domingo, 26 de octubre de 2008

La Sajona Merkel aprieta los clavos a sus CEO,S

Los poderosos consejeros delegados-y otros altos ejecutivos-están de enhoramala.La autoritaria primera ministra germana, los

tiene enfocados y pasarán por taquilla, para los descuentos pertinentes.


¿Qué sueldo le pagamos a Botín?

Angela Merkel dice que 500.000 euros al año. Éste es el salario máximo que pueden cobrar los ejecutivos de los bancos privados que se acojan al plan de rescate del Gobierno alemán.

Josef Ackermann, presidente de Deutsche Bank, se ha apresurado a señalar que su banco no necesita ningún rescate y que él personalmente renuncia a su bonus. El bueno de Ackermann se tendrá que conformar con los 13 millones que gana al año.

Los gobiernos europeos han iniciado una cruzada contra “las intolerables y escandalosas” retribuciones de los hasta ahora intocables ejecutivos del sector financiero. Si el dinero de los contribuyentes va a tapar los excesos de la banca, parece lógico que se exija moderación salarial a sus ejecutivos.

Máxime cuando han sido estos bonus millonarios los que llevaron a los banqueros a inflar los balances, a dar hipotecas al peso, a comercializar fondos opacos o a sobrevalorar el precio de las acciones.

Sólo las cinco mayores firmas financieras de Wall Street -Merrill Lynch, JP Morgan, Lehman Brothers, Bear Stearns y Citigroup- pagaron más de tres mil millones de dólares en los últimos cinco años a sus máximos ejecutivos.

Richard Fuld -apodado El Gorila por sus bruscos modales- ganaba 17.000 dólares a la hora inundando el mundo de los tristemente famosos bonos de Lehman. Y el propio Henry Paulson -encargado ahora de salvar el sistema capitalista americano- atesoró una fortuna de 500 millones de dólares durante los 30 años que trabajó en Goldman Sachs.

Los bancos españoles son un ejemplo en este asunto, ya que sus retribuciones están a años luz de las de sus colegas americanos. Un ejemplo: el antiguo consejero delegado de Merrill Lynch, Stanley‘Neal, cobró al dejar su cargo 160 millones de dólares, más que toda la cúpula bancaria española en medio año.
El ejecutivo mejor pagado de España es Alfredo Sáenz (Santander) con 9,6 millones de euros al año, seguido por Ignacio Galán (Iberdrola) con 7,2 millones.

Francisco Luzón y Matías Rodríguez Inciarte (Santander), y Francisco González y José Ignacio Goirigolzarri (BBVA) cobran alrededor de los 5 millones. Por detrás tenemos a nuestro banquero estrella, Emilio Botín, que tiene un salario de 3,9 millones de euros.

A la hora de despedir sí somos bastante más generosos. Bueno, los realmente generosos son los propios ejecutivos, que se aseguran paracaídas de oro (golden parachutes) a la hora de salir de la compañía.

Quién no recuerda los 108 millones de euros que se llevó Ángel Corcóstegui cuando abandonó el Santander, los 56 millones de José María Amusátegui o los más de 15 millones de Juan Villalonga, Alfonso Cortina y Manuel Pizarro. Ahora, por ejemplo, hay cinco ex consejeros de la casi quebrada Inmobiliaria Colonial que reclaman 23 millones de indemnización. Será por lo bien que lo hicieron.

Aunque el reglamento del plan de rescate español no contempla ninguna medida de contención en el salario de los directivos, sería muy positivo implantar un sistema bonus/malus. Al ejecutivo que haga mal uso del dinero público y que perjudique a su compañía por tomar riesgos excesivos le recortaríamos el salario. Y a los que, con su codicia y ambición, han triturado el sistema financiero habría que cortarles algo más que el sueldo.

No creo que volvamos a ver las escandalosas remuneraciones de los últimos años, pero será difícil modificar la forma de operar de los banqueros de inversión. De hecho, se da la paradoja de que Barclays -que se ha quedado con la división americana de Lehman- está ofreciendo bonus millonarios para retener a los directivos del banco quebrado. Y no olvidemos tampoco las juergas que se corrieron los directivos de AIG y Fortis al día siguiente del colapso de sus compañías.

Muchos directivos han jugado alegremente con el dinero de accionistas e inversores, pero a partir de ahora los ciudadanos tienen todo el derecho a controlarles más estrechamente porque van a gestionar fondos públicos.
No se trata de fijar un sueldo a Emilio Botín, sino evitar la cara de memos que se nos queda al ver que nuestro dinero salva de la ruina a los que previamente nos han arruinado.

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