sábado, 15 de octubre de 2022
Sin Estado no hay equilibrio...
MODELOS ECONÓMICOS
¿Cuál es la receta para reducir la desigualdad?
En Europa se aplican diferentes modelos económicos con resultados dispares en la reducción de la brecha social
¿Cuál es la receta para reducir la desigualdad?
NACHO GARCÍA
La desigualdad es uno de los principales problemas que las sociedades modernas llevan arrastrando décadas. Las sucesivas crisis solo han agrandado la brecha entre las diferentes clases sociales y no parece que haya una solución a la vista. “Ha sido un fenómeno global. Las condiciones especiales de la crisis financiera de 2008, primero; de la pandemia, después, y, ahora, de la crisis energética provocada por la guerra de Ucrania han tenido un efecto muy negativo sobre la distribución de la renta y de la riqueza”, explican Carmen Herrero y Antonio Villar, investigadores del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE). El incremento de la desigualdad que ha vivido el mundo en los últimos veinte años está provocando que millones de personas caigan en la pobreza y los Estados se rebanen los sesos tratando de encontrar una solución ante un problema cada vez más acuciante en Europa.
España no se ha salvado de este problema y los niveles de desigualdad en la distribución de la renta, medidos con el índice de Gini, han aumentado en los últimos años. Sin embargo, aunque Gini es un indicador fidedigno, es necesario entender que la desigualdad abarca más dimensiones que solo la económica. Sandra Fachelli, presidenta del Comité de Investigación en Desigualdad y Estratificación Social de la Federación Española de Sociología, explica que la desigualdad socioeconómica es la distribución desigual en el acceso a recursos, oportunidades, prestigio o poder: “Muchas veces intervienen mecanismos que dependen de ciertos rasgos sociales como la clase, el género, la etnia, la edad, etc., los cuales son los que están en la base de los sistemas de estratificación institucionalizados”.
Los niveles de desigualdad en la distribución de la renta han aumentado en los últimos años
LA RECETA CONTRA LA DESIGUALDAD
La mayoría de las sociedades se han apoyado en el Estado como agente principal para reducir la inequidad. “El principal instrumento para paliar las desigualdades es la política fiscal: los impuestos y las subvenciones”, señalan Carmen Herrero y Antonio Villar. Los investigadores del IVIE explican que el papel que cumple el Estado en la redistribución es doble: “La forma en la que recaude impuestos ya supondrá un primer instrumento de redistribución mediante impuestos progresivos sobre la renta o IVA reducido en productos de primera necesidad, por ejemplo”. Sin embargo, los economistas destacan que, desde la perspectiva del gasto público, la redistribución opera de dos formas: mediante subvenciones directas a las familias más desfavorecidas y con subvenciones indirectas a través de prestaciones gratuitas de los servicios públicos.
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Sin embargo, solo el papel del Gobierno es insuficiente para combatir la desigualdad. Otras dimensiones como el mercado de trabajo o la integración de colectivos vulnerables son puntos clave para conseguir disminuir la exclusión social. EL PERIÓDICO DE ESPAÑA ha consultado a diferentes expertos y fuentes documentales para trazar una receta efectiva que mitigue la desigualdad. Estos son los principales ingredientes para luchar contra la mayor lacra de nuestra sociedad:
Promoción de la negociación colectiva
Sandra Fachelli señala que los países del norte de Europa logran una mayor reducción de la desigualdad fomentando una fuerte negociación de los sindicatos con la patronal. Antonio Martín, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, señala en un artículo que el mayor exponente de la negociación colectiva en nuestro entorno es el sistema de Gante, una serie de acuerdos políticos firmados en varios Estados europeos cuya principal característica es el peso que se le da a la negociación colectiva. “El sistema de Gante es una familia de relaciones laborales y del Estado del bienestar que facilitó la centralización y unificación de las organizaciones sindicales y empresariales”, agrega el experto. Convenios laborales fuertes disminuyen la desigualdad económica antes de que sea necesaria la intervención del Estado, al armonizar las condiciones laborales del mercado de trabajo.
