lunes, 16 de mayo de 2022
La viví poco...para mi desgracia.
OPINIÓN
Vista de la ciudad de Oviedo desde el monte Naranco con la sierra del Aramo nevada, al fondo. Vista de la ciudad de Oviedo desde el monte Naranco con la sierra del Aramo nevada, al fondo. Alberto Morante
16 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.
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Lo mejor de esta ciudad siempre surgió entre los muros de ese Oviedo Antiguo al que unos tanto amamos y otros detestan y aborrecen. La semana pasada se estrenó en el Teatro Filarmónica el documental «Más moderna que Londres», dirigido por Carlos Navarro e Iván Martínez. Trata sobre la movida ovetense, mostrándonos una ciudad que consiguió quitarse en pocos años toda la baba y la naftalina franquista para estallar en un vergel de libertad, diversión, cultura y creación. Es cierto que no toda la ciudad formó parte de este maravilloso y ambiguo grupo, pero fueron muchos y muy buenos. Una ciudad que dista bastante de la que podemos tener hoy, un lugar que para nada era Oviejo, sino más moderno que Londres. Y, la verdad, cuesta creerlo. Uno que aún se considera joven, pese a estar rondando la treintena, queda fascinado por esas noches eternas que sólo terminaban cuando sus protagonistas decidían ponerle fin, por esa creatividad y empuje cultural, por la capacidad de transformación y asimilación de los ovetenses y, también hay que decirlo, de lo guapa que era toda esa gente que sale en el filme. Qué han hecho, hemos hecho, con Oviedo.
Carlos Navarro dijo en la presentación que «más que un documental estamos ante un documento para la ciudad, para todos». Y no se equivocaba, es una película que marcará un antes y un después a la hora de enfocar la modernidad y los ochenta de este Oviedín. A través de cuarenta entrevistas a protagonistas directos de todo lo ocurrido durante esos años nos trazan el relato de lo ocurrido: un relato chispeante, ebrio, rítmico e hipnótico. Ni son todos los que están, ni están todos los que son, pero es que los años no pasan en balde, y muchos de aquellos actores principales ya no están o sus vidas han cogido otro cariz y prefieren no aparecer: permanecer sólo en los recuerdos y algunas fotos.
Donde los bares y las discotecas no eran simples lugares a los que se iba a beber, bailar, drogarse y ligar; que también, sino que eran auténticos centros creativos y sociales. Donde las diferentes tribus urbanas que pululaban las empinadas calles del casco viejo convivían sin sobresaltos y en armonía: una Movida interclasista donde todos tenían su sitio. La música como motor, y la radio como principal difusora de todas estas modernas tendencias que fueron acogidas entre algodones por los jóvenes asturianos. La literatura y la poesía estallando y desencorsetándose de viejas formas y abordando nuevos temas y realidades. El Feminismo estallando. Y todo ello alrededor de una Universidad que por aquel entonces era el lugar en el que uno tenía que estar, justo todo lo contrario a lo que ocurre ahora.
Tras el estreno hubo una fiesta en Tribeca, donde se dejaron ver algunos de los protagonistas y otros muchos. Dejando claro que la edad la mayoría de las veces es un estado mental, que son duros y que fueron ellos los que abandonaron la oscuridad y la seguridad de la cueva y salieron a la luz, para luego regalárnosla, aunque está claro que no hemos sabido aprovecharla bien. Volvamos a hacer de Oviedo esa maravillosa ciudad que fue, hagamos resurgir esa Movida Carbayona: está en nosotros. Hasta aquí hemos llegado degenerando.
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