El reto: encontrar rentabilidad más allá de los depósitos
José Mª Camarero
Los gestores instan a posicionarse poco a poco en renta variable y deshacer posiciones en deuda corporativa y pública para culminar el ejercicio en el que las imposiciones a plazo han caído con retornos dignos de su patrimonio.
El depósito ha muerto. ¡Viva el depósito! La reducción de los intereses en las imposiciones a plazo fijo ha trastocado los objetivos que muchos inversores se planteaban para este ejercicio. A pesar de este cambio de realidad, puede ser un revulsivo para dar una vuelta a su cartera, definir una nueva estrategia y analizar las posibilidades que otros activos ofrecen, aunque aparentemente no sean ni tan sencillas ni tan eficaces como los clásicos productos de ahorro. A falta de poco más de dos meses para liquidar el ejercicio, puede ser un buen momento para mejorar su cartera o, al menos, iniciar una nueva senda a consolidar durante 2014.
No se trata de cambiar por completo ni su horizonte, ni su perfil de inversor. Es mucho el capital que está en juego y los diferentes gestores de banca privada aconsejan dar respuesta a este nuevo contexto, sí; pero con pies de plomo. «Habrá que conformarse con una rentabilidad más realista, en torno al dos o al tres por ciento a futuro, al menos mientras los tipos de interés sigan en estos niveles», explica Gonzalo Nebreda, director de Banca Privada de Renta 4. «Las rentabilidades que estaban ofreciendo los depósitos eran elevadas y tenían implícitas cierta prima de riesgo», asegura.
El objetivo de cualquier cartera debe ser el de superar el nivel de inflación de cada momento. En 2013, el precio de la vida apenas variará un uno por ciento. Aparentemente, la opción más atractiva puede ser la renta variable. «En los próximos meses, recomendamos tomar un poco más de riesgo en las carteras y sobreponderar la renta variable sobre la fija», indica Juan Luis Luengo, responsable de Fondos de Inversión de Citi en España. «Esto es importante hasta para los clientes conservadores», puntualiza. Luengo explica que «tomar entre un 10 y un 15 por ciento de renta variable en una cartera de renta fija no incrementa el riesgo y sí aporta un plus de rentabilidad a largo plazo». Y apunta: «La baja correlación entre tipos de activo hace que el riesgo global no suba». Para Nicolás Barquero, director de Inversiones de Deutsche Bank Wealth Management, la mejor opción es «combinar estrategias de renta fija que incorporen 'spread' de crédito con otras que ofrezcan exposición a bolsa con cierta protección». Por ejemplo, a través de convertibles o estrategias de opciones.
En cualquier caso, Gonzalo Nebreda recomienda «prudencia, tomar posiciones de forma escalonada, no asumir más riesgos de los que se pueda y evitar 'perseguir' a los mercados», según cómo vayan evolucionando.
MÁS EUROPA, MÁS ESPAÑA
En renta variable, la apuesta de los gestores de banca privada se centra en este lado del Atlántico. «Los mercados con mayor potencial de beneficio a medio plazo son los que han sufrido más en sus beneficios en la crisis, como los europeos y entre ellos, España», señala Nicolás Barquero. «La revalorización debería producirse ahora más por los crecimientos de beneficios o flujos desde otros activos que por el hecho de que las valoraciones sean o no atractiva», indica. En Citi, Juan Luis Luengo también prefiere «mercados desarrollados sobre los emergentes». Por ello, recomienda «un porcentaje superior en Europa sobre Estados Unidos».
En esta estrategia también coincide Iratxe Oria, directora general de Banco Madrid Gestión de Activos. «Las bolsas europeas cotizan con descuento respecto a las americanas», explica. «La salida de la recesión europea tiene que traducirse en una recuperación de los beneficios empresariales que actualmente están casi un 30 por ciento por debajo de los máximos de 2007», indica Oria.
En el caso de España, cualquier posición que se pueda asumir a medio plazo debería tener en cuenta «una ligera sobreponderación en compañías de gran capitalización», afirma Juan Luis Luengo. «Preferimos que sean los gestores de renta variable europea los que decidan qué compañía comprar y hagan ellos esta sobreponderación», afirma.
Para un perfil conservador, Luengo recomienda un peso del 15 por ciento en renta variable; un 20 en renta fija corporativa; un 45 en deuda de gobiernos; y un 20 en depósitos. En el caso de un perfil moderado, reduciría al mínimo la posición en imposiciones a plazo, para alcanzar hasta un 30 por ciento en renta variable y REIT´s; un tercio de la cartera en deuda pública; un 25 por ciento en renta fija corporativa; y un seis por ciento en «high yield».
A pesar de que se puedan tomar algunas posiciones en bolsa por parte de los inversores más prudentes que hasta ahora se beneficiaban de los depósitos, los expertos de banca privada consultados apuestan por reestructurar sus posiciones en torno a la renta fija. Con una premisa: la normalización del contexto económico está provocando el aumento del rendimiento de la deuda pública no periférica. «Ya no ofrece tantas oportunidades de inversión como ocurría hace tan sólo 12 meses», afirma Gonzalo Nebreda. «Además, va acompañada de mayor volatilidad de lo que hemos vivido en los últimos años», apunta.
RECOMPOSICIÓN DE LA CARTERA DE RENTA FIJA
Ante esta situación, Nicolás Barquero recomienda «evitar plazos de inversión largos, sobre todo si no va de la mano de un diferencial de crédito que compense el riesgo de subida de tipos». De hecho, Juan Luis Luengo no ve valor en la deuda pública americana ni en la europea: «Preferimos bonos con vencimientos cortos». Este experto tampoco ve valor en la renta fija corporativa.
Desde Banco Madrid, Iratxe Orio se inclina por configurar «una cartera diversificada que incluya pagarés de empresa a corto plazo de emisores con buen 'rating', cédulas hipotecarias multicedentes y algo de deuda de agencias y Comunidades». Además, también le resultan atractivos «los bonos con cupón flotante para inversores más prudentes, pues su tipo de interés se vincula a la evolución del Euribor a tres meses». Este índice, que actualmente se encuentra en el 0,22 por ciento, debería repuntar en línea con el actual contexto de recuperación económica.
Para minimizar el impacto de la caída en la rentabilidad de los depósitos, Ignacio Diez, gestor senior de renta fija en Credit Suisse Gestión, considera que «es posible alcanzar una rentabilidad similar mediante una gestión activa de la renta fija, tanto deuda pública como bonos corporativos y depósitos, y combinando distintos plazos de vencimiento». En cuanto a deuda pública, apuestan por la periférica, «que está experimentando fuertes estrechamiento en los diferenciales». Con respecto a la corporativa, las emisiones «de algunos bancos europeos ofrecen una rentabilidad interesante ya que recogen el impacto de los cambios de Basilea III», afirma Diez.
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