Fomento del empleo de calidad
Luis Ayala, catedrático de Economía de la UNED, señala que solo con la creación de empleo no se reduce la desigualdad: “Necesitas un empleo de calidad”. Fachelli apunta que se deben buscar mecanismos que disminuyan los niveles de “inestabilidad, temporalidad, jornadas parciales y de bajos salarios”. En este sentido, la reciente reforma laboral en España, que ha limitado la contratación temporal, puede ser un arma para fomentar los empleos fijos: entre enero y septiembre de este año, el volumen de contratos indefinidos ha pasado de representar solo el 15% del total de acuerdos firmados cada mes hasta el 47% , según los datos del Servicio Público de Empleo Estatal.
Reducción de la economía informal
Los trabajos que están fuera del radar suponen una disminución considerable de los ingresos de las arcas públicas. “Si todos pagásemos los impuestos que debemos en todas las actuaciones económicas, la recaudación del Estado sería suficiente para aliviar las desigualdades”, denuncian Herrero y Villar. “Cosas tan sencillas como pagar el IVA al fontanero o electricista de turno, asegurar a las empleadas del hogar, etc., son actos de solidaridad más importantes que el recurso a la caridad a la que tanta gente con posibilidades es tan aficionada”, valoran los expertos del IVIE. Fachelli considera que se deben aplicar “medidas extremas” para reducir los niveles de la economía sumergida: “El empleo informal afecta tanto a las políticas predistributivas, como la negociación colectiva, como a las postdistributivas, como el gasto público”.
Fiscalidad progresiva
“Los países europeos con menor índice de desigualdad tienen dos características: impuestos más progresivos y alto cumplimiento de las obligaciones fiscales”, apuntan Herrero y Villar. La reforma fiscal ha estado presente en el debate público en los últimos meses debido a su capacidad para financiar los servicios públicos y armonizar los desequilibrios de la economía. “Para abordar la desigualdad económica, hay que operar en los extremos de la distribución. O se aumentan los ingresos de los que menos tienen, o se bajan el de los que más tienen mediante el sistema fiscal; o ambas cosas”, explica Fachelli.
Disminución de la desigualdad de género
El mercado de trabajo sigue inmerso en una brecha en el empleo entre mujeres y hombres. Esto lleva aparejado una desigualdad en los ingresos. Según la Encuesta de Estructura Salarial del Instituto Nacional de Estadística, en España las mujeres ganan un salario medio de 5.000€ menos que los hombres. Margarita Roble, profesora de la Universidad Carlos III de Madrid, señala en un artículo que, para reducir la brecha entre sectores “masculinizados y feminizados”, se debe incidir en la educación: “Combatir la diferenciación de género en la escuela y la familia incrementará la efectividad del sistema de formación superior en la reducción de la segregación de género en el trabajo”.
Participación de los colectivos vulnerables
“La participación política de los colectivos vulnerables es importante para reducir la brecha de la desigualdad”, señala la socióloga Sandra Fachelli. Sin embargo, la experta advierte de que suelen ser colectivos dispersos e invisibilizados. “Posiblemente se encuentren inmersos en círculos de pobreza y exclusión que impida disponer de recursos materiales y no materiales para la participación”, apunta. Estas dos características, la invisibilidad y la dispersión, lleva a que colectivos como la juventud, con objetivos difusos y transversales poblacionalmente, necesiten un elemento externo que motorice un espacio común. “Cualquier centro vecinal, asociación deportiva, política, una ONG, o cualquier otra institución puede brindar ese punto de reunión a partir del cual generar la posibilidad de articular una demanda concreta”, señala la experta. Fachelli plantea que se deben favorecer estos espacios para fomentar su participación y reducir la desigualdad y los niveles de exclusión social: “La capacidad de organización de los colectivos vulnerables aumenta si existen espacios institucionales sensibles a incorporar sus necesidades como demanda efectiva”.
