Adiós al miedo, hay que salir fuera
Los líderes de Telefónica, Repsol, Iberia e Iberdrola reflexionan sobre la internacionalización de las empresas
Paz Álvarez - 29/10/2011 - 07:00
Un fabricante de zapatos de Elche produce al día 1.200 pares, de los cuales 1.150 los vende fuera de España. Apenas 50 pares se quedan en España. Es un ejemplo real, a pequeña escala, de la nueva realidad que viven las empresas españolas. Grandes, medianas y pequeñas compiten en un mercado global y tienen que lanzarse, tarde o temprano, a la conquista de nuevos mercados. El caso del zapatero lo expuso este viernes Fernando Salazar, vicepresidente del Instituto de Comercio Exterior (Icex), durante su intervención en la clausura en Bilbao del VII Congreso Directivos de CEDE, a la que asistió el Príncipe de Asturias y en la que estaban presentes cerca de un millar de ejecutivos. "Exportar te permite ser más innovador y competitivo, además de crear empleo". En España exportan 110.000 empresas, tan solo un 7% del tejido empresarial, cuando la media europea es del 20%. "El problema es que exportan con poca regularidad, solo lo hacen en época de crisis", añadió Salazar. En la misma mesa redonda sobre Líderes en internacionalización también se encontraban los primeros ejecutivos de algunas multinacionales, como Telefónica, Repsol, Iberdrola o Iberia.
"Organización global no es hacer las cosas como siempre, sino visualizando el futuro, compartiendo métodos y estrategia con gente de talento", señaló Antonio Brufau, presidente de Repsol. El arranque en la internacionalización de esta compañía llegó con la adquisición de YPF.
"Fue el primer gran salto y, aunque no era suficiente, permitió cambiar nuestra cultura corporativa". Porque una de las consecuencias de la globalización, en su opinión, es el incremento de "gente talentosa". Como ejemplo, las 1.500 personas que formaban parte del equipo técnico de la petrolera, que a raíz de esta expansión se han ampliado hasta 3.000. Pero también, apuntó Brufau, existe la necesidad de saber establecer sistemas de gestión ágiles y versátiles para adaptarse a las circunstancias. Esto pasa por "compartir riesgos y aventuras con los socios locales".
Hasta el año 1990, la internacionalización no fue clave en la estrategia de Telefónica. Lo reconoció ayer César Alierta: "Fue hace tan solo 21 años, cuando nuestros vecinos ya llevaban 100 años". El resultado: la compañía "tenía 10 millones de clientes y ahora tiene 300 millones. Una oportunidad que, según Alierta, debe aprovechar España como país, debido a su privilegiada situación. "Tenemos un mercado potencial de 1.000 millones de habitantes, 500 en Europa y 500 en Latinoamérica, fruto del idioma y de la situación geográfica". En su opinión, lo más difícil y lo más importante fue la primera decisión, la de hace dos décadas. "Hoy seríamos una compañía de 45 millones de clientes, que en este mundo global no es nada".
La internacionalización de las empresas constituye un aspecto esencial para la superación de la crisis económica. Así lo cree Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, que durante su intervención destacó la decisión de las empresas españolas, en la década de los noventa, al abordar este tipo de procesos. "Son además tractoras de crecimiento e internacionalización de otras más pequeñas que acompañan a los grandes grupos por todo el mundo". Y animó a las empresas a no tener miedo y a seguir por este camino, pero también a mantener los grandes grupos tractores existentes bien anclados en nuestro país y evitar que se deslocalicen, como ya ha sucedido en otros sectores. En este sentido, avisó de que hay aspectos de nuestra economía "que ponen en peligro esta situación", y que se está viendo en la pérdida continua de competitividad, ya que desde 2006 España ha descendido 31 puestos en el ranking mundial y ocho puntos respecto a los países de la Unión Europea. Sánchez Galán criticó varios aspectos que condicionan la robustez de las organizaciones españolas: "Nos cuesta más financiarnos en los mercados internacionales que a nuestros competidores, debido al incremento de la prima de riesgo, la productividad ha ido descendiendo debido a las rigideces del mercado de trabajo, la fiscalidad no es suficientemente atractiva y hay una inestabilidad jurídica".
