El grifo del crédito seguirá cerrado para pymes y familias hasta 2015
El Eco
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Foto: Archivo
Gobierno y banca no prevén que la cartera de préstamos crezca durante el próximo año. la vicepresidenta admite que España sufre por la escasez de financiación y que "se trabaja en ello".
La cartera de crédito de la banca no sólo sigue cayendo durante este año, sino que, según las estimaciones del Gobierno y del sector financiero, no empezará a crecer hasta, al menos, el año 2015.
La única buena noticia que se ha producido en relación a los préstamos es que la caída en los últimos meses empieza a desacelerarse, pero no lo suficientemente rápido como para que la tendencia cambie y el volumen total empiece a crecer el año próximo.
La única buena noticia que se ha producido en relación a los préstamos es que la caída en los últimos meses empieza a desacelerarse, pero no lo suficientemente rápido como para que la tendencia cambie y el volumen total empiece a crecer el año próximo.
Desde el sector, algunos bancos, como el Santander, esperan que en 2014 la cartera de créditos tenga una evolución plana, otros, como BBVA, prevén que el desapalancamiento continúe y tenga más peso que los nuevos créditos en la primera parte del año, sin atreverse a pronosticar una tendencia clara en el segundo semestre.
Los dos bancos, con recortes del crédito de entre el 6 y el 7 por ciento, son los privilegiados que consiguen ganar cuota de mercado, ya que la bajada media del sector, lastrado por la contracción de los más débiles, se encuentra alrededor del 10 por ciento.
Y mientras la banca se muestra cauta, el Gobierno se muestra preocupado por uno de los mayores problemas que atenazan la economía. La escasez de los préstamos no sólo es un problema para aquellas empresas y hogares que lo sufren, sino que es un elemento clave que puede apoyar la incipiente recuperación que profetiza el Ejecutivo o retardar la recuperación.
Por esta relevancia, el BCE ha alertado de la circunstancia de que España es uno de los países de la zona euro donde más se restringen los préstamos, que es tanto como decir que tiene un grave problema añadido para olvidarse de la recesión. Y dentro de los distintos tipos de préstamos, son las pymes españolas las que lo tienen más difícil, tras las griegas, para acceder a la financiación bancaria.
Estos obstáculos, que amenazan con un deterioro adicional del tejido empresarial, han querido ser removidos por los últimos gobiernos, con escaso éxito.
De nada han servido los condicionantes introducidos en los decretos de Guindos, como antes los quiso introducir Salgado, aquellas que hacían referencia al mantenimiento del crédito en las entidades que recibieran ayudas públicas. Han sido éstas, los grupos de cajas nacionalizadas, las que han recortado más el préstamo, acuciadas por la necesidad de reducir balance, obtener financiación y cumplir los requerimientos de capital.
El Banco de España, en su último boletín económico, ya advertía de que de nada sirven las medidas sobre el "ámbito estricto del mercado de préstamos bancarios". El mejor camino, asegura el supervisor, es avanzar hacia la unión bancaria y afianzar la recuperación económica.
Unas recetas que no sólo escapan de la voluntad del Gobierno, sino que parecen que condenan la marcha de la economía a un círculo vicioso. Sin crédito no hay recuperación económica, pero sin recuperación no hay crédito.
Por ello, algunos altos cargos del Gobierno no dudan en mostrar su preocupación por el cerrajón de los préstamos y aunque consideran que se pueden ver los primeros síntomas de mejora en el sistema crediticio a lo largo del año que viene, no esperan que se retorne a un nivel aceptable de concesiones hasta dentro de unos dos años.
También opinan que se debe exigir un mayor esfuerzo a la banca, sobre todo en el caso de las pymes, para que accedan a financiación.
El supervisor, en el boletín económico de octubre, afirmaba que era el único segmento en que se debería implementar medidas para abrir el grifo, dado que es el sector más afectado por la escasez.
El problema, una vez más, es acertar con la vía que pueda reactivar de forma efectiva la financiación a estas empresas.
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, reconocía ayer que en España existe un problema con los préstamos, si bien se han adoptado medidas para paliar esta situación "que buscan el saneamiento y la capitalización de las entidades".
También se refirió la vicepresidenta a la necesidad de que el sector privado siga reduciendo sus niveles de endeudamiento, "si bien las pymes necesitan crédito".
En esa difícil, casi contradictoria, ecuación es en la que el Gobierno trabaja con la implementación de varias medidas, como recordó ayer Sáenz de Santamaría.
Una de ellas ha sido adelantar uno de los puntos que establece Basilea III y que entraría en vigor en enero de 2014. Así, en la Ley de Emprendedores se introduce un descuento sobre el consumo de capital de los créditos a pymes, cuyo concepto además se ha cambiado para dar entrada a más empresas en esta categoría de sociedades.
Esta medida hace menos gravoso conceder créditos a las pymes, en términos de recursos propios, pero parece más ventajosa para la propia banca que para las pequeñas sociedades. A los grupos bancarios les libera capital y les resta volumen a los activos ponderados por riesgo, por lo que sus ratios de capital mejoran al aplicar los nuevos criterios de contabilidad. Sin embargo, no hay ninguna garantía de que esos recursos liberados se destinen a nuevos créditos a pymes, ni que las mejores condiciones inclinen a un banco a conceder un crédito si el cliente no supera sus cada vez más exigentes controles de riesgo.
Otra de las medidas que recientemente ha puesto en marcha el Ejecutivo es el mercado secundario de deuda dirigido a pymes (MARF). La idea es que empresas solventes, pero de pequeño tamaño, puedan acceder a obtener financiación a través de emisión de deuda y de esta forma reducir su dependencia de la banca. Sin embargo, desde el sector se apunta que este mercado difícilmente conseguirá su objetivo, ya que el perfil de los posibles emisores no será demasiado atractivo debido a que es muy difícil calibrar el riesgo que se contrae con una empresa de la que, por su tamaño, se dispone de muy poca información fiable.
Otra posible medida, apuntada por el Banco de España, sería recalibrar las líneas de préstamos del ICO, de forma que asumieran parte del riesgo de los créditos concedidos a las pymes, aunque la mayor parte debería seguir asumiéndolo la banca para que siga teniendo incentivos en este sistema.
La propuesta debería modularse con sumo cuidado. Como recuerdan desde el sector y el propio Banco de España, el único antecedente es el "Programa ICO-Directo", en el que el riesgo del crédito era asumido íntegramente por el ICO. El objetivo era estimular un crédito que parecía parado sin demasiada justificación por la banca. El resultado fue que ni hubo demasiadas concesiones ni fue a parar a pymes solventes, ya que un porcentaje muy alto de esos préstamos acabaron en morosidad.
A la espera de que los estímulos den resultado, sólo se puede decir que los últimos datos acerca de los nuevos créditos para pymes presentan una caída del 13 por ciento y ninguna entidad prevé abrir la mano si no se trata de un proyecto fiable o para una actividad exportadora. Al resto, la dificultad para escrutar a sociedades de menos de 250 millones de euros de facturación, según el sector, las excluye de la financiación.
Poco cambiará el año próximo para las familias. Con unas tasas de paro históricas y aún con necesidad de desapalancarse, no se espera ni que aumente la oferta de préstamos ni la demanda. El aumento de los diferenciales y el acortamiento de plazos hace mucha más cara la financiación. No debe extrañar, pues, los datos de Funcas, que señalan que el 70 por ciento de las operaciones de compras de casa se realizan sin constituir una hipoteca.
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