Se muere el siglo XX.
El escritor granadino Francisco Ayala, considerado decano de las letras españolas y único autor todavía con vida de la generación del 27, falleció el martes a los 103 años, según informó la fundación que lleva su nombre.
"Ha fallecido esta mañana en su casa en Madrid", dijo a Reuters un portavoz de la Fundación.
La ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, alabó a la que ha sido una de las figuras más importantes de las letras españolas.
"Era una persona excepcional, un escritor que como todos sabemos ha hecho un recorrido amplísimo por muchos aspectos distintos de la escritura y que su visión de todo nuestro siglo y de la historia de nuestro siglo desde los años 20 (del siglo pasado) para acá es importantísima", afirmó en la capilla ardiente del actor José Luis López Vázquez, fallecido ayer.
Ayala, académico de la Real Academia Española, ha recibido múltiples distinciones, como el Premio Cervantes en 1991 y el Príncipe de Asturias de las Letras en 1998.
Publicó su primera novela, "Tragicomedia de un hombre sin espíritu", con sólo 19 años. De ahí a la actualidad, ha escrito decenas de obras, novelas, estudios y ensayos - sobre todo de jurisprudencia y sociología -, así como traducciones de escritores de la talla de Thomas Mann, Rainer María Rilke o Alberto Moravia.
A Ayala se le ve como un precursor de la renovación de la prosa española de vanguardia, y su obra está considerada clave en el estudio de la memoria histórica española y de los intelectuales en el exilio.
"Los usurpadores", "La cabeza del cordero" (ambas de 1949), "Muertes de perro" (1958)", "El jardín de las delicias" (1971) o "Recuerdos y olvidos" (1982) son algunas de sus obras, claves de la literatura española contemporánea.
Ayala, que dispone también de un perfil público en la popular red social Facebook, también está considerado un pionero en el uso de las nuevas tecnologías al empezar a usar el ordenador allá por 1985.
En los últimos años se han multiplicado los reconocimientos en su nombre, como la recepción de la medalla de oro de la Sociedad General de Autores (SGAE) y la declaración de hijo predilecto por Granada, además de celebrarse en 2006 el año de su del centenario.
Doctor en Derecho por la Universidad de Madrid en 1931, trabajó para el Estado en la Segunda República y se exilió tras la Guerra Civil, viviendo primero en Buenos Aires y desde 1956 en Nueva York, donde fue profesor de literatura en universidades como Princeton. Aunque desde los 60 viajaba a Madrid ocasionalmente, no volvió a fijar su residencia en España hasta 1980.
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