Desde los años 20, los grupos petroleros rusos ya mercaban en la Peninsula, la clásica Naphta el mayor ejemplo.
De Naphta a Lukoil, 80 años de conflicto con el petróleo ruso
A España le espanta la idea de que Repsol caiga en manos rusas. Hubo un tiempo en que su madre, Campsa, ya lo fue. También su abuela, Petróleos de Porto Pi.
A fecha de hoy, nadie sabe a ciencia cierta si finalmente el grupo petroquímico ruso Lukoil logrará entrar en el capital de Repsol, la mayor petrolera de bandera española. Las negociaciones para la financiación de esa operación siguen en el aire. Pero independientemente de si Lukoil se convierte o no en el primer accionista de Repsol, la empresa moscovita tendrá su propio capítulo en la tormentosa historia hispano-rusa del petróleo.
“No entiendo por qué Lukoil provoca tanto miedo en España”, dice un alto ejecutivo del sector. “Es curioso que el país de la memoria histórica sea el más desmemoriado de todos, y se olvide de que, lo que hoy es Repsol, ya fue ruso en algún momento”, comenta irónico.
Todo empezó antes de 1930. Ocho décadas después, el petróleo ruso sigue dando quebraderos de cabeza en España. La actual Repsol es, en gran parte, heredera de la antigua Campsa (Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos), una empresa que se constituyó en 1927 con el fin de nacionalizar los activos del incipiente sector del petróleo durante la Dictadura de Primo de Rivera.
El sector estaba muy atomizado, formado por decenas de iniciativas privadas. Entre ellas, una que había adquirido cierta dimensión: las instalaciones petroquímicas que, en 1925, el empresario Juan March Ordinas, fundador de Banca March, había creado en Mallorca, y a las que bautizó como Pretróleos de Porto Pi. Bien por el renombre de March, o por el tamaño de Porto Pi, esta empresa marcó el arranque de Campsa.
La gran visión de March fue entender que la gasolina era el futuro. Pero sobre todo, comprendió que en ese negocio, tan importante era saber vender el producto (se crearon gasolineras arquitectónicamente singulares), como saber comprarlo.
Petróleos de Porto Pi logró una modificación arancelaria que le permitió la importación de petróleo ruso. A raíz de este permiso, hilvanó contratos de suministro estables y ventajosos con la Rusia de aquel entonces, un país que se movía a golpe de himno bolchevique y que buscaba desesperadamente dar salida a sus inmensos recursos naturales para sustentar la revolución.
March logró contratos preferentes con la denominada Société des Produits du Naphta Ruse, consorcio instalado en Francia que tenía los derechos exclusivos de la venta de productos petrolíferos de Rusia, aglutinados en torno a un conglomerado industrial al que en España se conoció con el sobrenombre de la Naphfta Rusa. Este conglomerado era fruto de las confiscaciones realizadas durante la revolución bolchevique de las empresas petroquímicas que operaban en Rusia antes de 1917, y que eran fundamentalmente británicas.
Aunque la aventura empresarial de la familia March en los petróleos duró apenas dos años, quedó, para Campsa, la herencia de sus contratos de suministro ruso. De hecho, Petróleos de Porto Pi se considera, desde el punto de vista del abastecimiento (vía petroleros a través del Mar Negro), el gran activo estratégico con el que nació Campsa. Tanto, que el país corrió el peligro de pararse sin esos abastecimientos.
Los dos primeros cargamentos de gasolina con los que arrancó Campsa eran compromisos de abastecimiento suscritos anteriormente con Porto Pi, que venían en los buques cisterna Wildrecht, Drijdrecht y Pendrecht, según se explica en la publicación Vida Marítima. En un momento en el que se discutía la nacionalización de Porto Pi, los barcos fueron desviados intencionadamente. Justo en un momento en el que las reservas en España eran nulas, lo que creó un problema generalizado a las industrias del país. Campsa logró más tarde diversificar el suministro, y evitar la dependencia rusa. Pero en 1936, con la Guerra Civil, los rusos, ya bajo la denominación de soviéticos, volvieron a ser protagonistas del carburante español.
Prácticamente todos los grandes activos de Campsa cayeron en zona republicana, incluidas las oficinas centrales, donde se gestionaba el abastecimiento, entonces, fundamentalmente a través del grupo norteamericano Texaco. Esta compañía no tardó en rescindir esos contratos, y dárselos a la otra Campsa, la de la zona nacional. La Campsa republicana tuvo que recomponer rápidamente sus suministros, y buscó a los rusos, que no tardaron en acudir. De las 950.000 toneladas de productos petrolíferos que importó Campsa entre 1936 y 1939, la mitad vino de la URSS. La pregunta es si Lukoil quiere escribir sólo un capítulo de la historia española de la energía, o rehacer el libro entero.
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