Javier Kessler Saiz: El camino europeo está trazado: Llegar al final es sólo cuestión de tiempo
Javier Kessler Saiz
9:32 - 17/06/2011
Un argumento generalmente aceptado entre las autoridades políticas y económicas de los países desarrollados es aquel que establece que nadie supo predecir la actual crisis económica. Simplemente no es cierto.
No se puede pensar que todo un proceso de apertura de mercados, de desaparición de prácticas proteccionistas en el comercio internacional y de integración económica entre países de una misma zona geográfica y entre países de distintas áreas económicas se haya alcanzado sin el conocimiento de las derechos y obligaciones que tales acuerdos otorgaban a los países firmantes, ni tampoco sin conocimiento preciso de los efectos que dichos acuerdos iban a producir en la economía global.
La globalización económica es un nuevo periodo en la Historia Económica Mundial en el que la partida por el reparto de la riqueza define nuevos jugadores más ágiles, descarados y pícaros que los pesados, engreídos y satisfechos miembros del club de ricos del siglo XX.
La transferencia de rentas hacia países emergentes se produce principalmente por la ausencia de obligaciones sociales y de mantenimiento de estructura que las empresas domiciliadas en estos países deben mantener para poder salir al mercado. Pasamos de un 100 a 0, a un nuevo reparto social de 70 para países desarrollados y 30 para el resto del mundo.
Sin duda, es cierto que los logros sociales al estilo europeo deberían formar parte de los objetivos a alcanzar por todo país en desarrollo, pero también valdría aplicar para el futuro un criterio de racionalidad y buscar sólo aquellos que sea posible pagar con la riqueza actual y no con la riqueza futura. Mientras tanto, podremos observar cómo se mantendrá la clásica separación entre país desarrollado y emergente. Pero, esta vez, por el tipo de crecimiento buscado.
Obligados al cambio
Los primeros están abocados a perseguir un crecimiento dibujado por la mejora en los procesos productivos, por la formación y el conocimiento y, en definitiva, por la búsqueda de la eficiencia en la producción. Y los segundos, en sus ansias de alcanzar un rápido crecimiento, en la búsqueda de mayor consumo, inversión y gasto y, en definitiva, mayor demanda.
En los países europeos, el cambio de estructura es un camino trazado desde hace un par de décadas y en la actualidad forzado por la pérdida diaria de riqueza relativa con respecto a los nuevos países integrantes de la mesa de reparto del bienestar mundial.
En diciembre de 2009, comentaba sobre las perspectivas económicas para 2010 si Grecia iba a convertirse en un nuevo Lehman, y con el fin de demostrar en pequeña escala que la ciencia económica es capaz de prever escenarios económicos probables, recordaré literalmente el texto publicado: "Si Grecia no formara parte de la zona euro, la respuesta sería negativa, pues el mercado habría aislado el problema griego penalizando su prima de riesgo y depreciando su moneda frente al resto de países europeos. Sin embargo, el euro socializa las deudas y penaliza al resto de socios con aumentos en la prima de riesgo. El problema heleno deja de ser interno y se constituye en un problema de todos. Cuando una deuda se convierte en insostenible, el resto de países tiene que estar dispuesto a rescatar al país endeudado, ya que el incremento de las primas de riesgo se traslada a todos. La carga de la deuda de los socios aumenta y obliga a implementar políticas fiscales más restrictivas. El banco central se encuentra en un entorno más desfavorable para desarrollar su política monetaria, pues si el control de la inflación es su objetivo principal, las mayores presiones inflacionistas obligan a incrementar los tipos de interés. Pero esta subida aumenta aún más la carga de la deuda de todos los países miembros de la zona euro."
Un gobierno económico eurpeo
No sabemos cuánto tiempo necesitaremos para asumir la nueva realidad. Tampoco si existirá el liderazgo suficiente como para promover un gobierno económico europeo que financie un presupuesto europeo con riesgo Europa que ponga en funcionamiento un proceso de transferencia de rentas tal y como está previsto en cualquier texto de Economía.
En una zona monetaria óptima, los países integrantes deben converger en términos reales, y si esto no es así, debe definirse un programa de transferencias de renta que nivele los desequilibrios ocasionados.
El camino está trazado desde que la política firmó Tratados de índole económico. La salida que tenemos es la que ya está analizada y prevista en los distintos acuerdos de integración económica y monetaria, y contrastada conforme al nuevo orden económico internacional. No debería haber vuelta atrás, ya que el futuro sería, sin duda, peor.
Javier Kessler Saiz. Kessler y Casadevall EAFI.
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