobús o un metro, mientras que aquí no, aquí puedes ir andando. Nadie se mete contigo, y eso es otra cosa muy importante, es segura y es limpia.
-Algo de lo que hay o pasa en Oviedo no le gustará...
-Mire, sí hay una cosa que me parece mal, que me parece una vergüenza, y es el estado lamentable en el que se encuentra el paseo de Los Álamos con ese precioso mosaico de Antonio Suárez. Tengo que pasar por allí muchos días y me indigna. Nadie mira para el paseo y no hay excusa porque casi nadie ha hecho nada y es una obra de arte. Sencillamente no se hace. Pero es una obra de arte. Y como obra de arte hay que conservarla. El único problema que hay es que yo creo que los políticos no lo tienen en la jerarquía de valores. No consideran que es una obra de arte. Y lo es, y muy importante. Es una obra de arte urbana. En fin, no es la Catedral. Claro, ya sé que no es la Catedral, pero es que nada es la Catedral.
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