Microsoft quiere alejarse de Windows 8. Al precio que sea. Si eso conlleva evitar el 9 en el nombre comercial, que es lo que tocaba, pues París bien vale una misa. Ayer se presentó Windows 10, la nueva versión del sistema operativo más extendido en el mundo, en lo que significa una regresión sobre los últimos pasos de Ballmer. El susto ha sido grande y Microsoft, aunque solo sea por una vez, ha preferido hacer caso a los usuarios y no complicarse con funcionalidades que nadie está demandando.
"Es amigable, como Windows 7, con unos pocos elementos de Windows 8", lo definió Terry Myerson, jefe de la división de Windows. Visualmente se mantiene el menú de inicio -que regresó con la 8.1- y la estructura del escritorio, si bien ambos han sufrido un lavado de cara con la interfaz Metro como vehículo. Iría incluso más allá: Windows 10 es Windows 7 con un puñado de elementos que han funcionado en Windows 8, como la pantalla compartida o el live ticker que muestran las aplicaciones. El salto, lo dejaron bien claro en la presentación, es del 7 al 10, "de conducir un Prius de primera generación a hacerlo con un Tesla", explicaron, dejando en el aire el símil automovilístico de Windows 8. ¿Quizá un Twingo?
Uno de los principales errores de Microsoft con la anterior edición fueron las concesiones al multidispositivo cuando, con las cifras en la mano, Windows solo tiene peso específico en los ordenadores de sobremesa, siendo residual ensmartphones y tabletas. Windows 10 arranca de la versión desktop y, como debió ser desde el primer momento, funciona en todos los demás dispositivos.
Se consolida el menú de inicio y se pone el foco en el cliente corporativo
¿Esto significa que una sola licencia valdrá para todos los dispisitivos? No lo sabemos, porque no se aclaró en la presentación, aunque probablemente esto le generaría problemas legales por monopolio. Lo que explicaron es que Windows 10 se adaptará a pantallas de 4 a 80 pulgadas, todo tipo de gadgets y el proclamadísimo internet de las cosas. De nuevo nos encontramos ante otro anhelo de tiempos de Windows 8.
Un guiño a la empresa
Si algo quedó claro ayer es que Microsoft quiere amarrar a las empresas. Del mismo modo que con los dispositivos, se ha anunciado que el sistema operativo será escalable para todo tipo de negocios, "desde pymes hasta centros profesionales de datos". Se ha puesto el foco en mejorar la gestión de la seguridad y en los distintos perfiles de acceso a la información, los caballos de batalla del cliente corporativo, haciéndolo todo "un poco más sencillo que antes". En esta línea, se plantea a las empresas la posibilidad de comprar aplicaciones de la tienda al peso, permitiendo que los empleados descarguen cuanto necesiten.
Hubo, por último, un gesto para los programadores, que eran otra de las patas que cojeaba en Redmond. Microsoft anunció una tienda de apps unificada, en el que todos los programas sirvan para cualquier dispositivo. Se trata de una iniciativa audaz por la variedad de métodos de entrada actuales, si bien supone un alivio para los programadores, que se veían obligados a diseñar dos o tres versiones distintas de un mismo trabajo. Ellos, desde luego, son la clave para el despegue de Windows en su versión mobile. También se les proporciona un programa interno de feedback y acceso anticipado a Windows 10, que pueden descargar desde hoy mismo. El resto tendremos que esperar hasta finales de 2015.
Todo indica que Microsoft ha regresado al buen camino. Se acabaron los experimentos con gaseosa. El legado de Windows 7, que ahora se recupera, no debió desdeñarse de un modo tan radical. De hecho Windows 10 parece eso, un homenaje a Windows 7 con los aderezos que demandan un futuro táctil y multidisciplinar. Ha sabido guardarse las espaldas, además, al poner a disposición de los desarrolladores la preview con un margen de un año, lo que le servirá para recabar ideas que harán de Windows 10 un producto mejor de lo que es ahora. Parece que Nadella sabe esuchar, y esta es la mejor de las noticias para Microsoft.