Microcrédito a través de los bancos grandes
Por ERIC BELLMAN
SUBANG, Indonesia—Los principales bancos en Indonesia están abriendo rápidamente sucursales de microcrédito por todo el archipiélago en lo que constituye el más reciente intento de las instituciones financieras por expandir su alcance —e impulsar las ganancias— con servicios para las personas de escasos recursos.
Los servicios de microfinanzas usualmente se gestionan a través de grupos de caridad, programas gubernamentales y compañías de finanzas especializadas, como Grameen Bank en Bangladesh.
Sin embargo, los principales bancos en Indonesia, incluido Bank Mandiri y Bank Danamon, están impulsando el crecimiento del mercado, que dicen es lucrativo, pero está abandonado.
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"El potencial de este mercado es enorme", dijo Minhari Handikusuma, un directivo de Danamon y quien está encabezando la incursión del banco en el microcrédito. Danamon calcula que más de 60% de los pequeños negocios en Indonesia, o más de 50 millones de emprendedores, no participa en el sistema bancario.
En algunos países como India, donde el microcrédito se ha propagado demasiado rápido, ha habido una reacción adversa y una crisis de deuda. Aun así, eso no ha apagado el entusiasmo global por el negocio. Las medidas más recientes también apuntan a un nuevo motor de inversión en Indonesia, uno de los países en vías de desarrollo más grandes del mundo.
A pesar de la notable expansión de Indonesia en los últimos tres años, su relación de préstamos-Producto Interno Bruto, una medida de cuán ampliamente circula dinero en la economía, sigue por debajo de 30%. Eso es menor que cualquier otro país de Asia. En Singapur, Malasia, y China, la relación está por encima de 100%.
Algunos bancos indonesios son renuentes a prestar después de la crisis asiática de finales de los años 90 y muchos no tienen una red nacional de sucursales para llegar a clientes potenciales.
Pero conforme aumentó la atención global al microcrédito desde que en 2006 Muhammad Yunus obtuvo el premio Nobel por su labor pionera en las microfinanzas, los bancos urbanos de Indonesia descubrieron que los micropréstamos les daban márgenes netos de intereses —la diferencia entre los rendimientos de los préstamos y el costo de los fondos— de casi 10%. Eso es más de tres veces el dinero que ganan en algunos préstamos corporativos.
Para todos los bancos en Indonesia, el monto total de micropréstamos se ha disparado 75% en los últimos cinco años a más de US$30.000 millones.
Los microprestamistas optaron por concentrarse en prestar directamente a emprendedores particulares, a diferencia de prestamistas al estilo de Grameen que habitualmente prestan por medio de agrupaciones de mujeres. También optaron por concentrarse en mercados de localidades rurales con cientos de negocios en un solo sitio, en vez de lidiar con los costos de ir a aldeas remotas, como hacen muchos microprestamistas.
Los niveles de créditos en mora han estado bajos y los flujos de ingresos han sido más estables que con los préstamos regulares. Cuando la demanda de préstamos corporativos se evaporó en 2008 y 2009, el sector de microcrédito siguió expandiéndose.
Para llegar a emprendedores pobres, empero, los bancos cambiaron sus reglas.
La oficina de Mandiri cerca del mercado de Ciasem en Subang, por ejemplo, es operada por cinco personas, frente a 20 en una sucursal regular. Tiene el tamaño de un garaje para dos autos con muebles sencillos y escritorios de plástico. Su bóveda es una sala con puerta de acero y candados.
La decoración básica de las sucursales ahorra dinero y hace que los clientes se sientan a gusto, dijo Suhedi, el gerente de la sucursal, quien, como muchos indonesios, usa un solo nombre.
Los formularios de préstamos fueron simplificados a una sola página y las personas sin garantías para ofrecer pueden dejar sus diplomas de estudios o certificados de matrimonio como colateral.
Otros prestamistas les permiten a sus clientes que no pueden firmar sus nombres que usen un sistema que escanea la huella digital, aun cuando los dedos de algunos agricultores son tan callosos que los lectores no pueden escanearlos.
Cuando los prestatarios eran reacios a pagar cuotas mensuales o trimestrales, Mandiri comenzó a enviarles cobradores cada mañana. "Es una gran manera de hacer que paguen a tiempo", dijo Suhedi.
Cuatro meses después de abrir, su sucursal era rentable, y estaba cobrando más ahorros de lo que prestaba. Ahora acumula más efectivo en un día de lo que hacen algunas sucursales regulares.
Mandiri planea expandir el número de oficinas de microcrédito que tiene a 2.300 en los próximos tres años de las alrededor de 1.500 que tiene hoy.
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