El máximo responsable de la eléctrica defendió la necesidad de impulsar "políticas públicas activas que fomenten la expansión internacional de las empresas orientándolas a mercados con expectativas de crecimiento y facilitándoles los procedimientos administrativos, la financiación y la seguridad jurídica necesarias".
Ampliar negocio en países emergentes puede ser una parte de la solución. No la única. El presidente de KPMG, John M. Scott, opina que un proceso de internacionalización es una oportunidad, a la vez que es importante "crear una cultura que promocione a las personas que quieran desarrollar su carrera fuera", pero no debe ser el escondite de las empresas para paliar sus malos resultados en España. "No se puede buscar la entrada en mercados emergentes para sustituir los beneficios que no tenemos en nuestro país". Porque la internacionalización ha de formar parte de la esencia del negocio. Y como recomendación a otros ejecutivos, aseguró que hay que analizar los recursos humanos y no fijarse únicamente en los datos económicos. Porque los directivos con problemas de personal en sus procesos de internacionalización han reconocido, aseguró Scott, que "no pasaron demasiado tiempo analizando el tema de las personas porque se centraron en los números". Y señaló que se deben estudiar "bien los riesgos, conocer el entorno legal y regulatorio, y entender la competencia".
El presidente de Iberia, Antonio Vázquez, señaló que se da la paradoja de que su sector "ha sido el vehículo de la globalización y es la industria menos globalizada porque los cielos abiertos no permiten el movimiento de capitales". A pesar de esa restricción y de que las aerolíneas tienen poco margen de maniobra, en cuanto a fusiones entre compañías de distintas regiones, afirmó que existen posibilidades para crecer. En el caso de la fusión de Iberia con British Airways, con la que cubre ya todo el Atlántico, se ha abierto un campo para poder incorporar nuevos socios y ampliar el negocio. Cree además que los problemas internos no se solucionan con movimientos corporativos, y que lo que ha hecho grandes a las empresas es "tener gente con vocación de vivir fuera".
"Organización global no es hacer las cosas como siempre, sino visualizando el futuro, compartiendo métodos y estrategia con gente de talento", señaló Antonio Brufau, presidente de Repsol. El arranque en la internacionalización de esta compañía llegó con la adquisición de YPF.
"Fue el primer gran salto y, aunque no era suficiente, permitió cambiar nuestra cultura corporativa". Porque una de las consecuencias de la globalización, en su opinión, es el incremento de "gente talentosa". Como ejemplo, las 1.500 personas que formaban parte del equipo técnico de la petrolera, que a raíz de esta expansión se han ampliado hasta 3.000. Pero también, apuntó Brufau, existe la necesidad de saber establecer sistemas de gestión ágiles y versátiles para adaptarse a las circunstancias. Esto pasa por "compartir riesgos y aventuras con los socios locales".
Hasta el año 1990, la internacionalización no fue clave en la estrategia de Telefónica. Lo reconoció ayer César Alierta: "Fue hace tan solo 21 años, cuando nuestros vecinos ya llevaban 100 años". El resultado: la compañía "tenía 10 millones de clientes y ahora tiene 300 millones. Una oportunidad que, según Alierta, debe aprovechar España como país, debido a su privilegiada situación. "Tenemos un mercado potencial de 1.000 millones de habitantes, 500 en Europa y 500 en Latinoamérica, fruto del idioma y de la situación geográfica". En su opinión, lo más difícil y lo más importante fue la primera decisión, la de hace dos décadas. "Hoy seríamos una compañía de 45 millones de clientes, que en este mundo global no es nada".
