Guerín, de hecho, confirma que la influencia del autor de El espíritu de la Colmena está patente en sus películas, especialmente en En construcción“para mí fue muy importante que existiera El sol del membrillo, porque hubo ideas sobre cómo mostraba Erice el tiempo de la cotidianeidad que me fueron muy valiosas y que inconscientemente me influían. Pero más que influencia es que creo que Víctor es el cineasta que más admiro del cine español. Incluso más que a Berlanga y Buñuel, porque el mundo de Erice es más próximo al mío”, confiesa a El Confidencial el director.
El creador de En la ciudad de Sylvia se encuentra en estos momentos escribiendo un proyecto del que prefiere no hablar de momento, situación que contrasta con la de Víctor Erice que no rueda una producción española desde su documental sobre la vida del pintor Antonio López García. Una verdadera losa para el cine español dejar que uno de sus autores más reconocidos se mantenga tanto tiempo alejado de su medio. José Luis Guerín prefiere no entrar en detalles sobre por qué ocurre esto, aunque aporta una posible explicación “no ayuda la política del cine español que hay. Víctor no se encuentra a gusto en las políticas auspiciadas por las instituciones, y eso hace que acoja con más felicidad otros proyectos desde Francia o Portugal que de aquí, donde rara vez le piden algo”.
Políticas de un Gobierno del que Guerín considera que tiene la “voluntad de acabar con el cine”, aunque él no se sienta cómodo calificando las películas por sus nacionalidades “A mí me preguntan ¿te gusta el cine español?, y yo digo no, ¿y el italiano? tampoco, ¿y el francés?, pues tampoco, el de ninguna nacionalidad, porque lo que prevalece en todas partes es la mediocridad. Lo que nos gusta son singularidades, excepciones, y aquí como en todos los sitios hay excepciones”.
Sin embargo el director de Tren de Sombras asegura que no se enfada cuando un filme no le gusta “Hay muy pocas películas que de verdad me gusten, pero todas me dan algo, y no me aburro ni me cabreo como hace la gente. Yo me pregunto ¿por qué serán tan exigentes con el cine y tan poco exigentes con el resto de la vida?
Esa exigencia del espectador no evita que Jose Luis Guerín se muestre pesimista con la situación del cine de autor en la actualidad, que como decía hace una semana David Lynch, está falleciendo poco a poco, “Está muriendo porque se está convirtiendo en algo residual, en algo marginal. La consideración social de los autores en los sesenta, como Bergman, Antonioni o Pasolini, que rodaban con grandes medios, estrenaban en muchas salas y con una gran campaña de publicidad, ya no existe. Eran referentes para la sociedad. Lo que opinaba Pasolini sobre el Papa y Fellini sobre la televisión ocupaba titulares de prensa, eso ha muerto. Es una desgracia, pero el cine de autor se ha convertido en un reducto para la cinefilia”.
Una posible solución para ello pasa por los nuevos canales de distribución como internet, sobre los que Guerín reconoce saber poco ya que asocia el ordenador a su vida laboral, pero afirma conocer a gente que ha descubierto la historia del cine gracias a internet “Es cierto que tiene una función divulgadora, pero también está muy banalizado. No tiene nada que ver descubrir Ciudadano Kane proyectada en una sala que en un ordenador. Se pierde la liturgia. En el cine entras en una arquitectura de la que no sales igual, te sometes al tiempo sagrado de la pantalla. El ordenador es un electrodoméstico que apagas, enciendes, te ves reflejado... es una forma de desacralizar el cine”.
La Sección Oficial siente el miedo
Más allá de José Luis Guerín la competición siguió su curso en la Seminci con tres películas presentadas. Entre ellas la última apuesta del cine español por obtener la Espiga de Oro. Se trata de La por (El miedo), de Jordi Cadena, que tras el éxito de Elisa K, presenta un filme que trata el espinoso tema de la violencia en el seno de una familia. Ambas están basadas en dos libros deLolita Bosch, una escritora cuyas obras “dejaron impactado” al director. Cadena opta por colocar una barrera entre el espectador y lo que ocurre en su película. No quiere que se sienta involucrado emocionalmente con los personajes, sino que observe lo que ocurra. Como si de un documental sobre la fauna africana se tratara. Un estilo muy Hanekiano, algo que el director confirma en su charla con este periódico “A mis actores les recomendé para preparar los personajes El séptimo continente, de Michael Haneke, así que algo hay de él”.
Es difícil conectar con La por, pero es algo tan intencionado que no se le puede reprochar. Su cámara evita los extremos (tanto el sentimental, como el explícito en la violencia) recurriendo a una cuidada puesta en escena que juega siempre con el sonido y el fuera de campo hasta llegar a un final que es un puñetazo en el estómago. Lástima que los flashforwards que insertan en la película no encajen ni estéticamente, ni narrativamente y que tanta frialdad haga que el espectador llegue en ocasiones a desconectar de la historia. Sin duda una apuesta arriesgada que podría verse recompensada en el palmarés.
Una película que Jordi Cadena quiso estrenar a la vez en salas y online, pero que por problemas contractuales no pudo ser. A pesar de ello, el director piensa que la piratería sigue haciendo demasiado año al sector, y pone como ejemplo a sus propios alumnos cuando enseña guión en la universidad “gente que quieren dirigir cine me dice que no les interesa el cine español y que la cultura debería ser gratis, y encima no es una minoría. Partiendo de esto, por muchas leyes que se pongan... nos ha tocado el país que nos ha tocado. Antes el problema era que al público solo le interesaba la españolada, luego llegó el destape, pero se empezó a crear un nuevo cine español que ahora está en su mejor momento, y el problema sigue siendo el mismo, así que yo no sé qué más se puede hacer”. Una terrible realidad que el realizador no sabe cómo combatir.
Las otras dos películas de Sección Oficial fueron Night Moves y Marina. La primera, una obra de la aclamada Kelly Reichardt, es una historia a caballo entre el thriller y el drama sobre las consecuencias de los actos de tres activistas ecológicos. Una película densa, sin ritmo, que obliga al espectador a intentar descubrir algo en sus inquietantes y oscuras imágenes pero que no ofrece nada a cambio. La nada en un ejercicio vacío de estilo. La segunda es el biopic de Rocco Granata, el autor de la canción que da nombre a la película (y que todo el mundo salió cantando del pase). Enfocada desde el punto de vista de la inmigración italiana en la Bélgica de los años cincuenta, la película hace que surjan dos preguntas de forma espontánea, ¿Por qué han producido los hermanos Dardenne esta película? y, sobre todo, ¿Qué hace un filme tan simple en la Seminci? Misterios sin resolver de los festivales de cine.
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