sábado, 15 de febrero de 2025

Y el Demonio Privado ? se nos coló en la Enseñanza Superior....

Nortes | Centraes na periferia ActualidáTemesCulturesMemoriaOpiniónGaleríesXenteHazte socia de Nortes ActualidáDestacaesOpinión Universidades privadas y el diablo insistiendo en que no existe Ni Quirón ni las universidades privadas vienen a enriquecer lo que ya tenemos como servicio público. Por Enrique Del Teso 15 febrero 2025 Pilar Alcover, Mariví Monteserín y José Muñiz. Recomendados Enrique Del Teso Enrique Del Teso Es filólogo y profesor de la Universidad de Oviedo/Uviéu. Su último libro es "La propaganda de ultraderecha y cómo tratar con ella" (Trea, 2022). Mieres Sur arropa a su centro de salud 15 febrero 2025 Vecinos de Gijón se organizan para vencer al “banco malo” 15 febrero 2025 Una fundación condenada por deudas millonarias patrocinará el estudio del RIDEA sobre la sanidad asturiana 15 febrero 2025 León se manifiesta contra los «cuentos»: claves de la convocatoria del 16-F 15 febrero 2025 En la película La red social, Sean Parker, ambicioso, bon vivant y listillo, les explica a los niños que estaban montando Facebook que lo que cuenta es el relumbrón. Un pescador puede pescar muchos pescados o solo uno muy grande. «¿Alguna vez habéis visto en un despacho un pescador fotografiado con 14 truchas?». Lo importante es dar la nota. Recordaba Pablo Batalla que nadie había muerto gritando en su último estertor que viva el centro y la moderación. Los que venimos del zapping sabemos que la televisión, para retenernos al vuelo en un canal, se fue convirtiendo en una sucesión de estridencias (por cierto, la Academia volvió a precipitarse al meter en el diccionario zapeo; ya no se zapea y pronto nadie sabrá qué es eso). Y después vinieron las redes sociales con mucho más ruido. La política fue pareciéndose a ellas, parece un zapeo frenético donde se suceden destemplanzas y estrépitos amnésicos. Pero siguen siendo verdad las verdades de onda larga. El multimillonario Warren Buffett dijo que la lucha de clases existe «y vamos ganando». Aunque los ricos pretendan que eso de la lucha de clases es una antigualla y mola menos que una foto con 14 truchas, es un hecho y ellos están en esa lucha a brazo partido. Ya había dicho Baudelaire que el mejor truco del diablo fue convencernos de que no existe. Qué mejor para luchar contra la mayoría social que convencerla de que no hay lucha. Dos universidades privadas se asentarán en Asturias y el diablo vuelve a emplearse a fondo con una de esas verdades de onda larga: lo público y lo privado. Predican que no hay lucha quienes luchan por la privatización. En un editorial de La Nueva España, se dice que es un anacronismo resucitar la oposición entre público y privado en el siglo «de la globalización, la telemática, la conectividad y la flexibilidad». Murray Gell-Mann había dicho que, cuando daba una conferencia de cualquier tema, si aparecía la palabra caos, lo felicitaban por su excelente conferencia sobre el caos. Hay palabras que sorben la sustancia de las palabras vecinas y el seso del receptor. Globalización, telemática, conectividad … ante tales palabras que venga lo que sea, no quedemos fuera de la globalización, la telemática y la conectividad. Muchos artículos espolvorearon ese tipo de expresiones: competitividad, estímulo, revulsivo. La privada será incluso un acicate para la pública. Tolivar Alas, que tiene datos precisos de lo que de todas formas se ve a simple vista, recordó que hay una minoría de universidades privadas de calidad, un montón de ellas malejas y otro montón mayor que apenas son academias. No sabemos si lo que vendrá a Asturias será Harvard o Aravaca. Las universidades privadas subrayan su primordial vocación docente, lo que, tratándose de universidades, es un eufemismo para decir que no tienen investigación. Las universidades transmiten, crean y transfieren conocimiento. Sin investigación, la universidad no se hace más docente, se hace menos universidad y poco acicate será para la que sí la tiene. Diana Morant, Adrián Barbón e Ignacio Villaverde. Foto: Principado de Asturias. Se llegó a decir que es una anomalía que no haya universidad privada en Asturias. Cuando Cascos se empeñaba en hacer una segunda universidad pública en Asturias, muchos arqueamos la ceja porque nos parecía una anomalía otra universidad aquí. La Universidad de Oviedo llegó a tener 45000 estudiantes y de ahí bajó, por el declive demográfico, a 19000 entre grados y másteres. ¿Y ahora pretenden que la anomalía es que no haya otras dos universidades más? Se dice que habrá nuevos y atractivos grados, implicando un nada sutil menosprecio de lo que ofrece la Universidad de Oviedo. Se dice que no hay tensión entre lo público y lo privado luchando contra