La internacionalización de las empresas constituye un aspecto esencial para la superación de la crisis económica. Así lo cree Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, que durante su intervención destacó la decisión de las empresas españolas, en la década de los noventa, al abordar este tipo de procesos. "Son además tractoras de crecimiento e internacionalización de otras más pequeñas que acompañan a los grandes grupos por todo el mundo". Y animó a las empresas a no tener miedo y a seguir por este camino, pero también a mantener los grandes grupos tractores existentes bien anclados en nuestro país y evitar que se deslocalicen, como ya ha sucedido en otros sectores. En este sentido, avisó de que hay aspectos de nuestra economía "que ponen en peligro esta situación", y que se está viendo en la pérdida continua de competitividad, ya que desde 2006 España ha descendido 31 puestos en el ranking mundial y ocho puntos respecto a los países de la Unión Europea. Sánchez Galán criticó varios aspectos que condicionan la robustez de las organizaciones españolas: "Nos cuesta más financiarnos en los mercados internacionales que a nuestros competidores, debido al incremento de la prima de riesgo, la productividad ha ido descendiendo debido a las rigideces del mercado de trabajo, la fiscalidad no es suficientemente atractiva y hay una inestabilidad jurídica".
El máximo responsable de la eléctrica defendió la necesidad de impulsar "políticas públicas activas que fomenten la expansión internacional de las empresas orientándolas a mercados con expectativas de crecimiento y facilitándoles los procedimientos administrativos, la financiación y la seguridad jurídica necesarias".
Ampliar negocio en países emergentes puede ser una parte de la solución. No la única. El presidente de KPMG, John M. Scott, opina que un proceso de internacionalización es una oportunidad, a la vez que es importante "crear una cultura que promocione a las personas que quieran desarrollar su carrera fuera", pero no debe ser el escondite de las empresas para paliar sus malos resultados en España. "No se puede buscar la entrada en mercados emergentes para sustituir los beneficios que no tenemos en nuestro país". Porque la internacionalización ha de formar parte de la esencia del negocio. Y como recomendación a otros ejecutivos, aseguró que hay que analizar los recursos humanos y no fijarse únicamente en los datos económicos. Porque los directivos con problemas de personal en sus procesos de internacionalización han reconocido, aseguró Scott, que "no pasaron demasiado tiempo analizando el tema de las personas porque se centraron en los números". Y señaló que se deben estudiar "bien los riesgos, conocer el entorno legal y regulatorio, y entender la competencia".
El presidente de Iberia, Antonio Vázquez, señaló que se da la paradoja de que su sector "ha sido el vehículo de la globalización y es la industria menos globalizada porque los cielos abiertos no permiten el movimiento de capitales". A pesar de esa restricción y de que las aerolíneas tienen poco margen de maniobra, en cuanto a fusiones entre compañías de distintas regiones, afirmó que existen posibilidades para crecer. En el caso de la fusión de Iberia con British Airways, con la que cubre ya todo el Atlántico, se ha abierto un campo para poder incorporar nuevos socios y ampliar el negocio. Cree además que los problemas internos no se solucionan con movimientos corporativos, y que lo que ha hecho grandes a las empresas es "tener gente con vocación de vivir fuera".
Los 500 kilómetros de autopista de Fainé
Cuando era presidente de Abertis, Isidro Fainé gestionaba 500 kilómetros de autopistas. Su actividad se reducía a ingeniería financiera y a mantener relaciones con la Administración. "Pero vimos que lo que hacíamos podía servir para otras infraestructuras, y así comenzamos a extendernos por España, y después decidimos ir a otros países, haciendo lo que ya sabíamos hacer", aseguró el presidente de CaixaBank durante la clausura del congreso de CEDE.Desde el estrado, Fainé animó a no tener miedo a salir al exterior. "Debemos orientar nuestras empresas hacia los países emergentes. No es misión imposible". Lo saben bien las empresas del Ibex, que facturan dos tercios de su negocio fuera de España. "Las pymes también han dado ese paso y han mejorado su actuación". Para ello, "hay que cuidar al cliente, pero también al empleado, que es lo más importante". Y sobre todo a los mandos intermedios, "ellos son los que verdaderamente saben cómo está el negocio".
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