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Los cinco motivos que obligan a Trichet a acelerar el recorte de los tipos
La principal incógnita que rodea a la reunión que mantendrá hoy el BCE no reside en si bajará o no los tipos, sino en la magnitud del mordisco que propine al precio del dinero. De antemano, en las quinielas domina la sensación de que lo reducirá en medio punto. Un recorte mayor constituiría, por tanto, una sorpresa. Pero hay motivos de sobra para determinar que, más que algo inesperado, un descenso hasta el 2,5% constituye casi una obligación.
1.- Moderación de los precios
El presidente del BCE lo expuso con claridad hace dos semanas: si la inflación lo permite, habrá más rebajas de los intereses. Desde entonces se han conocido nuevos datos que constatan que, en estos momentos, los precios no constituyen ningún impedimento para que la entidad baje los tipos.
Según el dato provisional de noviembre facilitado por Eurostat, la inflación interanual de la eurozona se moderó del 3,2 al 2,1 por ciento, el dato más bajo desde septiembre de 2007 y, sobre todo, casi en línea con el objetivo de la institución de mantener los precios por debajo, pero cerca, del 2%. Las previsiones, además, barajan un frenazo aún mayor. Primero, porque el precio del petróleo es un 49% más barato que hace un año, lo cual repercute directamente en la tasa de inflación. Y segundo, por la contención del consumo privado como consecuencia del agravamiento de la crisis, del endurecimiento del acceso a nuevo crédito y del aumento del paro. Así, las ventas al por menor acumulan ya cinco meses de caídas en la región.
Estos elementos han incrementado el riesgo de que la deflación, un problema consistente en la caída general de los precios, se abra paso en la zona euro. En este sentido, Trichet ha precisado que no hay que confundir desinflación, que es una moderación de la subida de los precios, con deflación, y que lo que está ocurriendo ahora es lo primero, no lo segundo. El banquero galo, sin embargo, no debe minusvalorar la seria amenaza que supone la deflación y lo difícil que resulta salir de sus garras. Por tanto, y para no dejar ni siquiera que asome la cabeza, Trichet no debe dudar en emplear su arsenal para tratar de reactivar el consumo. "Puestos a bajar los tipos, mejor hacerlo cuanto antes. ¿Para qué vas a guardar munición para el futuro?", se cuestiona Michael Benhaim, director Global de renta fija de Pictet Asset Management.
2.- Política contractiva.
Pese a que ha reducido los tipos del 4,25 al 3,25%, la política monetaria del BCE sigue siendo contractiva. Primero, porque los intereses continúan siendo más altos que la inflación, cuando deberían ser más bajos para fomentar el consumo y no el ahorro. Y segundo, porque las tensiones crediticias impiden que la transmisión de las bajadas de los tipos a los créditos bancarios sea exacta, ante lo cual el BCE debe sobrerreacionar abaratando el precio del dinero más de lo que lo haría en unas condiciones normales.
3.-Recesión económica
Los datos del tercer trimestre confirmaron que la región está sufriendo su primera recesión desde que el euro nació oficialmente en 1999. Entre julio y septiembre, el Producto Interior Bruto (PIB) se contrajo un 0,2% por segundo trimestre consecutivo. En un contexto así, la política monetaria debe tornarse expansiva para aportar su granito de arena a la recuperación. Ésta no puede depender sólo de la política monetaria, pero sí necesita que la política monetaria sea una traba. Así lo entienden los analistas de la gestora Schroders,que hoy esperan "una actitud más decidida" del BCE.
4.- Relajación crediticia
Unos tipos más bajos son una condición indispensable para que se relajen las tensiones crediticias, se abarate el acceso a nueva financiación y continúe la caída del euribor, por mucho que también haga falta que la confianza retorne a al banca para que las entidades abran de nuevo el grifo y rematen la faena iniciada por el BCE.
5.- Impacto moral
En un momento en que la confianza de los empresarios y consumidores se encuentra bajo mínimos, las rebajas de tipos pueden transmitir una dosis anímica que puede trasladarse en un incremento -o, al menos, en una menor caída- de la inversión y el consumo.
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