El Mundito gobal en la UVI, Al a lo suyo....
Ahora que la economía del mundo está en la sala de cuidados intensivos, es tentador dejar las preocupaciones medioambientales en un segundo plano. Pero el ex vicepresidente de Estados Unidos Al Gore sostiene que no podemos darnos ese lujo. El medio ambiente, asegura, se ha vuelto demasiado frágil.
El ganador del Premio Nobel de la Paz, quien entre otras labores se desempeña como presidente de la Alianza para la Protección del Clima y es socio de la firma de capital de riesgo Kleiner Perkins Caufield & Byers, habló con The Wall Street Journal. Estos son algunos extractos de la entrevista.
En la conferencia ECO:nomics, el premio Nóbel Al Gore discute su plan ambiental. Haga clic en la parte superior derecha del video para activar los subtítulos.
Una década de cambio
Alan Murray: El año pasado presentó un plan a 10 años para eliminar todos los combustibles fósiles de la producción de energía eléctrica. ¿Sigue siendo realista?
Al Gore: Es factible. Para cualquiera que esté interesado en ver los detalles, la Alianza para la Protección del Clima tiene una página Web, WeCanSolveIT.org
Estamos en un momento de la historia en que, como civilización, nos hemos demorado en reconocer la magnitud de la crisis climática. Se trata de una auténtica emergencia planetaria. Este es el momento de hacer una inversión extraordinaria en la transformación de nuestra infraestructura energética, pasando de una basada en combustibles fósiles, que son contaminantes y caros, a una que se base en combustibles que siempre serán gratuitos.
Alan Murray: ¿Cuál es el objetivo de plantearle una meta tan ambiciosa a la gente?
Gore: Bueno, un objetivo es ampliar el espacio en el que se desarrolla el debate y poner sobre la mesa las cifras que muestran que realmente podemos lograr esto, si nos decidimos a ello. Cuando el presidente John F. Kennedy dijo en 1961 que enviaríamos a un hombre a la luna y lo traeríamos de vuelta sano y salvo en 10 años, muchos pensaron que era imposible. Pero ocho años y dos meses después, Neil Armstrong dejó su huella sobre la luna.
En la sala de control en Houston, que celebraba el éxito de la misión, la edad promedio de un ingeniero de sistemas era 26 años, lo que quiere decir que cuando escucharon sobre el desafío, su edad promedio era de 18 años. La generación que nos sigue está comprometida con esta clase de transformación.
Murray: ¿Qué es lo que tiene que ocurrir para que esa ambiciosa meta, la de eliminar los combustibles fósiles de la energía eléctrica, se cumpla dentro del plazo de 10 años?
Gore: Tenemos que tomar una decisión. Tiene que ser una estrategia global. Además, tenemos que solucionar las fallas del mercado. Tenemos que arreglar los defectos en la forma en que el mercado ignora el dióxido de carbono.
Precio al carbono
Murray: Tenemos que ponerle un precio al dióxido de carbono.
Gore: Sí, hay que ponerle un precio al dióxido de carbono. Desde luego que sí.
Murray: En las últimas 24 horas he oído a varias personas decir que la "tecnología se ocupará de esto. Las fuerzas del mercado se ocuparán de lo otro. En realidad, no es necesario ponerle un precio al dióxido de carbono".
Gore: Será un proceso lento, y no tenemos tiempo que perder con la crisis climática, porque estamos cada vez más cerca de pisar cuerdas de trampa que podrían activar procesos irreversibles.
Murray:¿Le importa si se hace mediante un impuesto al dióxido de carbono o un sistema de canje de bonos de emisión?
Gore: Estoy a favor de las dos medidas. Ya hay numerosos países el mundo, especialmente en Europa, que implementan ambas. La forma más eficiente de conseguir que el mercado colabore es mediante un impuesto al dióxido de carbono, cuyos ingresos serían compensados por las reducciones en otras partes del sistema. Así sería neutral.
Varios países, provincias de Canadá, y algunos gobiernos regionales del mundo han hecho eso y, en líneas generales, han sido exitosos. Pero cuesta imaginar en el corto plazo un impuesto de dióxido de carbono que se aplique armoniosamente en todo el mundo. Por eso, el sistema de los canjes de emisiones es la mejor manera de lograr un acuerdo global que permita que las fuerzas del mercado trabajen con nosotros en vez de en la dirección opuesta.
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