domingo, 27 de septiembre de 2020

Evidencias....

El corazón de la nueva guerra fría 25 de sep 2020 ANDREW J. NATHAN Durante décadas después del histórico viaje del presidente estadounidense Richard Nixon a China, el compromiso de Occidente con el país se definió por la seguridad básica y los intereses económicos, y sólo entonces por los derechos humanos. Pero en los últimos años, estas prioridades se han invertido. NUEVA YORK - A pesar de la indiferencia del presidente estadounidense Donald Trump hacia el tema, los derechos humanos han asumido un lugar central en la creciente confrontación entre Estados Unidos y China. Entre encarcelar a gran parte de su población uigur mayoritariamente musulmana, imponer una nueva ley de seguridad a Hong Kong y expandir su estado de vigilancia similar al de Gran Hermano, las flagrantes violaciones de los derechos humanos de China han ayudado a inflamar las relaciones entre Estados Unidos y China más que en ningún otro momento desde la visita del presidente Richard Nixon a Beijing en 1972. La larga luna de miel sino-estadounidense que siguió a ese avance diplomático ha terminado definitivamente. Durante más de cuatro décadas, las autoridades estadounidenses consideraron que los derechos humanos en China no son una cuestión de intereses fundamentales, sino más bien como una cuestión de valores que se deben promover cuando al hacerlo no interfirieron con la seguridad de mayor prioridad o las preocupaciones económicas. Tan recientemente como 2016, cuando Trump hizo campaña contra China, su objeción era a las relaciones comerciales "injustas", no a los derechos humanos. Al asumir el cargo, se abstuvo de criticar públicamente -y privada, hasta donde sabemos- el historial de derechos humanos de China con la aparente esperanza de llegar a un acuerdo comercial.

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