lo público. El diablo insiste en que no existe. Se dice que habrá nuevos y atractivos grados, implicando un nada sutil menosprecio de lo que ofrece la Universidad de Oviedo Sí existe lo público y lo privado. Pocos defienden ya que el estado sea empresario para que la plusvalía vaya a las arcas públicas y no al bolsillo del empresario. Pero muchos pensamos que es el estado el que debería ocuparse de sectores estratégicos, como siderurgia o energía. Y desde luego debe ser quien gestione nuestros derechos. Los derechos son garantías de protección y oportunidades para todos. El lucro privado no gestiona la justicia social, el acceso universal a la sanidad, la igualdad de oportunidades, ni el bienestar social que da la educación. Los derechos se hacen efectivos en los servicios públicos. No se gana dinero con los derechos, los derechos cuestan, se pagan impuestos para costear los servicios públicos que gestionan los derechos. Por definición, los derechos son universales y en eso se diferencian de los privilegios. Podemos admitir que haya privilegios como el de Jeff Bezos de hacerse un viaje espacial de dos millones y medio de dólares el minuto. Pero no podemos permitir que la salud o la educación superior dejen de ser derechos y pasen a ser privilegios. Y eso es lo que ocurre cuando se entregan nuestros derechos al lucro privado, que dejan de ser derechos, aunque las leyes sigan diciendo que lo son. El fondo de inversión EQT, dueño de la Universidad Europea que se instalará en Gijón, tiene la función natural de invertir dinero para obtener beneficios y con ese ánimo compró El Idealista, para enredos inmobiliarios, y compró una universidad. La igualdad de oportunidades, el bienestar de la población y el futuro de Asturias le es tan ajeno como a un restaurante le es ajena la población con hambre. Simplemente no es su naturaleza. No se trata de que sea mala la existencia de universidades privadas, cuya fundación es un derecho constitucional. De hecho, todo el mundo entiende que la universidad pública debe tener proyectos de investigación, transferencia y hasta docentes con el sector privado. Ni es malo que haya hospitales privados o que haya médicos con consulta privada. Pero lo que garantiza los derechos es la existencia del servicio público, no el añadido de la actividad privada, que puede ofrecer y consumir quien quiera y pueda en una economía libre. Lo que es motivo de alarma es que ese añadido privado vaya devorando el servicio público y que el proceso real sea de privatización y que la gestión privada vaya convirtiendo en privilegio lo que debe ser un derecho. Ni Quirón ni las universidades privadas vienen a enriquecer lo que ya tenemos como servicio público. La población universitaria en Asturias es la que es y que se reparta en tres universidades no fortalece el derecho a la formación superior. La Universidad de Oviedo no tiene nada que temer de su capacidad docente respecto a la de las universidades privadas ni de su excelencia investigadora respecto de la inexistente de esas universidades. Pero el mecanismo de la oferta y demanda funciona bien en el plazo inmediato, en el consumo impaciente. Quien se matricula en una universidad no tiene por qué distinguir que tenga una costosa estructura de investigación o no la tenga, porque los efectos de esa estructura son un caldo gordo lento, ajeno a los tiempos del consumo. Se financian esas estructuras por razones estratégicas, no por demanda inmediata de quienes van a estudiar. Aunque es una evidencia estadística que la formación superior facilita el empleo, sabemos que las redes de contactos pueden dar más ventaja que la calidad de la formación (cuántos másteres caros hay que son una especie de escopeta nacional para encontrarse y conocerse) y la sensación de estar en una red buena puede afectar al elegir más que la actividad investigadora y de transferencia de la universidad. Universidad Europea en Madrid. El mecanismo ordinario del consumo no regula la calidad de la educación superior. En Asturias las habas son muy contadas. Con la tendencia demográfica actual pronto los asturianos deberán asumir un coste de la universidad que no se justificará por la cantidad de estudiantes, sino por su impacto en el tejido social, económico e identitario de Asturias. Con habas tan contadas, es lógica la preocupación de que el asentamiento de universidades privadas no complemente a la universidad pública, sino que se inicie una privatización parcial. Y no es lo mismo que la educación superior se gestione en una universidad pública robusta que desnutrida. En asunto de derechos y bien común, no es lo mismo lo público que lo privado. Aunque el demonio quiera hacernos creer que no existe.

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