El modelo anglosajón de los créditos a estudiantes: ¿Solución al desastre PISA?

04/12/2013 - 08:00J.Jiménez

El 'Informe PISA' desvela que la educación española no tiene muy buena reputación en las comparaciones internacionales. ¿Cómo mejorar la educación? ¿Cómo conseguir que los recursos vayan a quien se los merezca?primir

El 'Informe PISA' ha vuelto a dejar en evidencia al sistema educativo español, como pasa casi siempre. El déficit en matemáticas, lectura y ciencias es preocupante y coloca a nuestros alumnos por debajo de la media de la OCDE. Los datos confirman la sospecha y la desazón que nos invade cada vez que sale este informe. La educación española no tiene muy buena reputación en las comparaciones internacionales; pese a que la fuga de cerebros es un problema y los más preparados suelen estudiar o trabajar en el extranjero, los que están dentro no llegan ni siquiera el término medio. ¿Cómo podemos dar la vuelta al modelo educativo?

El hecho de obtener un puesto tan mediocre en el Informe PISA nos cuesta dinero, mucho dinero. "Cada 50 puntos menos que el país saque, en promedio, en un examen que se hace a nivel internacional a chicos de 15 años llamado PISA, suponen un punto porcentual menos de crecimiento económico al año", explican los economistas de Fedea agrupados bajo el seudónimo Jorge Juan en la obra "Economía de Urgencia". Esta cantidad de dinero bastaría para "eliminar todos los recortes de gasto público que hemos sufrido en los últimos años".

Profesores funcionarios ¿Por qué?

Uno de los aspectos sobre el que abundan estos expertos es en el rol de los profesores. La cuestión es que el sistema los trata a todos por igual, ya sean docentes de primaria, secundaria o universitarios. En Finlandia pensaron que, para el buen funcionamiento del sistema universitario, "era mejor que los profesores no fueran funcionarios". Y la mayoría de los docentes aceptó esta decisión. ¿Se aceptaría algo así en España". En Finlandia lo votó el Parlamento y no hubo ningún problema pero aquí tendríamos "batallas campales en las calles", reflexionan estos expertos.

La cuestión que denuncian los economistas de Jorge Juan es que los "profesores pueden tener un rendimiento pésimo en la universidad sin que nadie vaya a tocarles el sueldo". Un profesor universitario puede dar un máximo de ocho horas de clase a la semana, pero muchos dan menos. "Si después no se dedica a investigar y se va a jugar al golf...", apuntan. ¿Cómo puede ser que esto no tenga consecuencias? A este respecto, explican que solo hay una evaluación del trabajo investigador cada seis años y no cumplir con los mínimos exigidos solo implica no conseguir una subida salarial de mil euros al año.

Modelo anglosajón ¿Por qué no?

En el modelo educativo inglés (y también en el australiano), el Gobierno concede a los alumnos un crédito que cubre tanto la matrícula como los gastos de manutención y residencia, de manera que los alumnos lo devuelven cuando están trabajando. Si su carrera no tiene futuro "o tienen mala suerte o no encuentran un empleo digno, no lo tienen que devolver", explican los expertos de Jorge Juan. Solo se les obliga a devolverlo a partir de cierto nivel de ingresos. Es decir, con este método, el estudiante devuelve el préstamo solo si le va suficientemente bien.

En opinión de estos expertos, la solución anglosajona funcionaría porque "no creemos que la gente vaya a fracasar a propósito solo para no tener que pagar un crédito"; o, alternativamente, ¿alguien va a preferir trabajar con un salario muy bajo solo para no tener que devolver un préstamo? Ahora mismo, el estado no tiene dinero para pagarle la carrera a todo el mundo, y muchos menos para hacer frente a los gastos de manutención y residencia, aunque el estudiante en cuestión destaque y quiera ir a estudiar a otra ciudad. Pero, explican estos economistas, "con la reforma que proponemos, las familia con pocos medios podrían enviar a sus hijos a la universidad que deseasen y las universidades podrían también competir por los estudiantes más brillantes".

Esta solución sería todavía mejor si además "se liberalizan las tasas universitarias, para que con mayores recursos se pudieran contratar a más y mejores profesores, a los que a su vez se les podría exigir más", razonan en Jorge Juan. A su modo de ver, "un sistema así es particularmente bueno para las familias que tienen menos recursos. Los estudiantes adinerados ya pueden estudiar donde quieran. Si la universidad española es mediocre, eligen la que mejor les conviene en el resto del mundo. "Pero un joven brillante cuya familia no tiene dinero ¿Qué hace? Ir a la universidad de su provincia, en el mejor de los casos. Y si es mala, se fastidia", apostillan estos expertos.

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