Los investigadores del IVIE advierten de que solo la conjunción adecuada de todos estos ingredientes conseguirá una receta efectiva contra la desigualdad. “Es un tema de responsabilidad colectiva ciudadana”, argumentan Carmen Herrero y Antonio Villar. “Si los ciudadanos son más conscientes de la necesidad que tienen los Gobiernos para prestar servicios, podrán entonces exigir servicios de calidad”.
LA EXCLUSIÓN SOCIAL, PIEZA CLAVE
Los expertos consultados señalan que, a la hora de reducir los niveles de inequidad, las diferentes sociedades deben prestar atención a dos elementos, la multidimensionalidad de la desigualdad y la exclusión social. Fachelli señala que ambos fenómenos están fuertemente correlacionados y la disminución de uno debe ir aparejado con políticas para reducir el otro: “Lo correcto es plantear una relación bidireccional entre ambos fenómenos”. La experta explica que, según los datos de Eurostat, existe un alto nivel de correlación: “países con altos niveles de desigualdad tienen altos niveles de exclusión. Por tanto, ambos fenómenos deben atenderse para mejorar la calidad de vida en las sociedades europeas”.
La Comisión Europea diseñó un indicador multidimensional para medir la pobreza y la exclusión social que los Estados miembros utilizan para determinar el impacto de las políticas públicas. La institución comunitaria identifica la exclusión social como el proceso por el que los individuos son empujados al borde de la sociedad y se les impide participar en ella debido a la pobreza, la falta de formación o la discriminación. Fachelli explica que esto genera un fenómeno en cadena: “Aleja a las personas de las oportunidades de empleo, ingresos y educación, así como de las redes y actividades comunitarias”.
La exclusión social reduce la participación política
La socióloga señala que la exclusión tiene efectos en la participación política, ya que tienen un nivel de acceso menor a los órganos de poder y toma de decisiones. “A menudo se sienten impotentes e incapaces de tomar el control sobre las decisiones que afectan a su vida cotidiana”, indica la experta.
Un informe sobre participación política urbana de la Fundación Foessa apunta que la quinta parte del electorado que vive en los barrios más vulnerables nunca vota mientras que aquellas personas que están completamente integradas apenas se abstienen y el 74% vota siempre. “Se habla directamente de un precariado político que abandona los canales tradicionales de representación para entregar su voto a fuerzas antisistema o alejarse del sistema representativo”, señalan Manuel Trujillo y Braulio Gómez, autores del informe.
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¿CÓMO SE REDUCE LA DESIGUALDAD EN EUROPA?
Cada país ha procurado aplicar sus propias técnicas para reducir las diferencias entre las clases altas y bajas, con mayor o menor éxito. Históricamente, las tres grandes familias políticas de Europa, la socialdemocracia, el liberalismo y el conservadurismo, han tratado de abordar el problema mediante un Estado del bienestar más o menos intervencionista.
Sandra Fachelli explica que existen tres sistemas en función del modelo social que las ampare: economías coordinadas, economías mixtas y economías no coordinadas. “Las economías más coordinadas, propias del sistema de Gante (países escandinavos y Bélgica) o de los países germánicos (Austria, Alemania y Países Bajos), son aquellas con mayores niveles de negociación colectiva y de cobertura del gasto social”, señala la experta.
España, según ese esquema, sería una economía mixta, característica de los Estados mediterráneos. “En estos países, los sindicatos tienen influencia política y capacidad de movilización, poseen un nivel medio de gasto social, algo de empleo informal y protección del desempleo. Las medidas correctoras consiguen operar y reducir el Gini postdistributivo (después de impuestos y transferencias), pero en menor medida que en las economías coordinadas”, explica Fachelli. Finalmente, la socióloga indica que las economías no coordinadas son aquellas propias de “sistemas liberales y del modelo latinoamericano”, con mayores niveles de desigualdad económica.
Los expertos creen que la receta planteada para reducir la desigualdad debe seguir la estrategia de “fomentar la coordinación de todos los agentes sociales” para conseguir reducir los niveles de desigualdad y exclusión social. Solo con una conjunción de las diferentes esferas, política, económica y social, se conseguirá reducir efectivamente la desigualdad y la exclusión social.
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