Rajoy se apunta a cortar la última cinta de la autovía del Cantábrico
El presidente del Gobierno confirma su presencia el próximo lunes en la apertura de los 4,2 kilómetros pendientes del tramo Unquera-Llanes // Fomento completa la A-8 en Asturias después de 26 años
Martes23 de diciembre de 2014
Veintiseis años después de que comenzaran los trámites para su construcción, el tramo Unquera-Llanes, que cierra el trazado de la autovía del Cantábrico (A-8) en Asturias, entrará en servicio el próximo lunes. Aunque la dilación en la conclusión de una obra de la que se ha hablado y escrito hasta la saciedad a causa de sus retrasos en las últimas dos décadas no es el mejor triunfo del que puede presumir un gobierno, el PP ha decidido darle a la apertura el rango de gran acontecimiento y sumarlo a su propaganda sobre los logros de la legislatura de Mariano Rajoy. El propio presidente, y no la ministra de Fomento, Ana Pastor, que ha protagonizado todas las inauguraciones de la etapa reciente, será la máxima autoridad presente para cortar la cinta y permitir el paso de vehículos por los 4,2 kilómetros pendientes de entrar en servicio entre La Franca, en el concejo de Ribadedeva, y el límite con Cantabria.
En las última semanas, Fomento ha pisado el acelerador de los trabajos para cumplir su promesa de tener toda la A-8 abierta en Asturias antes de que acabara 2014. Es una vieja aspiración que pone fin al añejo cuello de botella del Oriente de la región, que queda así conectada por autovía o autopista, y sin ninguna interrupción, con la red francesa y, a través de ella, con la red de carreteras de alta capacidad que conecta Europa occidental con el resto del continente. Han hecho falta más de dos décadas y media para poner fin al primer tramo planificado. Mientras, por el centro y el oeste de la comunidad, la A-8 ganaba extensión hasta superar los 200 kilómetros de recorrido, su extremo oriental se veía envuelto en múltiples dificultades técnicas y legales. Lo que en primer lugar se concibió como un tramo de 50 kilómetros entre Unquera y Ribadesella se fue viendo parcelado en fragmentos cada vez más pequeños para sortear esas trabas. Veintiseis años después está listo y a La Moncloa no le vale con ponerlo en servicio. Rajoy, además, quiere celebrarlo como un éxito.
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