ASÍ ES EL POLÉMICO PRESIDENTE DE LA FEDERACIÓN
Villar, entre la casta y la caspa: "Yo soy marxista, leninista... y de derechas"
"Yo soy marxista, leninista... y de derechas". Aunque se prodiga poco ante las cámaras y aún menos ante los micrófonos, de hecho unas y otros estuvieron prohibidos la semana pasada en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, Ángel María Villar volvió a ofrecer una imagen desenfadada y de echado palante ante los periodistas invitados a la tradicional cena –este año, cóctel– de Navidad.
Con una copa en una mano y un puro en la otra –"¡si me ve mi mujer!", bromeó–, el presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) exhibió su absoluta despreocupación ante las informaciones que, en circunstancias y países normales, le habrían obligado a dimitir (hace tiempo, claro). Así es Villar, o así es al menos lo poco que se conoce de él. Y no será por el tiempo que lleva en el cargo, sino porque así se ha encargado personalmente él de que sea.
En el año que está a punto de inaugurarse, Ángel María Villar Llona (Bilbao, 21 de enero de 1950) cumplirá 27 como presidente de la RFEF. Es decir, que a sus casi 65 años lleva más de un tercio de su vida ocupando la misma poltrona y no tiene previsto jubilarse. Reelegido hasta en seis ocasiones, no descarta que haya una séptima.
En su última y reciente junta directiva, Villar comentó su intención de seguir otros cuatro años más y sólo la posibilidad de que Joseph Blatter hubiese renunciado a buscar la reelección como presidente de la FIFA podía haberle hecho cambiar de opinión. Pero Blatter buscará su quinto mandato y, además, la figura de Villar a nivel internacional se ha visto dañada por su presunta implicación en las irregularidades detectadas por el fiscal Michael García en la elección de Rusia y Qatar como sedes de los Mundiales del 2018 y 2022, respectivamente.
Villar, entre Platini y Blatter
Cabe recordar que Villar es vicepresidente tanto de la UEFA como de la propia FIFA. De hecho, siempre está más pendiente de estos dos organismos que de su propia federación, la cual da la sensación de que le aburre, de ahí que la deje en manos de hombres de confianza como Padrón o Espino. Tras el fiasco de la Roja en el último Mundial, el dirigente bilbaíno regresó con la expedición española, estuvo tres días en Madrid y regresó a Brasil para seguir viajando a costa de la FIFA y en compañía de su mujer.
Como futbolista, Villar desarrolló toda su carrera en el Athletic, club en el que jugó durante diez temporadas, tras pasar un año previo en el Galdakao y otro en el Getxo. Una Copa del Generalísimo, en 1973, es su único palmarés, aunque uno de los momentos más recordados de su etapa en pantalón corto fue su agresión a Johan Cruyff. Empezó a estudiar Químicas, pero lo dejó cuando tuvo la oportunidad de dedicarse profesionalmente al fútbol. En cambio, uno años después se licenció en Derecho por la Universidad de Deusto y empezó a ejercer junto a unos amigos. Su hijo Gorka, también abogado, trabaja en la RFEF.
Antes incluso de colgar las botas y ejercer como letrado, Villar fue uno de losfundadores de la AFE (Asociación de Futbolistas Españoles), sindicato del que llegó a ser vicepresidente y con el que curiosamente tan buenas migas hace ahora. Tras retirarse, fue elegido presidente de la Federación Vizcaína de Fútbol y entró a formar parte de la Junta directiva de la RFEF presidida entonces por José Luis Roca. En 1988 llegaría su salto a la presidencia... hasta hoy.
De jugar en 1979 en San Mamés en el regreso de la selección vasca, ahora conocida como Euskal Selekzioa, Villar ha pasado a llevar a Bilbao la sede española de la Eurocopa 2020. Es decir, muy en la línea de sus paisanos políticos bilbaínos. Es posible que, salvo en la capital vizcaína, el presidente de la RFEF pueda pasear por la calle sin que la mayoría de la gente le reconozca. Sobre todo porque en algunas ocasiones lo hace de incógnito, si hace falta debajo de un gorro de lana.
Villar, Rajoy y Del Bosque. (Reuters)
Incapaz de pronunciar correctamente la palabra fútbol –dice fúlbol–, el hándicap de Villar es no hablar más idiomas que el español, por más que este le sirva para apañarse en sus numerosos viajes. "Lo ha intentado con el inglés, pero no pasa del yes", asegura un testigo de sus andanzas por el mundo. Ese es su gran obstáculo en la forma, aunque lo peor está en el fondo, tal y como quedó demostrado en la bochornosa presentación que hizo en Zúrich de la candidatura de España y Portugal al Mundial 2018 (ver vídeo adjunto).
Su táctica es la misma que ha llevado en una cuestión tan peliaguda como la muerte del ultra del Deportivo en una reyerta con ultras del Atlético. Primero, repetidos desplantes al Gobierno, como si la federación que preside fuera una república bananera. Después, creando una comisión de la que ha excluido al CSD, como si el fútbol español fuera su cortijo. Y entre medias un silencio atronador, como si la cosa no fuera con él, cuando desde su propia junta directiva reconocen que el gran problema de la violencia en el fútbol español no está en Primera o en Segunda División, ni siquiera en Segunda B, sino en Tercera y en todo el fútbol regional.
Poco amigo de conceder entrevistas, quienes tienen oportunidad de coincidir con él destacan que va como dando lecciones. "Llevo 18 meses en el cargo y todavía no he sido recibido por Villar para ninguna reunión", se lamenta Javier Tebas. "¡Y mira que le he solicitado reuniones!", añade el presidente de la LFP. Más grave aún es su guerra contra el presidente del CSD, Miguel Cardenal. Pero a Villar le da igual. Como ya hizo en otra ocasión, en caso de verse acorralado, siempre puede recurrir al Tío Blatter para que amenace a España.
Eso sí, por más que se ha resistido, Villar se ha visto obligado a someterse a la Ley de Transparencia y ha publicado su sueldo de 2013 en la página web de la RFEF: 151.504,36 euros al año, es decir, 12.625,36 euros al mes, aunque sus ingresos son muchos más. Normal para alguien que tiene hasta nueve casas y que figura a la cabeza de la casta y la caspa del fútbol español.
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